Diciembre es un mes de celebración, de familias unidas y momentos especiales. Es el único mes que recuerdo bien porque la chica lectora repetía muchas veces las fechas mientras iba de un lado a otro con su computador. Siempre la escuchaba decir números y fechas mientras estaba muy ocupada.
Recuerdo todo eso con claridad porque, en esos días, sentí ganas de dormir en el cuarto de la chica lectora y pasar tiempo con Fity, como antes lo hacía Katy. Así que comencé a tomar algunas siestas en su habitación. La chica me ponía una manta con huellas, muy suave, para que yo pudiera descansar tranquilo.
Los rayos de sol entraban por la ventana y llegaban hasta la cama. Eso hacía que mis ojos verdes brillaran más, mientras yo miraba hacia las nubes desde la cama, sintiéndome en calma.
Por las noches, mamá me llevaba con ella a su cuarto para dormir juntos. Pero en las tardes, prefería quedarme con la chica lectora y con Katy, descansando cerca de ellas.
Un día, cuando el sol brillaba fuerte, la chica me dejó acostarme en una manta con estrellas dibujadas. Dormí allí por un rato, sintiendo el calor del sol, el amor de mi familia y mi respiración lenta. Fue un momento de paz.