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2. AMIGOS

Una semana después de que llegué a Londres y Thomas fue a verme, me llevó a visitar a sus amigos. Habíamos llegado a casa de uno de ellos. Thomas tocó el timbre y un chico de cabello castaño y ojos cafés hermosos fue quién abrió.

   –Hola Dyl –saludó Thomas–. Mira, ella es mi mejor amiga de niño. Y aún lo sigue siendo –me presentó–. Winnie. Winnie él es mi mejor amigo de la escuela. Dylan. Junto con los demás, pero no han llegado.

   –Hola Winnie. Thomas me ha hablado mucho de ti –dijo y besó mi mejilla.

   –Hola Dylan –hice lo mismo. Me sonrojé.

   –¿Y los demás? –preguntó Thomas.

   –El negro aún no llega. Y Kaya dijo que llegaba en diez minutos –me reí por el apodo–. Pero pasen, esta es su casa –dijo y se adentró.

   –¿Quién es el negro? –pregunté una vez que entramos a la casa de Dylan. Dylan empezó a reír y Thomas lo siguió.

   –Es uno de nuestros amigos –dijo Thomas sin dejar de reír–. Después te darás cuenta por qué. Es raro.

   –Todos son raros ­–dijo Dylan–. Dexter es negro. A Kaya le gustan los ancianos. Y Thomas –me miró y luego a él–, él sigue en espera siendo un soltero amargado.

   –Y a ti no sé qué te vio Britt como para aguantarte por dos años –le espetó Thomas. Presentí que se venía una muy buena pelea, pero en ese momento tocaron el timbre.

   –Iré yo –anunció con molestia. Me quedé mirándolo hasta que llegó a la puerta.

¿Qué le pasaba a éste?

   –No te preocupes –dijo Dylan–. Ya se le pasará.

   –¿Siempre es así? –pregunté.

   –No siempre. Sólo cuándo está nervioso –se encogió de hombros.

   Oí a Thomas cerrar la puerta y un chico de piel morena entró, seguido de una chica. Supuse que eran Dexter y Kaya. Aunque no entendía la broma de Dylan hacia ella. Thomas entró y se colocó a un lado de mí. Los chicos saludaron a Dylan y mi amigo carraspeó para llamar su atención.

   –Chicos quiero presentarles a alguien –empezó–. Ella es mi mejor amiga desde que vivo aquí, no es por hacerlos menos, pero lo es desde mucho antes de que ustedes vivieran aquí. Ella es la única amiga que tuve durante toda mi infancia y creo que la única que tendré, aparte de ustedes.

   –Entonces está claro que la prefieres a ella –dijo el chico moreno. Palidecí y abrí los ojos como platos.

¿Quién se creía ése?

   –Es cierto –le siguió Dylan–. Sin contar que estás más nervioso que de costumbre.

   –¿Quieren callarse? –dijo de pronto ella. Kaya–. No ven que Thomas nos está hablando en serio y ustedes salen con sus estupideces. ¿Cuándo será el día en el que dejen de hacer broma con todo? En serio anhelo ya irme para no soportarlos.

   –¿Te la dieron? –preguntó Dylan.

   –Sí –respondió–, ayer me avisaron. Ahora no desvíen el tema y dejen a Thomas terminar –agregó.

   –Sí mamá –se burlaron los otros dos. Kaya rodó los ojos. Me cayó bien al instante. Thomas le dedicó una mirada de agradecimiento y continuó.

   –Para no hacerles el cuento largo, ella es Winnie. Mi mejor amiga –el rubor llegó a mis mejillas–, ellos son Kaya y Dexter. Ambos se encaminaron hacia mí y me dieron un beso en cada mejilla. Al mismo tiempo.

   –Es agradable conocerte al fin –dijo Kaya–. Y no les hagas caso a estos dos, están un poco locos.

   –Yo sabía que eras tú –dijo Dexter–. Pero no quise adelantarme. Aun así, es agradable conocer a la persona que hace suspirar a Tommy –empezó a reír y Dylan también. Kaya le dio un zape.

   –Eres un grandísimo idiota –le dijo Thomas.

   –Pero sabes que no miento –se volvió a reír.




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