—¿Estás segura de que no quieres que te acompañe? —preguntó Brett detrás de ella.
—Segurísima—. Confirmó mientras terminaba de maquillarse— Tu ve con tu familia y yo llegaré más o menos en una hora.
Esa noche irían a cenar con la familia de Brett, otra vez. Solo que en esa ocasión Jason y sus padres también estarían, lo que le causaba mayor ansiedad. Su hermano no era precisamente conocido por su sutileza y aunque en la noche que había ido a visitar a sus padres él se había comportado, Jessica no sabía cómo reaccionaría a toda la familia Henderson reunida. Su madre también era otro asunto, que en ocasiones podía resultar un tanto imprudente, por eso quería verlos a solas un momento antes de la cena.
—No me gusta la idea de que te vayas sola por ahí— dijo tomándole de la cintura y besándole el cuello.
Jess tuvo que hacer un esfuerzo para no derretirse allí mismo.
—No me digas que ahora vas a convertirte en un controlador —intentó bromear, pero la voz le salió temblorosa. Era difícil concentrarse cuando sus manos inquietas intentaban fervientemente hacerla cambiar de parecer.
—Controlador no es la palabra yo diría "preocupado" o "protector" —repuso, demasiado cerca de su oreja— Esos son términos más adecuados.
Jessica se apartó de él antes de que las cosas y superan a más y terminara olvidándose de su familia y mandando a la mierda aquella súper cena.
—Voy a ir por mis padres y por Jason, tu irás con tu familia y nos veremos allá— le sonrió— Estaré bien.
Al parecer Brett se había acostumbrado a que estuvieran siempre cerca, ella también, pero había razones de fuerza mayor que le obligaban a ir sola por su familia.
Una vez fuera de la casa Brett la acompañó hasta el auto. Parecía renuente a apartarse.
—Brett... tengo que irme.
—Bien —respondió apartándose del auto— llama cualquier cosa y conduce con cuidado.
Jess asintió mientras recibía gustosa un beso. Estaba enamorada, tan enamorada que iba por ahí riéndose sola como idiota todo el tiempo, y le encantaba. Le gustaba pensar que Brett también estaba enamorado de ella, aunque nunca lo hubiera mencionado. Nunca ninguno de los dos había hablado de sentimientos o de amor y ella estaba bien con ello. Por el momento se conformaba con sus breves momentos de ternura y cursilería.
Llegó a casa de sus padres en tiempo record, aun cuando le había prometido a Brett que conduciría con cuidado. Antes de poder tocar el timbre la puerta se abrió y apareció su madre con esa cara de regaño que llevaba todo el tiempo.
—Por Dios, Jessy, linda. ¿Alguna vez vas a llegar temprano a algo? —Le riñó— Debes comenzar a ser más responsable.
Jess la observó de pies a cabeza. Era la primera vez en mucho tiempo que veía a su madre tan arreglada. Llevaba un bonito vestido café a la altura de sus rodillas que la hacía lucir muchísimo más joven, de buena manera, el que su lustroso pelo rubio cayera en suaves hondas sobre sus hombros como pocas veces Jessica lo había visto antes era de mucha ayuda.
—¿A ti que te pasó? —preguntó sorprendida— Pensé que no estabas para nada interesada en esta cena.
—Y no lo estaba— aclaró— pero tu hermano se tomó el tiempo de hablar conmigo y hacerme ver lo importante que era esta cena para ti y lo egoísta que sería arruinarla.
—Oh —¿Qué le había pasado a su familia? ¿Desde cuándo Jason se había vuelto tan sensitivo y su madre tan compresiva? —¿Dónde está él y papá?
—Aprovecharon tu tardanza para ver el juego de básquet, ya sabes como son. Recuperando el tiempo perdido.
Hacía algunas semanas, Jason y ella habían llegado al acuerdo en el que Jess le había cedido el departamento que había alquilado hacía unos meses atrás. La chica de bienes raíces cuyo nombre ya no podía recordar, no había tenido problemas con ello así que su hermano por fin se había mudado solo hacía 10 días. Contrario a lo que ella había esperado, su madre no parecía muy feliz con eso, imaginaba que el hecho de que sus únicos dos hijos se hubieran marchado de casa en cuestión de meses no era divertido.
—Joe, Jason... Jessy está aquí —Les llamó su madre.
Algunos segundos después ambos aparecieron ante ella. Jessica se dio cuenta de que su madre no era la única que se había arreglado para la ocasión. Su padre y su hermano también estaban bastante elegantes ¡Si su padre hasta se había puesto corbata!
—¡Caramba! ¡¿Pero qué tenemos aquí?! —exclamó.
—No te atrevas a hacer ningún comentario y vámonos —respondió Jason, no lucía muy feliz con todo aquello, así que Jess le agradecía que al menos hiciera el esfuerzo.
—Bien, Vamos familia, estamos retrasados. Y por favor, recuerden no avergonzarme.