Y ahora ¿qué hago? #1

27*** Penélope.

Brett cerró la puerta de un portazo que provocó que Jessica se sobresaltara, pero aun así se quedó justo donde estaba, no porque quisiera, sino porque sus pies estaban pegados al suelo.

Aquello había sido, sin lugar a dudas, la situación más incómoda en que se había encontrado alguna vez en su vida. Los pocos minutos que había pasado allí de pie, petrificada en medio del salón había estado deseando que la tierra la tragase, pero no tenía tanta suerte. Por un momento, mientras Miranda se marchaba quiso suspirar aliviada, gracias a cielo logró contenerse.

Cuando sus ojos por fin se encontraron con los de Brett, el estómago de Jess se encogió. Y no precisamente por el hambre.

-Jessica, yo...

-¿Dos semanas? -le interrumpió, porque la verdad era que en aquel momento no le interesaba escuchar nada de lo que él tenía que decir. - ¿Vas a casarte en dos semanas? -Volvió a preguntar con un susurro apenas audible.

-Iba a casarme en dos semanas. -respondió haciendo énfasis en la primera palabra.

A Jessica no le importaba la diferencia que podía hacer una palabra. Estaba enojada como no lo había estado nunca y agradecía a los cielos que él no intentara acercarse o tocarla, porque juraba que lo golpearía.

-¿Cuándo pensabas decírmelo? ¿Cuando salieras de traje rumbo a la boda o cuando volvieras de la luna de miel con Miranda en brazos? -Su voz fue gradualmente en ascenso hasta convertirse en un grito airado.

-¿Eso que importa? Ya no voy a casarme.

-Dijiste que aún no había fecha. -Lo acusó.

Ni siquiera sabía porque le importaba tanto aquello. Ella misma le había dicho que debía casarse y que no le importaba como o cuando lo hiciera, menos debía importarle que le mintiera, porque nadie había mentido u omitido información más que ella en toda aquella situación.

No tenía razones concretas para estar enojada, pero lo estaba y se negaba a escuchar la voz dentro de sí misma que le decía que estaba celosa. Tal vez lo estaba. Ya no importaba.

- ¡Porque no había fecha en ese entonces! -suspiró pasándose las manos por el cabello -No quiero seguir hablando de Miranda o de una boda que se canceló.

-Dime que quieres hablar, entonces. Te escucho.

Brett se quedó mirándola a los ojos. Era la primera vez que en su rostro no había un gesto de arrogancia o de fastidio, más bien parecía abrumado, Jessica solo estaba harta.

Harta de Brett, harta de estar embarazada de un bebé que no había deseado, harta de haber tenido que darle un cambio tan drástico a su vida. Estaba harta de sentirse culpable, de sentirse avergonzada... Estaba tan harta de tantas cosas que por poco se le saltan las lágrimas, claro que nunca permitiría que eso sucediera frente a Brett, primero muerta.

Respiro profundo y fijó la vista en él, parecía que nunca respondería a su pregunta, como si se hubiera quedado en el aire mientras meditaba su respuesta. Bien, ya no quería escuchar nada, solo necesitaba salir de allí y pensar sobre sus cosas en algún lugar que Brett no hubiera contaminado, pero lo más lejos que llegó fue al sofá de la esquina que estaba a escasos diez pasos. Estaba demasiado mareada como para hacer una huida aparatosa.

-¿Estás bien? -cuestionó Brett, con un profundo gesto de preocupación.

-No pasa nada. -cerró los ojos mientras esperaba a que todo dentro de su cabeza volviera a colocarse en su lugar.

-Estás pálida -objetó-. No me digas que no pasa nada.

En su interior, con los ojos cerrados, Jessica rodó los ojos. Que hombre tan molesto y tan tonto. Prefería esos adjetivos y no en los que realmente estaba pensando como "dulce" y "atento", ella muy bien sabía que Brett no era esas cosas.

-Se llaman mareos, suelen sucederle a las embarazadas, también me sucede a mí. Si no lo sabías te recomiendo que desentierres tu libro de educación sexual y estudies un poco sobre eso. También aprende como se usa un condón, aunque a mí ya no vaya a servirme de nada. -respondió cortante.

-No lo sabía.

-Se nota -dijo señalando su vientre.

Contuvo las ganas de reírse cuando vio el ceño fruncido de Brett.

-Me refería a los mareos, no sabía que aún los tenías.

-Ah, tal vez porque es la primera vez que coincidimos en la mañana desde que me estoy quedando aquí. ¿Cómo esperabas enterarte? ¿Qué te lo enviara por fax?

-Lo siento.

-Olvídalo. -Cortó- Voy a la habitación, iré empacando algunas de mis cosas.

-¿Empacar? -cuestionó confundido.

-Voy a mudarme ¿Lo recuerdas? -Enarcó una de sus cejas. No sabía por qué, pero sentía la necesidad de ser insolente.

-Por supuesto que lo recuerdo, solo que pensé que...

-¿Pensaste que me quedaría porque ya no vas a casarte con Miranda? -preguntó mientras se cruzaba de brazos y lo miraba fijamente a los ojos.

-No. -objetó -. Eso no es lo que quería decir.

Por muy firme que fuera su voz, Jessica podía notar que mentía. Era muy tonto que Brett pensara que ella cambiaría sus planes solo porque él había cancelado su boda, porque en realidad, eso no cambiaba nada entre ellos.



#1593 en Novela romántica
#542 en Chick lit
#614 en Otros
#202 en Humor

En el texto hay: adolescente, jefa y empleado, embarazo

Editado: 02.05.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.