Que su auto se averiada frente a la casa y pudiera repararlo con calma o llamar a un mecánico, era una desafortunada situación; pero que eso sucediera a medio camino después de la oficina en un lugar por el que, aparentemente, no pasaba nadie y para colmo, donde no había recepción telefónica, eso era mala suerte. No, malísima suerte.
Pero, bueno ¿Por qué la sorprendía? La buena suerte no había sido una constante en su vida en los últimos meses.
Salió del auto echando tanto humo como este. El día anterior Lo había pasado completo reparándolo y podía jurar que lo había hecho bien, más que bien, fantástico. Si las cosas continuaban así, tal vez debería considerar la idea de comprar un coche nuevo. ¿Por qué la perseguían las desgracias? Había tantas personas en el mundo pasándole cosas maravillosas y luego estaba ella, que al parecer recibía toda la mala suerte que sobraba en el universo.
Pasó diez minutos con la cabeza metida debajo del capó, pero no pudo resolver nada. Al final solo logró ensuciar sus manos y sudar su cabello. Frustrada volvió a entrar en su auto, intentó nuevamente con su teléfono, pero al igual que la vez anterior, no había recepción. Si no podía al menos llamar una grúa, corría el riesgo de pasar el resto de su vida allí.
Volvió a salir del auto. Esperaba que alguien pasará para así poder pedir ayuda, quizás alguien con un teléfono que si tuviera recepción para que le llamará una grúa, pero no sucedió. Era como si todo el mundo hubiera elegido aquel día para no pasar por allí. Y su teléfono seguía sin señal.
¿Cuál era la famosa frase de Coelho? "Cuándo sabes lo que quieres el universo conspira para que lo logres" ella no quería quedarse varada en medio de un lugar por el que no pasaba nadie. Entonces, Coelho, ¿Por qué el universo conspiraba para ello?
Al cabo de algunos minutos perdió la esperanza, así que se metió en el auto nuevamente. No quería que el primer auto que pasara la atropellara en medio del camino. Como si se tratara de una película de terror mala y muy predecible, nadie pasó ni una vez por la condenada carretera. ¿Por qué Brett no podía vivir en el centro de la ciudad? Simple, porque ella tenía mucha mala suerte.
Cuando pasaron las horas y comenzó a caer la noche Jess definitivamente perdió la paciencia. Salió del auto con su celular y comenzó a alejarse de él un poco para intentar conseguir un poco de recepción, pero fue imposible, así que pasó rápidamente de la desesperación a la resignación.
Esperaría allí hasta que alguien notará que no aparecía, y por alguien se refería a Jason, claro. Sólo esperaba que eso ocurriera antes de que muriera de inanición o la devorarán los animales salvajes. Para hacer la espera menos lenta y terrorífica, encendió la luz interior del auto y las luces de parqueo, porque al menos eso si funcionaba.
"Jessica, calma" se dijo respirando profundo "Inhala paz y exhala ansiedad".
Aquellas palabras que había escuchado tantas veces de los labios de su madre, se convirtieron en aquel momento en otro de sus mantras sagrados a tal punto que se quedó dormida.
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Alguien estaba moviendo su cama, muy seguramente era Jason. ¡Y luego se quejaba cuando ella le decía que no tenía una vida! Jessica intentó girarse y decirle que se marchara, pero en el momento en que fue consciente del dolor de su espalda se olvidó por completo de Jason y maldijo.
Pero unos segundos después una ráfaga de realidad azotó su cerebro. Aquella no era su cama, era un asiento... un asiento de auto. Rápidamente recordó lo que había sucedido, pero no se atrevió a abrir los ojos porque, si no estaba en su habitación entonces, quién estaba con ella no era Jason. ¡Oh divina mierda! ¿Quién sería? ¿Un ladrón? ¿Un secuestrador? ¿Un violador? ¿O tal vez un comerciante de órganos? ¿Iban a asesinarla?
–Jessica, despierta.
¡Qué horror! El ladrón secuestrador violador comerciante de órganos sabía su nombre. Espera un momento... ella conocía esa voz. Esa era la voz de Brett. Aunque también podía ser su cerebro adormilado jugándole una mala pasada.
Por si estaba equivocándose abrió lentamente el ojo derecho, intentado poder ver el rostro de la persona junto a ella y efectivamente, se encontró con el rostro de Brett mirándola con fastidio. Aliviada, dejó salir todo el aire de sus pulmones.
–Gracias al cielo. –Exclamó.
Brett cruzado de brazos en el asiento del copiloto le dedicó una mirada asesina.
–Sabía que eras una irresponsable, pero no que fueras estúpida. –reprochó. –¿Qué haces dormida en medio de la nada?
–Nada. Decidí tomar una siesta, solo para ver si algún animal hambriento me convierte en su cena. –dijo con ironía.
El pareció perder la paciencia por unos segundos. Se detuvo a respirar profundamente y luego agregó: