Willa Heaton

Capítulo 13: Willa

—Maldición. —exclamo al pincharme.

—¿Estás bien? —pregunta Cian.

—Sí, solo una astilla. Dime de nuevo por qué te pareció buena idea venir a esta casa.

—Fue tu idea y yo te seguí para no dejarte venir sola.

Resoplo.

—Dime por qué se me ocurrió esta estúpida idea.

Ríe.

—Hermana, si no lo sabes tú.

—¿Sería muy loco quemar la casa? No hay muebles porque el esperma de alcantarilla que nos engendró vendió casi todo para sustentar su vicio luego de la muerte de mamá y el ático no hemos encontrado nada de interés. Rex debería estar aquí.

Cian exhala un suspiro hondo, el cual indica que está armándose de paciencia. Cian me tiene mucha más paciencia que Rex y por eso trato de no volverlo muy loco, aunque eso signifique volverme loca a mí misma.

—No podemos quemar la casa por mucho que nos gustaría. Creo que podemos tirarla abajo.

—No me des ideas.

Aparto una caja llena de tela de arañas y desisto de buscar sea lo que sea que estoy buscando.

—¿Se puede saber que te pasa?

—Odio este lugar y no descarto que haya algún fantasma.

Ríe.

—No me refiero a este lugar, sino a ti. Volviste rezongona del trabajo cuando sueles volver animada. Ayer estuviste casi todo el día encerrada sin molestarme por yo estarlo.

—Un mal día. ¿No puedo tener un mal día?

Mi hermano me observa.

—Sí, supongo. Es raro porque tú eres muy positiva.

—Tengo mis momentos.

No puedo decirle a mi hermano que sentí celos de ver a Tyron hablando con una mujer, que en realidad no me hubiera afectado si Melisa no hubiese comentado que Lara y Tyron están juntos.

No debería importarme porque él tiene derecho a acostarse con una mujer para sacarse las ganas y no es nada mío. Además, la mujer, quien trabaja de camarera es muy guapa y hace linda pareja con él.

Melisa no especificó si salen juntos o no, solo dijo que se acuestan. Es posible que lo hayan mantenido en discreción. Yo no había prestado atención.

Cuando me invitó al espectáculo de luces porque Leo quería que fuera, casi me dolió el estómago. Lo último que quería era estar de niñera de Leo mientras él paseaba con esa camarera.

Acepté una tregua con él por el bien de Leo y no pude evitar ser amable con él luego de que él lo fuera conmigo y me ayudara el sábado.

Sé que no puede pasar nada entre nosotros porque no somos compatibles y él no quiere saber nada de mí. Si me invitó no fue por desear pasar tiempo conmigo, sino por insistencia de su hijo.

Me niego a sentirme atraída por él porque no me acuesto con hombres sin sentir algo y no quiero sentir nada por un hombre que es amable solo porque soy buena con su hijo o por sentir pena por mí luego de lo que pasó el sábado.

Algo que odio es que la gente sienta pena por mí, por lo que no cuento mis dramas a nadie.

—¡Willa!

—¿Qué?

Miro a mi hermano que tiene la atención sobre algo, me acerco y me asomo a su costado.

—Creo que este era nuestro abuelo, el padre de mamá.

En la fotografía está un hombre de unos sesenta años posando en la entrada de esta casa. Si bien la casa de la fotografía está pintada y arreglada, nada que ver a la de ahora que parece la casa de los sustos.

Meto la mano en la caja y encuentro más fotos. Todas del mismo hombre. Cian agarra una donde parece que es nuestra madre en compañía del hombre versión joven y una señora. Ella viste como si fuera testigo de jehová con falda larga y camisa abotonada hasta el cuello. La joven en medio de ambos debe ser mamá de joven.

—Nuestra madre tiene una mirada muy triste en esta foto. —paso el dedo por encima.

—En todas las fotografías.

Asiento.

Escuchamos un ruido y una caja se cae, doy un salto y abrazo el brazo de mi hermano.

—¿Qué fue eso?

—La caja que se cayó.

Lo miro con el ceño fruncido.

—Jaja, muy gracioso. Me refiero al ruido que escuchamos antes de la caja.

—Tranquila, movimos algunas cajas y las cosas se movieron. No pasa nada.

Asiento.

—Salgamos de aquí. Ya tuve suficiente de nuestro progenitor en vida, no me interesa hablar con su fantasma.

—Nos llevamos esta caja. Además de fotos, hay papeles.

No pongo objeciones. Cian lleva la caja y yo pego a él alumbrando con la linterna, agradecida que los días sean largo y todavía hay luz afuera, la cual se filtra por las ventanas.

Cian carga la caja en el auto y yo subo. Menos mal que Rex se fue sin el auto y lo dejó, sino habríamos tenido que caminar, aunque es posible que no hubiéramos venido hasta aquí. Ni siquiera entiendo por que se nos ocurrió.



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En el texto hay: comedia, romance, padre soltero

Editado: 06.02.2025

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