CAPÍTULO 33: Preparativos
Conseguí las vacaciones para la segunda semana de Julio, por lo que, los escasos días que quedaban de Junio, nos dedicamos, Dorian y yo, a buscar destino, hotel y definir qué necesitaríamos para el viaje.
Elegimos las Bahamas, un lugar idílico para nuestro primer viaje juntos, específicamente nos gustó una isla en las Exumas. Escogimos un bungalow con dos cuartos y escaleras que bajaban directo a la playa, un lugar íntimo y paradisíaco, cercano a otras pequeñas islas deshabitadas que se podían visitar.
Dorian hizo las reservas por la web y también reservó los vuelos. Partiríamos el sábado.
Una vez resuelto eso, el martes realicé las listas de lo que necesitábamos llevar para tener en claro si debía comprar algo, para luego preparar el equipaje, ya que teníamos sólo tres días para hacerlo. El miércoles salí con Min a comprarnos trajes de baño, ropa de playa, y algunas prendas livianas, puesto que iríamos a un lugar cálido y no necesitaríamos mucho más que eso.
Al mediodía Dorian vino a almorzar con nosotras a casa de mi madre. Min estaba muy eufórica y monopolizó su atención enseñándole lo que habíamos comprado y pidiéndole luego que la alzara en brazos para permanecer así abrazada a él.
Aún no nos sentábamos a la mesa, cuando llamaron a la puerta. Tan pronto mi madre abrió, escuchamos una voz conocida.
—Hola, buen día, soy la hermana de Dorian. Usted debe ser Emily. ¿Me permitiría pasar?
Quedamos desconcertados. ¿Qué podría querer Elizabeth de nosotros? Miré a Dorian, y descubrí que a él también lo estaba tomando por sorpresa.
Entró a la sala delante de mi madre. Estaba elegantísima, con un traje de pollera recta y chaqueta en tono café y unos zapatos altísimos. Parecía una reina.
—Hola chicos, disculpen la intromisión… ¿Estaban por almorzar? Sólo les robaré unos minutos. Vengo a ofrecerme para ayudar a Emily la semana próxima; ya que ustedes no van a estar, yo podría darle una mano en la tienda por las tardes.
Mi madre enmudeció por un instante. Era evidente que se sintió sorprendida por la insólita oferta de esta mujer tan fina. Al cabo de unos instantes, respondió:
—Oh, no te preocupes, Elizabeth, estoy acostumbrada a estar sola en la tienda, salvo por mi pequeña compañera que ahora se irá de vacaciones -dijo mirando a Min que estaba aún en brazos de Dorian-, en realidad es un trabajo muy sencillo. Y tú eres una mujer muy ocupada, no me sentiría cómoda abusando de tu tiempo.
Estábamos todos de pie y mudos por la sorpresa, era evidente que ni a su hermano le había comentado que vendría.
—Emily, estoy segura que puede sola, y que lo hace muy bien. Pero también estoy segura de que su hija se iría más tranquila si supiera que alguien le hace compañía a diario por un rato. ¿Qué opina? ¿Me acepta?
—No te preocupes por nosotras, Elizabeth… -comencé yo.
—Está bien -dijo mi madre-, acepto tu amable propuesta -y le sonrió-. Ahora acepta tú mi invitación a almorzar. Estamos a punto de sentarnos a la mesa.
—Ay, Emily -dijo ella, mientras tomaba a mi madre del brazo-, hoy tengo otro compromiso -y dirigió una mirada furtiva a Dorian-, pero ya tendremos oportunidad.
A continuación saludó a todos, acarició la mejilla de Min, y se marchó.
Era evidente que Dorian le había comentado de mi preocupación por dejar sola a mi madre. Y si bien me ponía incómoda ese acercamiento a nuestra familia, teniendo en cuenta que nuestra relación con la suya era atroz, le estaba agradecida por su buena intención.
De todos modos, yo por mi parte, ya había intercambiado números de teléfono con Annie y le había pedido que pasara por la tienda de mi madre todas las tardes antes de entrar al trabajo, y me informara a diario cómo estaba.