Cápsula 1: "Ámbar"
> Leí tu libro en una noche sin dormir. Estaba sentada en el pasillo del hospital, esperando noticias de mi madre. Me había prometido que si ella no despertaba, yo tampoco seguiría. Pero tu frase, esa que dice: "a veces vivir no es seguir adelante, sino quedarse quieta sin dejar que el dolor te arrastre", me hizo quedarme. Hoy, mamá no está. Pero yo sigo aquí. Y le hablo de ti a las flores. Gracias por quedarte, Olivia.
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Cápsula 2: "El viajero"
> Me llamo Iker. Me fui de casa después de perder a mi hermano. Recorrí medio mundo sin propósito, cargando culpa. Compré tu libro en una estación en Lisboa. No pensé que alguien pudiera entender lo que yo sentía. Pero leerte fue como caminar con alguien al lado. Ahora llevo tu frase tatuada en el brazo: "vive por mí". Porque es mi forma de decirle a mi hermano que no lo olvidé, que vivo también por él.
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Cápsula 3: "Sofía"
> Tenía 17 cuando te leí. Y fue la primera vez que lloré sin sentirme débil. A mi edad nadie habla de duelo sin que la gente te diga "eres joven, se te pasará". Pero tú me diste permiso de sentir. Ahora quiero estudiar literatura. Quiero escribir algo que abrace como tú me abrazaste desde esas páginas. No sé si leerás esto, pero gracias por enseñarme que el dolor también es parte del amor.
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Cápsula 4: "Valeria & Matías"
> Somos pareja desde hace 12 años. Leímos tu libro juntos, en voz alta, antes de dormir. Cuando perdimos a nuestro bebé, dejamos de hablarnos por semanas. Tu historia nos hizo volver a mirar el dolor del otro sin miedo. Hoy volvimos a plantar las orquídeas que amábamos. Y cada que florecen, sabemos que es porque alguien nos enseñó a quedarnos incluso cuando duele.
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Cápsula 5: "Desde un tren"
> No firmé esta carta. No sé si importa. Sólo quería decirte que pensé en saltar aquella tarde, pero llevabas dos páginas diciéndome que las cosas pequeñas también cuentan. El sol en la piel. Un libro prestado. La voz de alguien amado. Guardé el billete de tren y bajé en la siguiente estación. Nunca te conocí, pero siento que me viste. Gracias.
La galería estaba más llena de lo habitual. Olivia lo notó apenas entró, guiada por Elías, quien le había dicho con una sonrisa traviesa que había una nueva muestra que debía ver. No sospechó nada hasta que notó que las luces estaban más tenues, y que en las paredes no colgaban cuadros... sino cartas. Fragmentos de papel cuidadosamente enmarcados, acompañados de fotografías, pequeños objetos y frases bordadas o escritas a mano.
Una voz suave resonó por los altavoces. Era la suya. Leyendo pasajes de Vive por mí.
—¿Qué es esto...? —murmuró Olivia, llevándose una mano al pecho.
Luciana apareció a su lado, con Matteo colgado de su brazo. Ella sonreía con ternura.
—Es el eco de lo que has dejado en el mundo —dijo—. Esto... esto lo organizamos sin que lo supieras. Las personas que leyeron tu libro empezaron a enviar cartas, correos, incluso grabaciones. Querían darte las gracias. Contarte que no estaban solas porque tú te quedaste.
Olivia caminó lentamente entre los paneles de la exposición. Había una carta escrita en servilleta desde una cafetería en Quito. Una libreta escolar con una confesión garabateada: "no quise vivir hasta que te leí." Una fotografía de un tatuaje: vive por mí escrito con la caligrafía exacta de Tom, sacada del manuscrito.
En un rincón más apartado, una vitrina protegía una hoja con tinta corrida. El texto apenas visible, pero lleno de verdad:
"Te leí en un tren, pensando en desaparecer. Decidí bajarme en la próxima estación. A veces un libro no salva el mundo... pero sí salva a alguien. Y tú me salvaste."
Olivia se cubrió la boca. Las lágrimas corrían sin pedir permiso. Elías la abrazó sin decir nada. Luciana se acercó, y detrás de ella, Gloria, Merlyn y Alejandra, todas emocionadas, todas orgullosas.
—Esto es lo que sembraste —le dijo Merlyn—. Creíste que estabas escribiendo para ti... y sin querer, le escribiste a todos los que necesitaban escuchar algo hermoso en medio del dolor.
Olivia tomó aire. Sintió a Tom. Sintió que su voz la acariciaba en el viento, en cada palabra que alguien escribió, en cada historia reflejada.
Y por primera vez, no sintió sólo nostalgia.
Sintió paz.
#1325 en Novela contemporánea
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Editado: 24.04.2025