Willa Heaton

Capítulo 6: Tyron

Llego a la escuela unos minutos antes de la hora porque no quería atrasarme. Justo en ese momento Willa les está leyendo un cuento a los niños y no puedo evitar sonreír porque ella hace los ruidos de los personajes.

Alcanzo a ver que está leyendo el de caperucita y me río cuando hace el sonido del lobo y la voz que sería de caperucita.

—Entonces caperucita comenzó a tener miedo y dijo: lobo, que dientes grandes tienes—hace la voz infantil—. Y el lobo respondió: para comerte mejor—imita la voz del lobo y los niños ríen—y saltó para comérsela.

Ella se levanta y se acerca a los niños para hacerles cosquillas. Todos ríen.

—¿Se comió a la abuela y a la caperucita? —pregunta un niño.

—Me temo que sí. ¿Qué enseñanza nos deja?

Los niños se miran entre sí.

—Que los lobos son malos y no debemos acercarnos. —responde una niña.

—Los lobos no hablan. —dice Valentina.

Valentina siendo práctica y realista como su madre, pienso.

—No, la enseñanza que nos deja es que debemos obedecer a nuestros padres y no hablar con extraños.

Valentina levanta la mano y Willa le da permiso para hablar.

—¿Y debemos hacerles caso aunque esté mal? Hay padres malos.

Valentina es demasiado inteligente para su edad. Lola la ha criado en una vida real y le explica todo en detalle.

—Bueno, hay excepciones—declara Willa dando por terminada la cuestión—. Ya saben, no hablen con extraños. ¿De acuerdo?

—¡Sí, señorita Willa!

—Genial. Ahora busquen sus cosas que sus padres vendrán a buscarlos.

Los niños se dispersan. Leo me ve, me saluda y corre a buscar su mochila en la mesa. Yo me arrimo a Willa.

—¿Qué otros talentos tienes además de imitar personajes?

Ella voltea.

—Tengo muchos, pero tendrías que agradarme para que te lo dijera.

—Cierto.

—Que crea que eres un buen padre no significa que me agrades como hombre… No sé si eso sonó bien.

Río.

—Tal vez los dos empezamos mal.

—Oh, ahora dirás que te parezco guapa y me invitarás a salir.

—Creo que eres guapa, solo que tu lengua es el problema. Y no, no te invitaré a salir. Que piense que eres buena maestra y ames a los niños, no significa que me agrades como mujer.

Ella suelta una carcajada.

—Oye mi lengua no es un problema. Es bastante genial—me saca la legua al mismo tiempo que da unas palmadas en mi hombro e ignoro la descarga que me produjo ese simple contacto—. Tu hijo se portó muy bien y estuvo bastante sociable. Valentina no le dio opción y lo tomó bajo su protección.

—¿Te dijo algo más?

—A Valentina le dijo que su madre lo manda a una escuela el día completo y que no tiene amigos porque no lo deja ir a casa de otros niños y tampoco le permite que lleve niños a su casa. Los fines de semana pasa mucho tiempo encerrado, leyendo y tocando piano. Al parecer sale cuando tú lo visitas. Por cierto, odia tocar el piano.

—Hola.

—Hermanito. —dice Willa abrazando a Rex.

Yo lo saludo con un apretón de manos.

—¿Todo en orden?

—Hablaba con tu hermana sobre mi hijo. Parece que la situación con mi ex es más complicada de lo que pensé.

—¿En qué sentido? —me quedo callado—. Ve a la oficina mañana y hablamos. No te preocupes, no dejaremos que tu ex se salga con la suya. Tus derechos los tienes porque has cumplido con las obligaciones.

—Y si descubro que mi hijo es feliz aquí y desea quedarse conmigo, pelearé por la custodia. Que sea ella quien lo vea de vez en cuando. Ya me cansé que me vea la cara y yo permitirlo pensando que era lo mejor para Leo.

—¿Vas a pedir la custodia total? —pregunta Willa.

—Lo haré si eso es lo mejor para mi hijo. Solo me importa él y su bienestar. Mi ex no es asunto mío.

Ella asiente.

—Bueno, si yo puedo ayudar, solo dime. Como ya dejé claro, los niños me importan—asiento—. Y considera llevarlo al psicólogo. Un profesional puede sacarle información y puedes usarla a tu favor en la corte.

—Willa tiene razón—concuerda Rex—. Como su padre, puedes llevarlo al psicólogo. Infórmale a la madre por escrito, pero no necesitas pedirle permiso, solo avisarle.

—Oye, Rex, ¿sabes que información tiene Cian sobre nuestros parientes desconocidos?

—No. Tú deberías saber más que yo, ya que vives con él.

Suspira.

—Vivir con Cian es como vivir con un perro que no hace nada. Se encierra en su mundo informático y apenas sale a comer. Si lo molesto, me ladra.

Rex ríe y yo reprimo una sonrisa.

—Lo peor de todo es que sé que le dices eso en la cara.

—Obvio—sonríe e intento no quedarme deslumbrado por su bonita sonrisa, a la cual no había prestado atención—. Espero que nos diga que tenemos tíos millonarios o algo así.



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En el texto hay: comedia, romance, padre soltero

Editado: 06.02.2025

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