Y Si, No quiero ser tuya

CAPITULO 8

* * * * *  * * * * *  CAPITULO 8 * * * * *  * * * * * 

 

Doy la vuelta y le dirijo una media sonrisa; haciendo que él frunce el ceño. * * * * *  * * * * * 

Empezamos avanzar dentro de la gente, Jasen me presenta algunas personas importantes en la empresa, e jefe de mantenimiento; el del plastificado el de negocios. Seguimos caminando hasta que algunas personas hacen que pierda de vista a Jasen. Observo un risco solo a unos metros, podría ser de ayuda para encontrar a alguien que conozco así que emprendo el camino.

Subo caminando hasta que veo que alguien detrás de mi esta corriendo, me pongo tensa y por inercia comienzo a correr. Mis pasos se hacen mas lentos a medida que me encuentro cerca del borde, pero el que me persigue no parece hacerlo. Sus brazos me rodena el cuerpo y me obliga aventarme del risco.

El aire golpea mi cara de caída y la presión me obliga a cerrar los ojos; mi cuerpo se estruja cuando siente el agua frio. Es un golpe helado al chocar contra el mar. Tarto de mover los brazos para no ahogarme, pero recuerdo que nunca he aprendido a nadar y me desespero. Siento que mi cuerpo empieza a caer y me siento pesada.

-Marce, ni se te ocurra desmayarte- Oigo la voz del que me empujo.

Un ruido más grande interviene sobre nosotros, una aeronave sale despegada por el risco. Alessandro me sostiene del brazo y me ayuda a llegar a la orilla del otro lado.

Algunas personas nos ayudan a levantarnos, mientras miro como traen toallas. Mi cuerpo empieza a temblar por el frio, pero me siento segura estando en la tierra y no en el mar. Me giro para agradecerle a Sandro, pero no luce precisamente de buen humor. A ambos nos llevan a una carpa recién instalada esta mañana.

- Quería agradecerte porque…-

-En que estabas pensando Marce- Cuestiona con la voz ronca mientras se quita la camisa.

Me obligo a tragar grueso y bajar la mirada.

-No es para tanto, solo ….-

-Casi una avioneta de seis toneladas pasa por tu encima y te atreves a decir, no es para tanto- 

trabajar con traje y corbata.

—Lo siento. No ha sido a propó...

No me deja terminar la frase. Me agarra del brazo y me abraza.

—Sólo te pedí una cosa —gruñe después de separarse—: que te mantuvieras a mi lado.

La última pregunta me hace sentir mal y culpable al mismo tiempo.

-Vas a subir al auto-Ordena abriendo el otro lado de la carpa

—Estás exagerando —me parafraseo, encogiéndome de hombros y moviendo

Alessandro me fulmina con la mirada y automáticamente me arrepiento de lo que

he dicho.

—Sube al auto—Vuelve a decir con una mano queriendo sujetar la mía

—. Estoy bien. No soy ninguna niña, aunque tú lo hayas dado por

hecho. Sólo buscaba un sitio alto porque me había perdido le hubiera pasado a cualquiera.

—Marce —farfulla.- No me hagas repetir tres veces

—No voy a subir al vehículo hasta que te disculpes —repongo, cruzándome de brazos y bajando la mirada.

No soy una niña a la que tiene que ordenar, pero sin embargo se esfuerza en hacerme sentir asi.

—Sube al maldito auto Marce —ruge, aún más malhumorado—. Ahora.

Trago saliva. Estoy enfadada, mucho, pero tengo la sensación de que él lo está todavía más. No es que le tenga miedo, creo, pero me parece que subir al vehículo, actualmente, es lo más inteligente. No obstante...

—No —sentencio aun con mis piernas no rigidas.

No puede comportarse así. No puede tratarme así. Puede ser una persona de mal gusto, pero no conmigo

—No voy a hacerlo porque tienes que entender que...

Da un paso hacia mí, toma mi cara entre sus manos y me besa con fuerza, llevándome contra la mesa que está dentro de la carpa. Gimo por la sorpresa. Sus labios recorren, bruscos, los míos. El gesto está lleno de una posesión que hace que una mecha imaginaria se prenda en la punta de mis pies y estalle en mi estómago, liberando un centenar de mariposas.

Tengo los ojos abiertos cuando su rostro se aleja del mio.

—Por fin te callaste, ahora sube—Siseó

¿Lo había hecho para callarme? _ Era un maldito cabron, yo le rompería la cara.

-Alessandro- La voz de Celeste apareció en la carpa.- Llevaba un rato buscándote; me pareció loco que saltaras de acantilado.

Me ignoro completamente y suavemente fui retrocediendo mis pasos hasta la puerta de la carpa.

-¿Ella es Marce?- Pregunta un chico con traje entrando, e interrumpe mi sabotaje.

-Si soy yo- Afirmo

-Mucho gusto, me llamo Nicolas; pero puedes decirme Nico suena menos formal-

-Claro- Susurro.

Él me analiza de arriba a bajo.

-Parece que vas agarrar un resfriado- Sentencia y enseguida pienso decirle que no es tan preocupante mi estado pero estornudo, delatándome.

-Llevaré a casa a Marce- Dice Sandro y le doy una mirada asesina.

-Okey preciosa, espero que Sandro te deje en casa, para que te mejores- Sonrio cunado toca la punta de mi nariz

 

 

 




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