Reservación de la Luna
Mientras caminaba por los pasillos de la Universidad, buscaba con la mirada a Wanda. Emma iba al lado mío, a la vez que ella la llamaba con su celular.
—Wanda no atiende, es inútil— dijo para luego guardar el celular en su bolso— Por cierto, me agregaron a un grupo de ciencias mixtas, ¿Es para tí?— preguntó.
—Si, lo siento. Se me olvidó decirte— murmuré sin ganas de seguir respirando— puedes salir, da igual... Voy a reprobar de todas formas.
—Pues si piensas así, obviamente reprobarás— me frenó repentinamente, tomándome del antebrazo— sólo pasaron dos semanas desde que empezamos con las clases... Puedes ponerle más empeño en aprobar.
—Emma, si me encuentro en este maldito lugar es prácticamente porque estoy obligada por mi papá. Así que sí, él se salió con la suya, pero no pienso estudiar. Es la decisión de él desperdiciar su estúpido dinero conmigo— me libré de su agarre, y seguí caminando hacia adelante.
Pero a mi amiga no le bastó, y siguió con su absurda insistencia.
—Que el año pasado, haya sido una mierda, no significa que este sea igual.
—¿Sabes? Nunca voy a entender tu maldito afán de preocuparte por mi patética vida.
—¡Pues Porque eres mi amiga y te quiero, idiota!— exclamó enfadada.
—Pues deja de hacerlo, yo no te lo pedí— bufé de mala gana.
—Está bien. Que tengas un muy buen cumpleaños, Julieth. Arruinaste todo lo que tenía planeado para tí— dijo y caminó velozmente por la dirección contraria a la mía.
Soy una estúpida, lo sé.
Pero tal vez sea mejor así.
Voy a tomar como un regalo, el que Emma me haya dejado en paz por un maldito día.
—Ya se le va a pasar— murmuré para mí misma, para luego continuar con mis pasos.
Luego de mi aburrida clase de Historia, caminé por los pasillos hacia mi clase de filosofía.
Odiaba con mi vida esa materia.
El profesor es un anciano que detesta a los jóvenes y a la vida por completo. Habla siempre con disgusto, y saluda de muy mala manera. Supongo que habrá tenido una vida muy miserable, así que algo parecida será mi vida... Pero sin contar su profesión, ya que yo seré una completa fracasada.
—Buenos días, chicos— dijo el anciano, de mala gana— Saquen el libro "La Odisea" hablaremos de su trama, en la clase de hoy...
Me sobé el rostro, con cansancio.
—Vayan a la página veintiuno— ordenó.
Luego de otra aburrida clase, me dirigí a las restantes, y por fin había terminado la jornada de estudio, por el día de hoy.
Salí de la clase de Matemáticas, y caminé por los pasillos, dirigiéndome al baño.
—Julieth— habló alguien detrás mío.
Me dí la vuelta para ver de quién se trataba, y mis ojos chocaron con los de él...
El chico de mirada verde.
—Ho-hola...— Susurré con torpeza.
—Venía a buscarte porque no contestas ningún mensaje al grupo, y me acabo de enterar que recientemente saliste— me mostró la pantalla de su celular, y efectivamente acababa de salir.
O bueno, en realidad lo hizo Emma.
Me quedé prendida en su mirada, y estoy segura que él pensaba que soy demasiado rara.
No puedo comportarme así, cada vez que lo miro.
—Si, lo lamento. No haré el trabajo con ustedes— solté luego de un estúpido momento incómodo de silencio, hecho por mí.
Es sólo una persona con ojos verdes.
Actúa normal, imbécil.
—¿Pero por qué?— habló La profesora fue quien eligió a los grupos, no puedes cambiarte así de la nada— habló con notable molestia.
¿Qué demonios ocurría con él?
—Disculpa, ¿me recuerdas tu nombre?
—Logan— respondió secamente.
—Bien, escucha Logan, no me cambié de grupo si es eso lo que te molesta. Directamente no pienso hacer el estúpido trabajo.
—Pero nos dejarías con un participante menos.
—No es problema mío— murmuré y me dí nuevamente la vuelta, para retomar mi camino.
—Entonces háblalo primero con la profesora Kayfiel— comenzó a caminar a la par mío— Así directamente te desaprueba.
Me detuve repentinamente, y lo miré.
—¿Por qué insistes tanto? ¿Nadie te dijo que eres muy molesto?— solté enfadada.
—Vayamos ahora con la profesora...— dijo con firmeza.
Es tan lindo el infeliz, pero tan jodidamente molesto.
—Escúchame — me acerqué más a él— si quieres hablar con la profesora, pues ve tú. A mí déjame en paz.
—¿Por qué te molesta tanto hacer lo que debes hacer?— su entrecejo estaba fruncido— O vas y le dices a la profesora que no quieres hacer el trabajo, o cierras la maldita boca, y haces lo que debes hacer.
—Oblígame— me crucé de brazos.
—Oh, es lo peor que pudiste haber dicho. Ahora seré como tu sombra, siguiéndote a cada sitio al que vayas, para asegurarme de que estés en el maldito grupo de ciencias mixtas— habló velozmente, y con demasiada molestia en su voz.
—¿Qué demonios pasa contigo? ¿Acaso eres un maldito psicópata de los buenos promedios?
—Probablemente, y mis notas no bajarán por un capricho tuyo— dijo y también se cruzó de brazos.
—Medícate y luego hablamos— salí del lugar, caminando velozmente, dejándolo atrás.
Y pensar que parecía alguien normal...
Estúpido de ojos lindos.
—Hola Josh— saludé a mi jefe, y me puse detrás del mostrador, para colocarme el delantal azul marino.
—Feliz cumpleaños, chica pervertida— dijo y me atrapó de un abrazo.
—Gracias Garen...— sonreí.
—Toma, ábrelo antes de que vengan más clientes— me entregó una pequeña caja, atada con una cinta.
—No tenías que...
—Shh, lo sé.
Quité con cuidado la cinta rosa, para luego abrir la caja.
Estoy segura que le hubiese dado un buen golpe, si no estuviera en mi trabajo.
—¿Condones?
El se rió.
—Si, lo necesitarás en algún momento — respondió entre risas.
—Mejor cállate.
—Hay algo más— dijo y fruncí en ceño.