A la mañana siguiente, Olivia volvió a la galería más temprano de lo habitual. El sol apenas asomaba por los ventanales cuando Matteo entró corriendo desde el pequeño jardín, con su cuaderno en las manos.
—¡Hoy es el día! —anunció, como si fuera una misión secreta.
—¿Qué día, Mati? —preguntó Olivia sonriendo, mientras se acomodaba frente al escritorio donde había dejado el diario de Tom.
—El día en que te cuento lo que Tom me dijo que te dijera cuando estuvieras lista. —Matteo se sentó frente a ella, muy serio.
Luciana apareció con dos tazas de chocolate caliente y las dejó en la mesa sin decir palabra. Parecía que también sabía de qué se trataba.
Olivia abrió el diario. La nueva página tenía una letra más suelta, como si Tom hubiera escrito mientras hablaba, sin pensarlo demasiado.
> *“Liv,
Ayer fue una tarde mágica. Nunca olvidaré la forma en que tú y tus amigas se reían bajo las luces del parque. Me sentí fuera de lugar, como siempre con tanta energía femenina a mi alrededor, pero también me sentí feliz.
Me di cuenta de que ellas eran más que tus amigas: eran tu hogar. Por eso les dejé una carta a cada una. Se las entregará Matteo cuando sea el momento. Sí, hablé con él. Ese niño… tiene el alma más sabia que he conocido.
Le pedí que cuidara tus recuerdos, que te recordara lo que tú eres cuando lo olvidaras. Y también le dejé un dibujo. Uno que nunca terminé, pero que quiero que tengas cuando sientas que no puedes seguir.
Te amo. A ti y a todos los pedacitos de vida que me regalaste.”*
Olivia cerró los ojos. El calor del chocolate se desvanecía entre sus manos.
—¿Matteo? —susurró.
Él sacó un sobre pequeño de su cuaderno, y uno más grande, cuidadosamente doblado.
—Este es tuyo —dijo entregándole el sobre—. Y estos otros, para tus amigas. Tom me dijo que lo hiciera cuando sonrieras leyendo una de sus entradas. Hoy sonreíste.
Olivia abrió la carta con manos temblorosas. Era una nota breve, escrita a mano.
> “Cuando no sepas quién eres, pregúntale a Gloria.
Cuando no encuentres fuerzas, pídeselas a Merlyn.
Y cuando no te permitas llorar, deja que Alejandra lo haga por ti.
No estás sola. Nunca lo estuviste.”
Las lágrimas de Olivia cayeron sin permiso. Alguien tocó su hombro: era Gloria, que acababa de llegar con Merlyn y Alejandra.
—¿Qué pasó? ¿Estás bien? —preguntó Alejandra, al ver su expresión.
Olivia no respondió. En cambio, entregó a cada una su sobre. Las tres lo abrieron, y pronto el silencio se llenó de sollozos, risas nerviosas y miradas llenas de amor.
Luciana observaba desde la puerta, con una leve sonrisa.
Matteo, aún con el dibujo doblado en sus manos, se acercó.
—Este… no sé si Tom lo terminó. Pero me dijo que tú sabrías qué hacer con él.
Olivia lo desplegó. Era un bosque de líneas suaves, trazado a lápiz. En el centro, una figura: ella, sentada entre los árboles, rodeada de pequeñas luces. A su lado, una silueta sin rostro, que parecía observarla.
—Lo recuerdo —susurró—. Fue el picnic sorpresa que me hizo al final del semestre... cuando le dije que no sabía si podía con todo.
—Él te dibujó en ese momento —dijo Matteo—. Me dijo que era para que te recordaras valiente.
Olivia no dijo nada más. Solo abrazó a Matteo, fuerte, mientras las voces de sus amigas llenaban el fondo con historias, risas y amor.
Porque sí, Tom se había ido… pero había dejado un ejército entero de amor atrás para sostenerla.
Editado: 24.04.2025