Y Si, No quiero ser tuya

CAPITULO 10 (Especial Marce y Alessandro)

CAPITULO 10 

MARCE

—¡Me diste un beso para callarme! —Reclamo furioso dando vueltas mi silla.

Estaba sentada frente a su pupitre y me sentía una niña regañada.

—Que te puedo decir- Encogí los hombros- Aprendo del mejor, esta era una buena lección para su niño engreído que llevaba dentro.

—No trates de cambiar el tema—replica con un toque de malicia—. Según tú, todo esto esta bien; que quieres ahora, si necesitas dinero te lo daré ya no quiero que trabajes aquí.

Aprieto los labios. Ahora yo también estoy enfadada. Cuando a empezaba hacer compañeros de trabajo y cuando había decidido hasta traer mis cosas a su casa; ya no quería tenerme cerca, era un bipolar de mierd*

—Me he equivocado —me defiendo agachando la cabeza—. ¿Acaso tú no te equivocas nunca?

—Más de lo que me gustaría. —Acomoda su cabello con una de sus manos cabecea, frustrado, y enseguida comprendo que se refiere a un error muy concreto.

—¿Lo dices porque yo estoy aquí no?

Lo fulmino con la mirada. Pienso dejarle en claro que yo era la que no quería venir, pero tampoco esperaba ser considerada de esa forma, a cualquiera le dolería, pero como solo piensa en sí mismo; quizás ni amigos debería tener por ser una persona así.

Los dos nos quedamos en silencio. Sandro pierde su vista a un lado, en

ningún punto en concreto, y sus ojos voltean a la ventana que da hacia el patio.

—No precisamente, espero que no te hayas sentido identificada —sentencia.

No quiere tener que decirlo, pero esa frase es otra manera de pronunciar un «sí».

—Se llama sentir empatía- Le enseño clases de lenguaje—No me gusta dejar a nadie cuando esta metido en problemas; aunque creí que si era amigo tu jamás le sacarías en cara—

—Pues se dice decir la verdad- Explica

—De igual forma, iré a retirar mis cosas— Sentencio

 

 

Alessandro:

La puerta se abre y los señores para hacer la contrata del nuevo proyecto ingresan.

-¿Eres Marce?-Pregunta Karin, quien también va hacer una socia en el proyecto

Marce asiente, nerviosa y aparta la mirada. Mueve las manos sin saber qué hacer con ellas. Nico y Johan ingresan también. Una punzada de rabia me atraviesa. Odio que la forma en que trato a todos, pero es difícil para mi.

—Si no os importa, tengo que salir un momento —musita, deslizándose por entre ellos y entregándole su asiento a Karin, sus ojos se tornan rojos.

Me siento como un cabrón, pero lo estoy haciendo por ella... no quiero cambiar su mundo y tampoco el mío, ya me acostumbre a estar solo; se dice que la sima es así.

Fija su vista en la puerta y echa a andar hacia ella. Yo sigo con mis ojos al frente, inmóvil, luchando contra mi.

—Marce —le llama Johan, pero ella no se detiene.

En cuanto la puerta se cierra a su paso, puede que incluso antes, los dos me fulminan con la mirada. Mientras Nico pide a los asistentes un poco de tiempo afuera.

—¿A qué ha venido eso? —protesta Nicolas alzando la voz.

Vuelvo a la técnica de fingir no oírlo, pero me cuesta demasiado. Me doy un trago a mi saliva para no atorarme.

—¿Se puede saber qué mosca te ha picado? —lo secunda Johan lo cual me sorprende.

Mi mente vuela libre y me imagino mi vida de una manera completamente

diferente. Me imagino aquí, en el parque, trabajando, pero me imagino

sonriendo, como si la carga imaginaria desapareciera, como si el peso sordo en el fondo del estómago nunca hubiera estado ahí. Hay alivio. Hay felicidad. Hay...

esperanza, y no hay nada de lo que hay ahora.

Cabeceo al tiempo que un sudor frío me recorre.

Ya no aguanto más. Me levanto y, decidido, corro hacia la puerta y la abro de golpe. No tardo en verla en la acera del parque de la empresa con el teléfono en la mano

—Lo siento mamá, he decidido volver a casa; pediré perdón al abuelo cambio de papá; hecho de menos a Emilio y a ti, no puedo vivir sin que ustedes estén a mi lado, sigo siendo débil—

Escucho su voz romperse en las últimas palabras

—¿Te vas a rendir, porque yo te despedí?; cualquier jefe lo hace — Afirmo acercándome a ella

—No me estoy rindiendo- Voltea su cabeza para que no mire sus ojos que están rojos

—Demuéstramelo Marce – La animó

Tiene que aprender a ser fuerte.

Es un error ser yo el pilar de esa frase, no quiero que vea en mi alguien en quien apoyarse. Mi barco esta a punto de ser hundido, no quiero se ahogue en conmigo.

—Puedo enseñarte a decir la verdad, y tú enseñarme mentiras piadosas- Bromeo con ella. —Escuche que Karin necesita personal. De ella es una empresa de comida que también nos promociona, tiene un local aquí; puedes ir averiguar.

—Alessandro eres un completo bipolar, a veces me pregunto si tu mismo te entiendes-

No se porque lo dices, ruedo los ojos.

—Bien, espero que Karin te acepte en su cocina, suele ser estricta; puedes quedarte en el cuarto, después de todo sería un desperdicio que no lo llegarás a utilizar—

Cuido bien mis palabras y me alegro haber puesto una sonrisa en su rostro. A mi padre se le olvidare ese asunto en unas semanas.

Ingreso a mi oficina y veo que nadie me saluda.

—Nico que ha pasado—Le pregunto

—Nada, yo ya me iba; después de todo ya no trabajo aquí igual que ella —Responde cortante, volteo a ver a Johan pero este me ignora

—Si quieren saber, ella no se ha ido okey. Solo que ahora trabajrá para Karin

Veo media sonrisa en el rostro de ambos y me pongo a escribir mensajes disculpando mi ausencia.

—Por cierto, y el aumento- Reclama Nico

—Nicolas nunca has trabajado aquí, aunque admito que fue fácil engañarte—

—Tienes razón, iré a disculparme con ella; no creí que la gritaras por eso le traje; tengo suerte de no ser empleado tuyo, mis más sentidos pésame al pobre de Johan—




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