Yo Ceniciento

Prólogo

A veces, las historias no empiezan donde uno espera. No hay luces, ni fuegos artificiales, ni un momento exacto en el que todo cambia. Solo hay una vida que transcurre, paso a paso, hasta que algo —lo que sea— lo revuelve todo.

Efraín Mendoza no sabía que estaba en el centro de su propia historia. Vivía como vivían muchos: rodeado de certezas, de rutinas, de cosas que parecían inamovibles. Era seguro de sí mismo, tenía sus propias reglas y no solía pensar demasiado en lo que podía salir mal. ¿Y por qué habría de hacerlo? Todo marchaba como debía... hasta que dejó de hacerlo.

Esta no es una historia de hadas. Tampoco una tragedia. Es, simplemente, una historia de esas que podrían pasarle a cualquiera. Una historia de cambios, de caídas y de lo que queda cuando todo lo demás se pierde.

Porque, a veces, lo que define a una persona no es lo que tiene, sino lo que hace cuando lo pierde todo.




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