Como cada viernes, Cian insiste en que veamos una película de acción y Valentina lo apoya, lo que es raro porque ella ama las comedias románticas; sin embargo, hoy quiere una de acción. Suele apoyar a sus padres, sobre todo a Rex, quien está desinteresado en la elección de la película porque está cansado debió a que ha estado viajando a Buenos Aires y regresado en el día para terminar con los papeles de la venta de su sociedad en la capital. Todavía no vendió su departamento y tiene que esperar a que pasen las fiestas porque todos están ocupados con eso o viajando por vacaciones.
Pensar que Rex era el más deseoso de irse cuando llegamos a la isla por causa de la herencia. Él fue quien puso más objeciones al descubrir que para poder heredar la casona familiar y venderla, los tres tendríamos que quedarnos un período de seis meses. Él estaba negado por completo y era el más ansioso esperando que el plazo se cumpliera, luego conoció a Lola y a Valentina, se enamoró de ambas y está aquí armando una vida con ellas.
Yo tampoco planeaba quedarme, aunque no sabía que haría porque no quería regresar a Tenerife donde mi exnovio tóxico se encuentra. Podría ir a otra parte de España, pero me gusta Ushuaia y su gente. El frío no es un problema, si bien extrañaré la playa.
Cian tampoco tiene idea de que hará. Su vida estaba en Brasil, solo que se divorció y puede trabajar desde cualquier parte del mundo por ser ingeniero en sistema y no depender estrictamente de alguien.
Ninguno de los tres ha tocado la cuestión de la herencia. No hemos vuelto a hablar de que vamos a hacer con la casona. El plan era venderla a un empresario inmobiliario que quiere derribarla para construir un hotel, pues las vistas son privilegiadas. Rex dijo que, si tuviera el dinero para invertir, él mismo haría construir el hotel. Yo sugerí transformar la vieja casona en una casa de huéspedes y mis hermanos se negaron por completo porque las reparaciones serían muchas y conviene derribar y construir algo desde cero.
¿Podría ser una escuela de arte? Tal vez se podría usar para actividades extracurriculares de dibujo y pintura. Si bien, habría que reparar y modificar muchas cosas, también tendría que contratar personal y no sé si habría suficientes estudiantes.
Mis hermanos no aceptarán mi propuesta al menos que vean buenas ganancias y yo no tengo dinero para comprarles sus partes.
Suspiro.
Mejor dejo de volar mi imaginación. Con la venta es mejor que agarre mi parte, quizás compre algo pequeño para vivir y haga oraciones para que mi puesto de maestra de primaria sea permanente y pueda quedarme trabajando de lo que me gusta. Solo debo validar mi título aquí y tengo como ventaja que no hay muchas maestras peleando por un puesto. Muchos residentes se van a otras partes y los que vienen de afuera no soportan las estaciones frías.
—¡Tía Willa!
Salgo de mis pensamientos y miro a sobrina. No tengo idea que me estaba diciendo, pero asiento.
—Sí.
—¡Te lo dije, tío Cian! A la tía Willa le gusta el tío Tyron.
Abro los ojos y niego con la cabeza.
—Espera… ¿Qué? No, no, definitivamente, no.
—No creí que Rex tuviera razón.
—¿Razón en qué? Tyron no me gusta, para nada.
—Te pregunté y dijiste que sí. —reclama Val.
—Me refería a la película. Voto que sí a la de acción.
Cian ríe.
—No estábamos hablando de la película.
—¡Cállate!
Le tiro la almohada, Cian la esquiva y me tira el otro almohadón.
No sé como es que terminamos persiguiéndonos como dos niños. Valentina ríe y aplaude.
Rex y Lola deben estar besuqueándose en la cocina, como siempre.
—Solo admite que te gusta. Es un buen tipo. —dice Cian.
—No es así. Su hijo me agrada.
Cuando Tyron y su hijo llegan, nos encuentran a Cian y a mí peleando con almohadones. Rex nos reclama y Valentina pregunta si Leo y ella pueden unirse a nuestra guerra de almohadones.
—No, basta de guerra—corta Lola—. Pasen e ignoren a mis cuñados.
—A veces se portan como niños. —agrega Rex.
Cian y nos miramos, asentimos y golpeamos a Rex con los almohadones al mismo tiempo.
Valentina agarra uno y le pega a Cian porque a mí me defiende también.
—No, a papá no. Yo te defiendo, papi.
—Me hubiera gustado crecer con hermanos. —interrumpe Tyron sonriendo.
—Yo deseaba ser hijo único. —dice Rex.
—No podrías haber sobrevivido sin nosotros. —exclama Cian.
—Ustedes no habrían sobrevivido sin mí.
Suspiro.
—Yo seguro que no sin ustedes. —agrego.
Cian acaricia mi brazo y Rex mi mejilla.
—Estamos bien, Willa.
Creo que nunca estaremos bien por completo porque los recuerdos nos siguen invadiendo. Lola me ha dicho que Rex suele tener pesadillas ocasionales y conversan mucho cuando él le comenta que tiene miedo convertirse en su padre.