When We Were Young

3

Dan sostuvo su mano de Ann, durante todo el trayecto al hotel, donde en donde se estaba hospedando por el momento. 

Los corazones de ambos adultos latían a una elevada velocidad; las emociones se pueden llegar a sentir en el aire, de ese amor tan puro y perfecto; de ese que no puede llegar a existir. De ese que la gente tanto desea. Él de tu alma gemela. 

Subieron al ascensor, ambos se mantenían tomados aun de la mano, hasta esperar a llegar al piso donde el roquero habita. 

Cuando ambas puertas se abrieron, y un hubo un sonido, ingresaron al angosto pasillo típico de los hoteles. 

Ann esta desorientada, no conoce el lugar, lo único que conoce es a Dan, aquel muchacho... Bueno, ya no era un muchacho, aquel hombre que tanto ama desde que era joven. No puede evitar ser guiada por él. 

Dan abrió la puerta con la llave, tuvo que soltar por un momento la mano de Ann. Se encontraba nervioso y no podía colocar la llave en su lugar. Giro la perilla y se hizo a un lado como todo un caballero para que la escritora pasara. 

Ya adentro, Dan hizo el primero movimiento y tomó a la mujer por la cintura. Luego comenzó a besar su delgados labios, siendo correspondido por ella.

El beso comenzó a subir la temperatura, siendo totalmente lujurioso por parte de ambos. El hombre levanto a la mujer y ella rodeo la cintura de él con sus piernas mientras avanzaba hacía la cama. 

Las manos de Dan, comenzaron a moverse por todas partes del cuerpo de Ann, las caricias eran fuerte. Había ese rastro intacto de rudeza con suma delicadeza, como sí tuviera miedo de poder romper a Ann; como sí ella fuera de cristal, tratando de contenerse. 

La escritora no puede evitar excitarse ante el contacto, en cierta manera se excitaba cada vez más y más, su cuerpo busca la atención de Dan. 

Los dientes del roquero pararon en el cuello de la Ann y ella soltó un leve gemido junto con su nombre. — Dan... 

De repente la ropa comenzó a estorbar y lentamente, fueron desnudandose uno al otro, disfrutando aquel momento de pura intimidad, con cierta inociencia por parte de ambos. Despues de tantos encuentros con groupies, Dan no podía evitar sentirse cohibido cuando se trataba de Ann. Tan al contrario de ella, que se sentía tranquila de alguna forma; despues de todo estaba con el amor de su vida, la ultima vez que lo vería. Sonaba de una forma tan melancolica en su cabeza, que deseaba llorar. 

A hora, desnudos, Dan recosto a Ann en la cama, y nuevamente comenzó a morder su cuello, mientras su mano recorría su pezón; la escritora sentía que sensaciones que la volverían loca. Dejo el cuello y comenzó a morder los pezones, como en esas películas eróticas de adultos. 

Ann abrió sus piernas, sentía la necesidad crecer, tanto como sentía tambien el duro y erecto miembro de Dan, rozando su sexo. 

— Dan— Susurró en un gemido y luego lazo un suspiro.

Aquel hombre separo su piernas, y luego dedico su mirada hacía ella, como sí estuviera pidiendo permiso, en aquellos ojos se podían ver la lujuria que su cuerpo emanaba. Ann simplemente asintió. 

La mano de Dan recorrió la pierna, hasta llegar al muslo, en la parte interna de su intimidad, como acto reflejo la escritora no pudo evitar arquear su espalda ante el estimulo provocando un placer infinito en ella. 

Y pensar que tenía miedo de enfrentar de nuevo a Dan; era difícil que ambos se recuperen, sabía que después del sexo, no volvieran a ser la dulce pareja que eran en su adolescencia. 

— Te necesito. — Sus ojos cristalizados, tal vez por el momento de exitación o por el momento de melancolía; hicieron que su voz suene rara. 

Dan sacó sus dedos y se acerco a depositar un beso en los labios de la escritora. Luego se dirigió al cuello, donde dejo algunas marcas. 

 Sin previo aviso, Dan entro de una estocada en Ann, ella lanzo un gemido y él espero unos momentos por seguridad. Ella asintió con su cabeza, y Dan comenzó a moverse con mayor seguridad, sin querer lastimarla. 

Entraba y salía, Ann podía sentir como los movimientos fueron tornándose agresivos, pero sus besos eran tan delicados y tan amorosos. Ann sentía como su cuerpo se llenaba de placer; en ese momento se sentía como sí fuera el cielo, el paraíso en esa cama. 

Dan empezó a moverse aún más fuerte y más rápido, comenzó un frenesí que no paró hasta llegar al orgasmo total.

Dan se corrió dentro de Ann soltando un gutural sonido, desde el fondo de su garganta y ella un sonoró gemido. Las respiraciones agitadas de ambos, el sonido de la noche, la luz lunar entrando por la ventana de la habitación. 

Salió de Ann lentamente y se acostó en la cama, ella apoyo su cabeza en su pecho sin decir ninguna palabra, porque su cuerpo lo habían demostrado todo, se durmieron. 




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