Y Si, No quiero ser tuya

CAPITULO 6

* * * * * * * * * CAPITULO 6 * * * * * * * * * 

 

Quince minutos y estamos llegando a la casa de Alessandro. Los porteros tardan un poco y al final ingresamos con todo auto.

—Las habitaciones están algo llenas porque siguen los invitados del día de la ceremonia, y en la que te quedaras a partir de mañana, siguen trabajando — Habla él y arqueo la ceja.

Alessandro abrió la puerta y subimos las escaleras, el equilibrio no es mi mejor amigo en estos momentos; así que me sostengo de él y lo sigo.

El cuarto no es muy grande, pero muy acogedor.

 mesita de noche y un sofá al borde de la cama.

—¿Enserio no hay otra habitación? —planteo.

Alza la cabeza y por un momento la contemplo en el centro del cuarto.

—No —contesta.

—Entonces...

De pronto me quedo callada y mi cuerpo parece tensarse imperceptiblemente.

Frunze el ceño, como si tratará de adivinar que estoy pensando.

—Entonces, ¿qué?

Mi mirada se fija en sus labios cuando los mueve, mis mejillas se tornan rosa y enseguida agacho la cabeza.

—¿Nadie te ha dicho que es de mala educación no mirar a una persona a los ojos cuando tienes una conversación? —

Me deja sentada en el sillón y va caminando en dirección del cuarto que parece baño.

—Yo si tengo modales —replico cuando ya se ha alejado unos

pasos.

Sueno segura y tímida al mismo tiempo; pero más valiente porque el licor ha hecho efecto en mi cuerpo. Él se gira y nuestras miradas

vuelven a encontrarse. Tiene los ojos grandes, marrones claros como avellanas, y, al contrario de lo que se pueda intuir, muy alegres, llenos de vida.

—¿Dónde se supone que voy a dormir? —inquiero.

Él parece volver a la realidad y se encojo de hombros. Soy plenamente consciente de que a él ni le interesa, y tare en su cara una mirada divertida.

—En la cama —responde como si fuera obvio.

—¿Y tú? —planteo de inmediato.

Una media sonrisa se dibuja en sus labios.

—En la cama. —Levanta las manos en señal de que ya es obvio

Cabeceo.

—Pero... no puedo dormir contigo —rebato, casi escandalizada.

 De repente esta conversación acaba de perder la gracia para mí.

—Puedes dormir en la cama o puedes dormir en el sofá —Dice señalando ambos muebles. —

—. Francamente, no me importa lo más mínimo. —Resopla.

—Creo que prefiero el sofá —murmuro, al analizar la situación.

—Que lo disfrutes —sentencia, entrando al baño.

Durante un momento me levanto recobrando la compostura, observo la repisa pegada a la pared y me dirijo para revisarla. Encuentro muchos planos, y dibujos hechos a lápices, bocetos de animes y algunos barcos hechos a palillos.

—¿Qué estás haciendo? —gruñe y pongo mis manos atrás.

Me analiza con su mirada y me voy a sentarme al sofá.

Finalmente coge deja de prestarme atención y coge una carpeta, la abre y comienza a leer los documentos del interior. Sin levantar la vista de ellos, camina por su dormitorio. Parece muy concentrado. Pero no observo la alegría en su rostro, tal parece que prefiere dibujar antes que hacer sumas contables. No sé nada de dibujo y soy muy mala en eso, pero los planos colgados sobre el sofá son bonitos y, al

mismo tiempo, tienen ese aspecto de las cosas realmente complicadas, como cuando anuncian un avance revolucionario o un nuev descubrimiento en las fórmulas físicas y, aunque no tengas ni la más remota idea de qué es o para qué sirve, sientes que llegar a eso le ha costado mucho trabajo, pero lo ha hecho bien y con paciencia.

Sandro alza la cabeza y, casi sin darme cuenta, caigo en el bochornoso detalle de que ha vuelto a pillarme contemplándolo embobada. Cuadro los hombros rápidamente, y comienzo a rondar en el cuarto. Me dirijo hasta la cama para coger las sábanas. Tengo que asegurarme de no volver a quedarme mirándolo así. Supongo que sólo necesito tiempo para acostumbrarme a tenerlo cerca.

Observo el sofá con el gesto torcido. Creo que es tan antiguo, esos que había en la casa de mis abuelos. Estiro la sabana y me llega el olor a mi antigua casa con mis tíos y abuelos. Involuntariamente, sonrío. Es de esos aromas que te recuerdan a un hogar. Las casas felices

huelen a galletas recién hechas, café y suavizante. Se siente bien, una gota cae en mi mano dándome cuenta que he estado llorando haciendo memoria. La seco rápidamente y comienzo a tender la otra sabana. Mis ojos están pesados y aun no estoy bien completamente, pero por suerte en el viaje ya me había recuperado. Levanto una de las sabanas y me acomodo tal y como estoy en el sofá.

* * * * * * * * * * * * * * *

Me levanto antes de que la luz llegue a toda la habitación. Aun deben ser las cinco de la mañana; muy temprano para decirle que se levante. La resaca no me afecta mucho, además había sido solo un par de vasitos y el efecto había disminuido por las horas que habían pasado.

Alessandro es un hombre de mal trato, frío, arrogante, difícil..., una lista que va a ponerme las cosas demasiado peliagudas. No quiero creerlo, pero empiezo a considerar que, quizá, todo esto haya sido un grandísimo error. Podría haber trabajado como doble y también podido juntar el dinero suficiente; pero no tengo nada de experiencia o titulo lo académico, al menos aun no. No puedo desanimarme, mis padres esperan mi regreso.

Algunas personas piensan que ser hija única es lo mejor del mundo; pero realmente es muy triste, cuando ambos iban a trabajar me sentía tan sola; mientras miraba a otros jugar con sus hermanos yo tenia que crear personas con mi mente. Tal vez es pro eso de mi imaginación, quiero implementar nuevas ideas mejoras para que una empresa pueda destacar. La carrera de ingeniería industrial me encanto en cuanto la conocí, se que es difícil el camino a recorrer, hoy en día hay muchos profesionales y la competencia es mucha.




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