Mamá estaba ocupada con sus dotes de modistería, preparando un vestido para la chica lectora. Pasó días enteros organizando las telas, como lo hacía con mi ropa. Sobre todo, mi pañoleta color negro con rayas, que yo utilizaba más. Creo que es mi favorita, porque siempre me vestía mamá con ella.
Prosiguiendo con el relato, mamá estaba ocupada con el vestido de la chica lectora. Yo las acompañaba, con la respiración lenta y los ojos centrados en los brillantes de la tela. Cuando la chica lectora se puso el vestido color lila claro, la miré brillar de forma literal. Algunos pensarán que fue por los brillantes, pero yo creo que era porque fue de las pocas veces que la vi con una sonrisa transparente de felicidad. Sí, de esas sonrisas que solo nosotros, como seres gatunos, podemos identificar.
La chica lectora abrazó a mamá y le agradeció por el vestido. Me alzaron de la mesa con una manta de forma cuidadosa, sacaron un celular y nos tomamos fotos juntos. Otro recuerdo para mi corazón feliz.
—Te queremos, Winny —dijeron ambas.
Sus voces hacia mí son un recuerdo para mi corazón feliz.