Mi madre señala que Willa está ahí y me sorprendo de verla porque dijo que tenía que hacer mudanza con su hermano, aunque él está con ella y es posible que hayan decidido bajar al centro por algo de comer, pues está comiendo. Además, su mudanza no debe ser la gran cosa porque no tienen muebles. No debieron tardar tanto.
Cian alza la mano saludándonos y le devuelvo el saludo. Willa nos observa y sigue comiendo.
—Vamos a acercarnos a saludar. Quiero conocer al tercer hermano Heaton. Apenas lo vi dos segundos en la graduación de Valentina y se fue antes de poder hablar con él.
—No es muy sociable.
—Vamos—dice mi hijo tirando de mí—. Quiero pizza.
Sonrío.
Me cuesta decirle que no a mi hijo, siempre y cuando no sea algo que lo afecte directamente.
Willa se mostró algo distante el día de hoy y tal vez se deba a lo que pasó el sábado, o solo tuvo un día largo.
Sigo a mis padres que quieren saludar a Willa y conocer mejor a Cian. No me queda otra opción.
Los hermanos Heaton sonríen cuando nos acercamos. Willa y mamá se saludan con un abrazo. Papá también abraza a Willa, lo que me sorprende porque él no es de abrazar a las personas salvo a mamá. En eso salí a él.
Cian nos estrecha las manos e invita a Leo una porción de pizza, él me mira durante unos segundos, asiento con la cabeza y se sienta con él a comer pizza.
—Tomen asiento. —nos invita Cian.
—No vamos a decir que no—exclama Marina—. Justo le estaba diciendo a estos hombres que nos sentáramos a comer.
—Está lleno de turistas. —exclama papá acomodando otra mesa para que entremos todos, pues la mesa de los hermanos es solo para cuatro personas.
—Toma asiento, Tyron. —invita Cian.
Suspiro al ver que el único lugar vacío es al lado de Willa. Me siento no teniendo otra opción visto que mis padres y mi hijo se han puesto cómodos.
El camarero aparece en ese momento y pedimos dos pizzas más. Mi hijo aplaude porque se declara fan de la pizza y en casa no come nunca.
—Pensaba que estaban haciendo mudanza a otra cabaña. —me atrevo a comentar.
—Sí, ya lo hicimos—responde Cian—. No teníamos mucho que mudar.
Miro a Willa y estiro la mano, ella me mira con sorpresa.
—Tienes tela de araña en el cabello.
—¿Qué? —se toca la cabeza—. ¿Dónde? Dime que no hay una araña.
Río.
—No se ve ninguna. Permíteme. —le quito la tela de araña de su cabello—. ¿Dónde anduviste metida?
—Fuimos a la vieja casa, a donde crecimos.
—Mi hermana quiso ir a invocar los espíritus de nuestros padres muertos.
—¿Sus padres están muertos? —pregunta Leo.
—Sí, se fueron al cielo. —responde mamá.
—Yo diría al infierno—agrega Willa en voz baja—. No fuimos a invocar espíritus.
—Los espíritus no existen—habla mi hijo—. Solo los fantasmas y se quedan en la tierra porque tienen asuntos pendientes que deben resolver.
—Chico inteligente. —destaca Cian.
—Vimos la película de Casper. —agrega mamá.
—Solo fuimos a ver si encontrábamos algo útil en las cosas almacenadas en el ático—comenta Willa—. Vamos a tirar o a donar lo que haya para dejar todo vacío para cuando la demuelen y hagan el hotel.
—¿Ya tomaron la decisión? —indaga papá.
—Ninguno de los tres quiere vivir ahí, renovar la casa saldría una fortuna y no tenemos el dinero para hacer el hotel nosotros. Es más fácil vender a un buen precio y tomar el dinero. —responde Cian.
Willa asiente.
—No tenemos recuerdos que queramos conservar.
—Leo, come más despacio. —regaño.
Willa ríe, agarra una servilleta, limpia el rostro de mi hijo con esta y se la acomoda en su cuello.
—Hay viene más pizza. —le dice y mi hijo sonríe.
—¿Y planean quedarse definitivamente en la isla? —cuestiona mamá—. Sabemos que Rex se quedará.
—Si me ofrecen un trabajo a tiempo completo, es posible. —responde Willa.
—Yo no tengo idea. Supongo que lo veré en el momento.
—Si no vas a volver con tu exesposa y puedes trabajar desde cualquier parte, deberías quedarte. —sugiere Willa.
—Ya veremos.
Cian es un verdadero misterio, incluso para sus propios hermanos. Es difícil saber que piensa y que planea hacer. Creo que ni él mismo lo tiene definido.
La conversación se centra en el espectáculo de luces. Para cuando terminamos de cenar y pagamos, comenzará en media hora, así que decidimos ir todos juntos a buscar un buen lugar.
Leo se queja de que tiene frío y Willa le ayuda a colocarse la chaqueta. En vez de agarrar mi mano, agarra la de ella, quien le cuenta un poco la historia de Ushuaia.