* * * * * * * * * * * * * CAPITULO 15 * * * * * * * * * * * * *
Realmente el incendio no fue algo grave, no hubo heridos. La explosión fue ocasionada por una de las maquinas que se habían olvidado apagar, por esos irresponsables Sandro estaba molesto. Después de que se marcho algunas personas de su reunión quedaron y les di su pedido.
Estuve trabajando hasta que el reloj dio las cuatro de la tarde, me sentía más cansada que la semana pasada ya que tuve que recuperar las horas de incumplimiento el día domingo.
Sali de la cafetería y me adentre a la empresa.
—¿Qué haces aquí? —Pregunto Celeste que estaba a punto de tocar la puerta de la oficina— No me digas que de nuevo embriagaras a Sandro para acostarte con él.
—Tú deberías dejar de perseguir a Nico, después de lo patética que fuiste con él; ni si quiera admitiste que tú fuiste quien destrozó el sitio de almacenaje—Inquirí
—No vayas abrir tu boca, o…—
— ¿O qué? — La puerta se abrió y la voz gruesa se escuchó todo el pasillo
Se notaba que Sandro ya estaba muy molesto, tal vez dejaría mi clase de francés para otro momento. Mis pies empezaban a retroceder poco a poco para que no se diera cuenta.
—Celeste, creo que usted no trabaja acá ni es dueña de la empresa así que quisiera pedirle que dejara de amenazar a los trabajadores—
—Aless; no estoy aquí para molestar, solo venia a preguntarte si viste a Nicolas—
—Quiero darte un consejo, deja de perseguirlo y pasa de página—Escuche esas palabras como un murmuro, solo faltaba dar la vuelta para irme, no quería estar en esa incomoda conversación.
-Marce- Llamó cuando ya volteé la esquina -Marce ven aquí- Anunció y por alguna razón un revoloteo se hizo en mi estómago.
Sus brazos me ataron y un par de personas presenciaron la escena, pero no le importo. Me llevo cargando hacia su oficina. Celeste ya estaba volviendo y ni siquiera dirigió su vista hacia mi.
—Asi que mentiste- Afirmo mientras me hacia sentar en la silla frente a su escritorio, no me gustaba este lugar, en primer lugar porque me sentía indefensa – Y dime Marce ¿Ayer realmente fuiste a la biblioteca?
—No tengo porque responder eso, es mi vida—Anuncie tratando de ponerme de pie.
Sus manos agarraron mis hombros y volvieron mi cuerpo a su lugar. Su rostro se acerco por la parte de mi cuello y su respiración estuvo cerca de mi oreja. Mi piel se puso tensa y levante esa parte de mi hombro, su cara cambio de lugar y ahora se encontraba en el lado opuesto. No quería perder el control de nuevo como en la rueda.
—Vamos Marce, dímelo— Dijo con una voz mucho más ronca de lo habitual
Tal vez la tenia así por tanto gritar al teléfono, pero me gustaba.
—Si fui a la biblioteca —Afirmé
— ¿Y luego? —Preguntó girando mi silla y poniendo mi frente en su frente.
Trato de esquivar la mirada, pero su mano me agarra haciendo que mi vista siga de frente. _¡¡Porque yo tengo que sufrir esta condena!!_
—Fui con Jasen a cenar—Respondo sinceramente—Oye cómo se encuentra tu padre
—No cambies de conversación pequeña—Junto los brazos
—Prometiste no llamarme así—Inquirí
—No recuerdo haberte prometido eso—Dijo pasando uno de sus dedos por mis labios— No quiero que se te acerque, es un poco malo su compañía
Mi cara reflejaba confusión, una parte de mi sabía que Alessandro estaba celoso.
—Bueno, vamos a casa para tus lecciones de francés—
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Había pasado ya dos horas practicando oraciones, era algo complicado y estaba realmente pensando que el francés no era para mí.
—No es tan difícil Marce, solo intenta que salga naturalmente— Se la había pasado diciendo eso cada vez que pronunciaba las mismas palabras. Rodé los ojos.
—Ja Ja Ja —Reí irónicamente—Es fácil para tí decirlo
—Joven Aless, su teléfono está sonando— Dijo Karin.
Estebamos en el estudio principal de la casa. La mayoría de familiares que habían llegado ya se estaban retirando y la casa lucia cada vez más vacía.
—Cuando vuelva te tomaré examen de pronunciación—Sentencio mientras desaparecía por la puerta.
Suspiré, por fin un minuto de descanso; aproveché para estirar mis brazos ya tensionados. Ajuste de nuevo los dos moños que me hice en el carro.
El salón de estudio también tenia dibujos hechos a lápiz, como animales y unos carros antiguos. Debajo de los dibujos se podía observar la firma característica de Alessandro. Lo cual me hizo recordar al contrato, que posiblemente jamás lo llegue a terminar, pero al parecer la deuda ya estaba pagada. Antes de irme iría a visitar a la señora Juana, sin duda una mujer con buen corazón.
—¿Qué crees que estas haciendo? —Reclamó Sandro desde la puerta—Se ve que has estudiado mucho—Dijo con desdén —Veamos si puedes pronunciar bien las cinco oraciones, por cada equivocación un castigo de mi parte.
—¿Qué clase de castigo? —Inquirí
—Lo pensaré, pero procura fallar—Mostro una leve sonrisa al pronunciar
—Elle est allée courir ce matin—
—Se pronuncia “mètae” —Corrigió mi ultima palabra la cual según él había fallado. Señor “sabelotodo”
Las oraciones que me dictaba se volvían mas complicadas, pero no iba a dejarme que me viera fallar como al inicio.
—Buen trabajo Marce, solo fallaste tres—
Se podía notar que estaba muy feliz que fallara. Sus ojos se posaron en mi cuello y con gran agilidad termine recostada completamente en el respaldar de la silla de madera. Como en la mañana su respiración también se encontraba en mi cuello y mi cuerpo no paraba de recibir feromonas.
—Alessandro…— Toma mis muñecas con una sola mano y se acerca a mis labios.
Instantáneamente cierro los ojos. Necesito controlarme y controlarlo, pero muchas emociones pasan a través de mí. Su boca es incontrolable y mis labios tratan de seguirle el ritmo.