Siempre he pensado que el principio de todo es un poco más difícil que un final. Cada vez que algo nuevo comienza, la incertidumbre de lo que ocurrirá es demasiada. Por lo que, pensar en un posible final es más fácil dado que todo tiene un fin.
El empezar a escribir esto no ha sido fácil, más que una idea ha sido una decisión para poder mostrar todo lo que no soy capaz de externar.
Primero que todo quiero dedicarle esto a Gabriel, el merece todas las cosas buenas que el mundo es capaz de ofrecerle. Es un tipo de estrella que no debería orbitar en mi galaxia, pero el insiste.
Segundo, esto va para todas aquellas personas que no son capaces de encontrar un lugar en el mundo. Para todas aquellas personas que sus sueños han terminado en el polvo que se lleva el viento en el otoño. Para todas aquellas personas que piensan (tal vez igual a mi) que solo tener una vida no es suficiente para cumplir todos los deseos de nuestro corazón y para todas aquellas personas que siempre perseveraron y tuvieron un satisfactorio final.
Tercero y no menos importante, para mi padre por demostrar que el “no puedo” no es ni opción ni elección y que todo con un poco de esfuerzo es muy posible.