Si estás leyendo esto, puede que hayas perdido a alguien. O tal vez te perdiste a ti mismo. Quizá estás intentando encontrar respuestas que no llegan, o sostenerte cuando el mundo parece derrumbarse sin aviso. Si es así, te entiendo. Y estás en el lugar correcto.
Durante mucho tiempo creí que escribir este libro sería mi forma de despedirme. Que dejar palabras en el papel me permitiría soltar lo que la vida, cruelmente, me había arrancado. Pero me equivoqué. Este no es un adiós. Es una promesa.
Perder al amor de mi vida, a Tom, fue como perder el aire, la luz y el sonido al mismo tiempo. Pero entre las lágrimas, entre la ausencia que dolía como un grito silencioso, encontré algo más. A través de sus cartas, sus grabaciones, sus gestos que parecían dejar pistas para mí incluso después de su partida, descubrí que el amor no termina. Que sigue vivo, como una llama pequeña que se niega a apagarse.
Hoy estoy aquí. Entera. No ilesa, pero viva.
Este libro no es sólo para él. Es para ti. Para quien ama, para quien pierde, para quien recuerda, para quien sigue. Es un puente entre lo que fue y lo que puede ser. Entre quienes se fueron... y quienes seguimos aquí.
A Tom le prometí vivir por él. Pero aprendí que no se trataba de sobrevivir atada a su sombra, sino de vivir también por mí. De reír con culpa al principio, y con ganas después. De volver a amar los amaneceres. De irme a vivir a Italia y encontrarme en cada rincón que alguna vez soñamos. De escribir estas páginas como si fueran una mano tendida en medio de la oscuridad.
Y si ahora tú estás leyendo esto... entonces la promesa sigue cumpliéndose.
Gracias por estar aquí.
-Olivia
#1525 en Novela contemporánea
amistades que no se rompen, sanacion de corazon y mente, duelo de amor
Editado: 24.04.2025