Winny, el gato feliz

『Capítulo 9』

En la casa, el frío se sentía con fuerza. Aunque tengo pelaje, había momentos en los que lo helado atravesaba hasta mis patitas. Me acurrucaba, me hacía bolita, pero aun así, tiritaba un poco.

Un día, mamá llegó a casa con una caja grande blanca de icopor. Sin decir mucho, comenzó a trabajar con ella como si fuera una escultora y aquella caja su arcilla. Yo, curioso como siempre, la acompañé durante todo el proceso.

No entendía bien qué estaba haciendo, pero la observaba con atención.
Moldaba, recortaba, acomodaba. A su alrededor caían pequeños trocitos blancos, que parecían nieve esparcida por el suelo.
Cruzó algunos alambres, sudaba, se concentraba tanto que ni siquiera me miraba.

Después de un rato, la forma apareció ante mis ojos.
Un iglú.
Un iglú para mí.

—Para que no pases frío —dijo, pasándose la mano por la frente húmeda de sudor.

Me hizo entrar al iglú: hecho a mi medida, con espacio suficiente incluso para otro gato. Pensé si Fity lo usaría.
Tal vez no... ella es distante.
Pero igual sería un espacio compartido.

Esa noche dormí ahí. Y la siguiente también. Muchas siestas, tardes enteras, noches completas.
El iglú quedó ubicado en un armario frente a la cama, y como ya era grande, podía saltar hasta él sin ayuda.

Y sí, la duda se resolvió: Fity no quiso compartirlo.
Ella, con su estilo solitario, también reclamó ese espacio como suyo.
Así que tuvimos varios desacuerdos... digamos, competencias felinas.
Corríamos por ver quién llegaba primero al iglú para tomar la siesta.
Quien ganaba, dormía cálido y cómodo en el iglú.
El otro, terminaba en la cama, que no estaba mal... pero no era el iglú.

En una de esas tardes tranquilas, mamá me trajo un regalo:
un peluche pequeño, un oso de colores como un arcoíris.

Desde entonces, fue mi compañero de siestas.
Cuando estaba en el iglú, él estaba conmigo.
Cuando me alejaba, los humanos me lo acercaban para que no durmiera solo.

Ese peluche se convirtió en mi amigo silencioso, el que siempre estaba ahí, entre sueños y ronroneos.
En medio del frío, de las carreras con Fity, de los días largos, mi iglú y mi osito fueron mi refugio.




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