Y ahora ¿qué hago? #1

1*** Una visita al médico.

Dos meses después...

 

Jess caminó junto a Sandra por el comedor de la empresa mientras su amiga se servía una cantidad inimaginable de comida. Sólo de ver aquella bandeja repleta sentía ganas de vomitar. También se sentía algo frustrada. Hasta hacían unas semanas ella había tenido un apetito parecido, pero en aquel momento no podía evitar sentirse como bailarina anoréxica.

¿Sólo piensas comer eso? preguntó Sandra, mientras caminan a la mesa donde solían sentarse todos los días desde hacían cuatro meses.

Jessica le restó importancia con un gesto de sus manos.

–¿Qué tiene de malo? –. Miró su bandeja parcialmente vacía y frunció el ceño.

Es solo yogurt y queso. No puedes alimentarte en base a eso.

Claro que puedo, es una dieta rica en calcio.

Y nada más. ¿Qué te sucede, Jess? Has estado tan rara en estos días.

Jessica levantó la vista con desgana. Solo eran la una del día, pero se sentía demasiado cansada incluso para sostener aquella conversación. "Eso es porque tienes cinco días alimentándote con sólo queso y yogurt" gritó una voz en su cabeza. Hizo a un lado la molesta voz y respondió a su amiga.

No tengo nada. Solo estoy un poco cansada.

Pero si no has hecho nada hoy. Pensé que estarías contenta de que Brett no estuviera aquí para molestarte.

Siempre es bueno perder a Brett de vista, pero su fantasma me persigue, tengo trabajo que hacer, aunque él no esté.

¿Te refieres a contestar sus llamadas? se burló Sandra.

Jessica la ignoró. Si bien era cierto que había hecho prácticamente nada en todo el día, había algo llamado estrés a lo que su jefe, Brett, la sometía cada día con sus peticiones imposibles y su actitud insufrible. El estrés dejaba sus secuelas.

Se repitió por enésima vez que por lo menos no la había despedido, pero había hecho cada día de su trabajo allí miserable. Intentaba calmarse diciéndose que él siempre había sido así, no tenía nada que ver con el hecho de que se hubieran acostado, es más, seguro ni lo recordaba. Ella había intentado aguantarse, pero cada día se lo hacía más difícil; como dos días antes, cuando había esperado hasta las 4:30 P.M. para pedirle un informe que Jessica tenía que entregar hasta el viernes.

Ella se arrepentía de pocas cosas en su vida, pero sin lugar a dudas acostarse con su jefe era una de ellas.

¿Sigues en este mundo, Jess?la llamó su amiga.

Jessica cometió el error de levantar la vista justo cuando su amiga daba una gran mordida a su emparedado de mantequilla de maní y sintió como se le revolvía el estómago, hizo un esfuerzo y contestó.

Aquí estoy, Sandra, solo pensaba.

Piensas mucho últimamente. ¿Hay algo que deba saber? cuestionó su amiga, preocupada.

Tal vez aquel era el momento de liberarse un poco y contarle a Sandra lo que sucedía, no había nadie más indicado que ella, primero, porque tenía varios años trabajando en aquel lugar, la conocía a ella y conocía a Brett, segundo: porque nadie daba mejores consejos que Sandra. En los pocos meses que llevaba conociéndola, Jessica tenía la impresión de que su amiga había pasado por todas y cada una de las situaciones más ilógica. Además de que terminaría volviéndose loca si no se lo decía a alguien. Esa era la más importante de todas las razones.

Bueno... Hay algo que tengo que contarte.

Pues comienza.

Sandra volvió a dar un mordisco a su emparedado y el autocontrol de Jessica se hizo añicos, salió corriendo del comedor rumbo al baño, conteniendo las ganas profundas de vomitar.



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En el texto hay: adolescente, jefa y empleado, embarazo

Editado: 02.05.2019

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