CAPÍTULO 22

CAPÍTULO 22: Vacaciones

El lunes siguiente comenzaron las vacaciones. Tanto para Min como para mí resultaba muy relajante no tener horarios por la mañana, levantarnos a cualquier hora y sin las urgencias habituales del período escolar. Si bien yo, por la tarde, tenía la tienda, el hecho de tener más tiempo libre sumado al calor del verano que se aproximaba, nos hacía sentir cada día diferente, como si estuviéramos vacacionando en las Bahamas.

Desde aquel almuerzo fatídico, Dorian había dejado de ir los domingos a la casa de sus padres y almorzaba con nosotras e íbamos al parque los cuatro.

En la semana, él escapaba del trabajo a la hora del almuerzo y venía a comer con nosotras. A la noche cenábamos con mi madre y nos repartíamos las tareas de la cocina entre ella, Dorian y yo.

Definitivamente, ¡mucho mejor que las Bahamas!

Por la tarde, la buena de Annie no podía comprender cómo era posible que Dorian y yo no hubiéramos tenido sexo después de más de dos meses desde nuestra primera cita y dado el nivel de relación que llevábamos.

De nada serviría que yo le explicara que aún no era el momento. Que habíamos tenido frecuentes momentos en que podría haberse dado, pero hubiera sido puro instinto, y nuestra relación iba más allá de eso, queríamos algo consciente y seguro para que sea duradero. Además estaba Min, y debíamos respetar su presencia en nuestra casa.

* * *

Llegado el jueves de esa primera semana de vacaciones, Dorian me dijo:

—He terminado la pintura.

—¿Cuándo puedo verla?! -le dije muy entusiasmada, ya que hacía tiempo que quería conocer su arte.

—Si quieres venir el sábado, podría cocinar para los dos. Podrías venir a la tarde y quedarte a cenar.

Me quedé sin habla. ¿Estaba él provocando el acercamiento para generar la ocasión? ¿O era mi loco deseo que me hacía imaginarlo? Lo que sea que fuere, alteró mis terminales nerviosas y me provocó un notorio estremecimiento.

Él lo percibió de inmediato.

—¿Sucede algo? -me dijo con fingida preocupación.

Hubiera jurado que se estaba esforzando por contener una sonrisa, lo cual fue suficiente para encender mis mejillas.

—No -le respondí dándole la espalda para esconder mi turbación.

Se acercó por detrás y me abrazó con ternura. Me habló al oído en un susurro:

—Si no lo deseas está bien.

Me giré automáticamente, en un abrazo apretado, y le respondí con mi boca en la suya:

—Claro que lo deseo.

Y lo besé.

Sentí su turbación. Ahora le tocaba a él sentirse azorado.

—Voy a ayudarle a tu madre a traer los paquetes -dijo cuando logró separarse un poco y articular palabra.

Al poco rato aparecieron los tres con los ingredientes para preparar la cena -Min también hacía su parte ayudando con un paquetito-. Íbamos a tener noche de películas, así que nos organizamos a lo grande.

Después de la cena, cuando Min se durmió en mi regazo, la llevé a su cama y, luego de preparar café, los tres vimos The Fortress, una película histórica muy interesante.

Mi madre intentó irse varias veces pero no se lo permití. En su imaginación ella creía que interrumpía planes, pero yo le hice saber que no, y que, cuando terminara la película, Dorian la acompañaría hasta su casa antes de marcharse a la suya.

* * *

Al día siguiente me dio “la charla”. Que éramos adultos; que teníamos libertades y derechos; que era algo natural; que ella entendía la decisión que tomé cuando me quedé sola con Min -de hecho ella había hecho lo mismo- pero que ahora se me daba otra oportunidad y debía vivirla en todas sus facetas… porque era joven y estaba viva...

Así era mi madre: sabia y generosa. Siempre la escuché y seguiría haciéndolo siempre, porque me hablaba desde el amor de su corazón.

Yo a mi vez la tranquilicé, pidiéndole que el sábado cuidara de Min, ya que yo tenía planes con Dorian. Eso la alegró, por lo que estuvo especialmente solícita conmigo y con Dorian el resto del día.