Ya tengo con quien ganar (#1 Mexicanas)

CAPÍTULO 1

- ¡Maldición, Miguel, que no sé dónde puede estar! La llamo y la llamo, pero no responde.

Angus estaba tremendamente preocupado por Emiliana. Aunque no hacía mucho tiempo desde que eran novios, ella había resultado ser bien esquiva y no era poco común que cortara comunicación con Angus sin dar explicaciones. Sin embargo, esta última vez, presentía Angus, era diferente. No respondía sus llamadas ni sus mensajes y tampoco conseguía dar con ella.

- Bueno, entonces ve a buscarla a su casa, ya sabes cómo es ella. Disfruta de tenerte en la palma de su mano, ¿o no recuerdas cómo te traía mientras la cortejabas? Siempre se hizo la difícil y aún no estoy convencido que el amor que sientes por ella sea recíproco. – Miguel era duro con sus palabras, pero tenía qué, conociendo a Emiliana como la conocía, una mujer egoísta, pretenciosa y arribista. Respetaba a su amigo y las decisiones que éste tomaba, pero eso no significaba que estuviera de acuerdo con ellas necesariamente, y en el caso de “Milly”, claramente no lo estaba. No podía entender cómo Angus se había fijado en ella. Era cierto que era una mujer muy hermosa, pero toda esa belleza quedaba totalmente eclipsada una vez que mostraba su verdadera naturaleza.

- ¡Miguel!, no digas tonterías. Sé que ella no es santa de tu devoción, pero tampoco es tan mala. Ella me ama y sé que algo debió pasarle. No es normal que sus ausencias duren tanto. – Angus trataba de justificar la conducta caprichosa de Milly, pero sabía que aquello no resultaba con Miguel.

- ¡Ella entera no es normal! Si realmente te amara, le importaría un mínimo tu preocupación. – trataba de razonar con él sin resultados. – Pero siempre es la misma cosa con ella. Goza con tu incertidumbre, le fascina poseer todo de ti, hasta tus pensamientos. A poco no me digas que no has estado pensando en ella todo el maldito día. – Angus fulminó a Miguel con la mirada sin atreverse a contradecirlo, pues sabía que tenía razón en eso. – Créeme que no tendría nada qué decir si yo viera que al menos está pendiente de ti, que te mima, que te demuestra de diferentes maneras su amor, pero lo único que veo por su parte, es indiferencia y manipulación.

- Oye, ya para. No te permito que hables así de ella. Sé que a veces puede ser un poco egoísta……

- ¿Un poco? – Miguel no disfrutaba de ser sarcástico con Angus, pero es que la situación ya lo estaba sacando de sus casillas.

- En fin…… como te decía…… – Angus tomó una pausa para reordenar sus pensamientos y preocupaciones. - ……algo debe haberle ocurrido y no, no puedo ir a su casa, ella me lo tiene estrictamente prohibido ya que…

- Ya que llevan muy poco tiempo saliendo y no quiere que su hermana se entere de su felicidad porque eso la haría infeliz a la poooobre muchachita que sufre una pena de amor y Santa Emiliana no quiere ser responsable de tamaña estocada en el corazón de su dulce y desamparada hermanita. – Era imposible que Miguel evitara ser sarcástico cuando de Emiliana se trataba.

- Bueno…… sí, creo que ya te lo había dicho ¿no?

Miguel cerró lo ojos sopesando la situación y el desespero de su amigo por saber de su “dama” y trató de pensar en una solución que lo liberara de escuchar los lamentos de Angus. No estaba para oír la misma cancioncita vez tras vez respecto de Emiliana y su reprochable conducta con su amigo.

- Hagamos una cosa. – Debido al grado de enamoramiento de su amigo, Miguel estaba seguro que éste estaría de acuerdo. – Emiliana te prohibió a ti a ir a su casa, pero eso no me incluye a mí. ¿Qué te parece si voy yo a preguntar por ella en calidad de “amigo”? De esa forma no herimos los sentimientos de su hermanita adorada y de paso nos enteramos del destino de…… tu noviecita. – Dijo esto alargando la última palabra con desdén.

- ¿Harías eso por mí?

- Claro, para qué están los amigos…… si no es para desenmascarar a novias perversas que juegan con el corazón de sus ilusos novios, pensó esto último Miguel.

Ambos partieron a casa de Emiliana, pero solo Miguel se acercó hasta la puerta mientras Angus se escondía unos cuántos metros antes, detrás de un frondoso árbol para no ser visto.

Una mujer mayor lo recibió y lo hizo pasar. Estuvo unos quince minutos dentro de la casa ante el desconcierto de Angus y luego salió con una mirada inescrutable que lo dejó peor, aunque en realidad no sabía que lo peor aún estaba por llegar.

- ¿Pudiste verla? ¿Estaba en casa? ¡No te quedes callado, por el amor de Dios, dime algo! – Angus estaba a punto de perder la razón.

- Amigo mío, yo…… no quisiera ser portador de esta noticia, pero por mucho que te quiera, no pienso adornarla para evitarte el dolor, porque sé que es la única forma en que todo lo que sientes pase pronto.

- No me asustes, Miguel, ¿le sucedió algo malo a Milly? – Angus tomó de los hombros a Miguel zamarreándolo con brusquedad tratando de descargar la tensión y la ansiedad que estaba sintiendo.

- Escúchame bien, Angus. – Miguel tomó aire para darse tiempo de escoger bien las palabras que pronunciaría a continuación. – Emiliana te dejó por otro hombre.



#24734 en Novela romántica
#15443 en Otros
#4504 en Relatos cortos

En el texto hay: humor, amor, dolor

Editado: 12.06.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.