Sophie suspiró hondo. Luego de todo lo que había acontecido, tanto lo malo como lo que vino después, se metió en el baño para tomarse un respiro. Se sentó sobre la tapa del impecable váter y miró aterrada lo grande que era el cuarto de baño de la habitación en la que Colton la había dejado y donde estuvo recibiendo una atención con la que no había contado en el pasado.
Admitió que no fue tan malo. El doctor Wagner le explicó de manera muy amable, junto a su asistente de enfermería, todo lo que implicaba llevar adelante su embarazo al ser madre primeriza. Sophie siguió pensando que no se sentía segura de lo que estaba haciendo, pero aceptó que ella no tenía por qué comportarse de manera tan vil como lo hizo Josiah, quien le dejó claro que no los quería a ninguno. Por más fortuito e irónico que le pareciera, un extraño estaba dispuesto a tomar esa responsabilidad sin ningún reparo. No obstante, Colton Donovan era un hombre tan rico que esto seguramente no le significaba un gran gasto, si podía invertir millones en la decoración de un simple baño.
Suspiró largo y hondo de nuevo, poniéndose en pie y acercándose al espejo redondo. Vio en su cara toda la miseria que había estado viviendo luego de tomar lo que una vez consideró su gran elección: Josiah Carter.
Tocaron la puerta. Ella dirigió su mirada hasta allí, pero no contestó. Sabía que era Colton quien estaba afuera, y por el tiempo que se había tomado, quizás él estaba pensando lo peor.
Tomó aire. Luego fue hasta la puerta y la abrió para encontrarse con la bonita y petulante cara del hombre que se había comprometido a mitigar las penurias de su miserable vida.
―¿Preocupado? ―le preguntó. Él frunció las cejas por un instante y luego le sonrió.
―No, ¿y tú? ―la cuestionó, haciéndola arrugar la cara, hasta que resopló una risa involuntaria.
―Sí lo estoy ―repuso, escabulléndose por un costado yendo hasta la mitad de la habitación, donde se detuvo.
―¿Sigues sin estar segura de haber aceptado mi propuesta? ―le preguntó a su espalda.
Sophie miró hacia la ventana, donde ya era noche cerrada. Eso la hizo meditar en el tiempo que había transcurrido. Ella se volvió hacia él, quien siempre la miraba con ese gesto interrogante.
―Un poco ―admitió.
―Eso es normal. Y la verdad es que tomé nota de todo lo que dijo Jack, pero tampoco entendí nada ―comentó, haciéndola reír de nuevo de soslayo.
―¿En serio está seguro de seguir adelante con esto? ―lo cuestionó. Por más que él necesitara solucionar un problema, le resultaba irrisorio que llegara al extremo de hacerse cargo de un hijo que no era suyo.
―¿No he sido convincente? ―la inquirió, sorprendiéndola.
―De eso no hay duda, pero ¿por qué? ―continuó ella.
Entonces lo vio exhalar con fuerza. Antes de contestarle, caminó hasta ella y se puso a su lado, mirando hacia la panorámica nocturna de la ventana y cruzando los brazos. Sophie también fijó su mirada en el frente, donde solo se veían luces y no se escuchaba ningún ruido de lo que pasaba afuera.
―Aunque no lo creas, no estoy preparado para convertirme en padre ―dijo, dejándola un poco confundida.
―No entiendo.
―El punto es que todavía no quiero tener esa responsabilidad.
―Ahora menos entiendo ―adució, con las ideas más enredadas.
―Es sencillo. Todavía no quiero ser padre, no como se espera. Así que contigo, solo estoy tomándome mi tiempo para hacerlo después a mi manera.
―Quiere decir que solo lo hará para engañar a todos los que esperan que se convierta en un hombre de familia.
―¡Exacto! ―exclamó, haciéndola bufar―. Aunque solo es a mi madre, quien ya tiene un plan perfecto para mí.
―¿No es un poco injusto con ella? Los padres siempre suelen querer lo mejor para sus hijos ―comentó Sophie, dándose cuenta de que ese era el plan de los suyos.
―Tal vez, pero ese es solo un ridículo pensamiento general, porque al final se trata de lo que elegimos para nuestras vidas, ¿no lo crees, Sophie? ―la cuestionó, haciendo que tragara con fuerza.
―Puede que sí, pero sucede que algunas veces terminamos equivocándonos ―admitió menos pragmática que él y con mucho resquemor.
―En eso tienes razón ―repuso él, ladeándose para mirarla con su habitual sonrisa cínica en la boca. Sophie no la odiaba, pensaba que todo ello solo era parte de su impronta―. Por mi parte, estaré muy agradecido de que decidas seguir adelante ―añadió, haciendo que lo mirara con el ceño fruncido.
Exhaló bajo antes de hablar.
―¿Aún puedo retractarme?
―No ―le respondió Colton lacónico.
―¿Entonces por qué lo dijo? ―preguntó.
―Porque sé que eres una chica muy inteligente y en el fondo quieres darle un escarmiento a ese imbécil ―respondió, y aunque ella no se consideraba como tal, tampoco le desagradó que le negara esa posibilidad, ya que en el fondo no deseaba volver atrás. Aunque el futuro todavía tuviera matices de incertidumbre, sí quería vengarse de alguna manera de la traición de Josiah, solo que no sabía cómo.
Sonrió un poco derrotada.