* * * * * * * * * * * * CAPITULO 5 * * * * * * * * * * * *
Me distraigo un momento con el guardia, para aclararle que Marce es mi acompañante y puede subir al estrado superior, pero cuando me doy la vuelta ya no se encuentra. La poca luz que hay en las escaleras, no me permite buscarla con objetividad. No puedo creer que la haya perdido de vista.
—¡Pero si es el flamante glan! —grita Nicolas al verme entrar.
Sonrío y camino hacia la mesa donde está sentado con Celeste. Miro a Johan, ha llegado mas temprano que yo, me devuelve la sonrisa y me indica sentarme
—Pensaba que estarías en tu casita —empieza a pincharme en cuanto estoy lo suficientemente cerca, “Nico”—, ya que padre te había prohibido salir a fiestas con tus amigos.
Ni siquiera lo escucho y tomo asiento entre Celeste y Johan. Mi cerveza llega justo a tiempo. Apoyo los codos en la vieja mesa y, rodeando con el dedo corazón el cuello del botellín, le doy un trago pequeño ya que tengo que manejar de vuelta.
Me fui de los Ángeles hace tres años, mi padre contrató a Johan mi amigo por recomendación mía; aunque no lo hice por amistad, ya que es bueno haciendo su trabajo. Nico fue la primera persona a la que conocí en este país, cuando apenas éramos niños; era nuevo como yo, y nos ayudamos en encubrir nuestras travesuras, tener a alguien cuando nadie quería estar cerca. Eso es lo que los hace mis mejores amigos. Celeste apareció en mi sexto semestre, pero solo paso un mes y yo me viaje hacer mi maestría en otro país. Johan tuvo un gran altercado con ella durante ese mes, y por dañar amigo no quise tener nada que ver con ella, hasta que mi padre colaboró con su empresa.
—No voy a negar que me ha sorprendido verte cambiado —toma el relevo Celeste — ¿Por qué no me contactaste?
—Porque no tenía nada que decir —replico, esforzándome en sonar lo más amable que puedo; otros compañeros de mi antigua universidad y negociantes se nos suman a la conversación.
—Alessandro siempre es así de reservado- Dice otro- Pero seguro que quiso hacer el esfuerzo de contactarnos; ¿No es cierto?
Asiento. Es lo único que precisan saber.
Mi amigo me mira y en sus ojos veo algo parecido al orgullo, lo que me hace torcer otra vez , visiblemente incómodo.
—Deja de mirarme así —me quejo ante Nico
—Aprende a aceptar el cariño de la gente que te quiere —protesta de vuelta.
—Métete en tus cosas —gruño.
Nico se lleva la mano al pecho, fingiendo que mis palabras le han dolido, y
yo sonrío, satisfecho.
—Tú eres parte de mis cosas.
—No quiero formar parte de «tus cosas». —Hago una mueca de aversión—. Es asqueroso y raro.
—Pues formas parte de «mis cosas» —repite, haciendo que suene aún más extrañamente pervertido, asintiendo un número ridículo de veces—
—Te doy cien pavos si dejas de hablarme durante a noche
—Creo que esto es más divertido.
—Quinientos.
Nico guarda un ceremonioso silencio de cinco segundos enteros. Todo un récord para él.
—¿Acaso ya no me quieres?
—Si —sentencio, simulándome afectado—, pero tengo muchas ganas de que te calles.
—Yo os doy mil dólares a cada uno si dejáis de actuar como homosexuales — Interviene Karin con vehemencia. La jefa del departamento de gestión en mi compañía
Los dos la miramos y ella asiente sin dudar.
—Hablo en serio —añade—. Metálico. Billetes pequeños
Seguimos mirándonos, absolutamente callados, pero tras dos míseros segundos ya no podemos más. Karin y Nico estallan en carcajadas y yo sonrío de verdad.
Por eso necesito a estos dos. A veces creo que un jodido día voy a olvidar cómo sonreír.
La canción cambia y en los altavoces del bar empieza a sonar My Oh My, de Camila, varias parejas se acercan para disfrutar la canción; fijo mi mirada en el piso de baile, voy vagando los ojos, hasta que mi vista se fija en la “pequeñita”; esta recostada en la pared, frente al billar.
Se acerca a la barra debajo del estrado; tímida, y pone las dos manos sobre el mostrador de madera.
—¿Qué va a pedir? —demanda el asistente.
—¿Podría tomar un mojito, por favor? —musita Marce, y atrass de ella esta un chico al cual no reconozco
—Cerveza.
—¿Coronita?
—Budweiser.
—¿Fría?
—Helada.
Ella asiente y desde aquí puedo notar cómo ha ido haciéndose más pequeña con cada pregunta. Se nota nerviosa, como si la fueran a comer. El maldito mundo parece asustarla y no le encuentro el más mínimo sentido cuando tiene unos familiares externos muy ricos, aunque su familia nuclear no.
-Marce, Jasen te está esperando, a ambos les toca- Dice aquel chico
Sigo observando, y veo como Jasen, mi asistente en ingeniería industrial; la agarra y ella no sé incomoda.
Nico y Johan me prestan atención y lleva su vista hacia donde apunta la mía. Podría haber disimulado, más que nada, por evitarme el comentario que vendrá ahora, pero no es mi estilo. Esconderse es una soberana estupidez y, además, nunca funciona con ellos.
—Mira quién está ahí —pronuncia, socarrón, Johan—, la flamante asistente ¡Marce! —la llama, alzando la mano para hacerse ver. Pero actuó rápido y lo hago callar.
—Pero que reacciones son esas, tan imprudentes; creí que jamás te vería actuar de esa forma - Hace un escándalo Nico.
—No tiene nada que ver- Siseó
Y ellos hacen una mueca sin haber creído nada de mis palabras, por lo cual los fulmino con la mirada.
—Entonces, sigue quedándote acá arriba mientras miras como se divierte; tal vez la tienes miedo- Me provoca Johan y se cual es el punto de esta conversación. Me niego a volver a fijar mi mirada, pero cuando le dedico mi mirada ella también está observándome. Una sonrisa escapa de mis labios.