Yo Elijo

Capítulo 1

El gigante bueno, que luego supo que se llamaba “Toro”, las había llevado a una casa enorme, donde las recibieron y le dieron trabajo a su mamá como ayudante doméstica, ayudando en la cocina, limpiando la casa y cuidando a los 3 bebés de los patrones, don Carlos Lavalle y su esposa Graciela. Ahí también estaban trabajando doña Mari y don José, a quienes la pequeña les empezó a llamar abuelos. Muy cerca de ahí, a un par de calles, vivía la hermana del patrón, la niña Carolina, quien estaba casada con don Pedro y tenían un hijo de la misma edad de Marianita, a quien llamaban Peter. En esa casa trabajaban un muchacho al que le decían “El gato” y una joven llamada Margarita.

Marianita ayudaba a su mamá en la medida de sus posibilidades, y a don José, quien era jardinero. Hizo muy buena amistad con Peter, el hijo de la patrona Carolina y pasaba mucho tiempo jugando con él, ambos se hicieron inseparables, al grado de que Peter decía, a quien quisiera escucharlo, que cuando crecieran se iban a casar.

Toro se había convertido en un padre para ella, y para absoluta felicidad de la niña, a quien todos llamaban ya “La becerrita”, él y su mamá se casaron y pronto le darían un hermanito. Del abuelo malo no volvió a saber nada, todo era felicidad para la pequeña.

Marianita creció convirtiéndose en una hermosa jovencita, era buena estudiante y muy hacendosa. Todas las tardes, al salir de la escuela, seguía yendo a ayudar a su mamá a la casa de los Lavalle.

Un fin de semana, iba llegando con su familia a la casa de sus tíos “El gato” y Margarita. Donde se iban a reunir todos a comer.

— ¡Que no vas a ir! ¡Estás muy chiquita para andar saliendo con muchachos! — Le iba diciendo Toro bastante molesto, mientras entraban.

— ¡Papáaa! ¡No estoy saliendo con nadie! ¡Sólo me está invitando a ir al cine con su hermano y con sus primos! ¡Vamos a ir todos en grupo!

 

— ¿Qué pelean? — Dijo el gato besando a Mariana quien iba abrazando a su hijo Manuel.

— Mi hermana trae novio, y papá está enojado. — dijo el jovencito Mientras Mariana rodaba los ojos y daba un beso en la mejilla a su tío.

— ¡No es mi novio! — Gritó Marianita mientras se acercaba a él. — Hola tío Gato. — Dijo besándolo.

— ¿Cómo que traes novio? — Contestó el hombre abrazándola. — Dime quién es y voy a partirle su madre por andar metiéndose con mi sobrina.

— ¡Ni a mí me ha querido decir quién es! Porque sabe que ya lo hubiera despellejado vivo al cabrón... — Dijo Toro entrando enojado. — Hola Gato. — Saludó dándole una palmada en el hombro.

— ¡Tío torooooo! — Se oyó la voz de Sarita junior mientras un tornado pasaba junto a ellos.

— ¡Hola Marcianita! —  Dijo Toro besando a si sobrina. — ¿Y tus papás?

— Están atrás en el patio, con los abuelos. — Le contestó besando a su tía Mariana, y luego corrió a tomar de la mano a Marianita, ambas se separaron del grupo y empezaron a cuchichear entre ellas.

— Ya debería estar jubilado. — Dijo Toro moviendo la cabeza negativamente. — A mi edad, se supone que ya debería tener nietos y estarlos disfrutando, en lugar de estar lidiando con una adolescente caprichosa cargada de hormonas.

¡Si quieres nietos avisaaaaa! — Gritó la becerrita a las risas.

— ¡Te matoooo! — Le gritó toro mientras se dirigía al patio seguido de su hijo. — ¡Tú me sales con ese chiste y te juro que te matoooo!"

Mariana se rio y se tomó del brazo del gato mientras empezaban a caminar detrás de ellos.

— Un muchacho, no nos quiere decir quién, la invitó al cine, y el papá está celosísimo.

— ¿Mi sobrina ya anda noviando? — Preguntó Margarita acercándose a besar a Mariana.

— Sinceramente espero que no. — Le contestó ella. — Pero la he visto muy sospechosa últimamente.

— Lo bueno es que a nosotros todavía nos faltan... ¿cuatro o cinco años? – Dijo el gato besando a su mujer.

— ¡Espero que más! — Contestó ella. — ¡Porque el día que nos toque, vamos a batallar doble!

Mariana se rio. — ¿Quién les manda tener gemelos?

Llegaron al patio, donde estaba Sarita y su esposo, los gemelos de 10 años del gato y Margarita; doña Mari y don José, quienes ya se habían jubilado y vivían por temporadas con Sarita y Toño, con Margarita y el gato, o con Mariana y Toro.

— Y bueno señor Gerente. — Bromeó Toro con el gato. — ¿Qué tal te va en tu nuevo puesto?

 

— Está divertido. — Contestó tomando una cerveza de la hielera mientras se reía. Había terminado la universidad hacía unos años, y de ser escolta de doña Carolina había pasado a trabajar en las oficinas de Solano, subiendo poco a poco de puesto, y esta semana le acababan de dar la gerencia de una de las tiendas más grandes de la cadena.

La becerrita y la marcianita, que eran inseparables, entraron juntas y se sentaron junto a los abuelos.

— ¿Ya les contó mi mamá que voy a empezar a trabajar con ella en estas vacaciones a tiempo completo? — Dijo Sarita junior.

— Todos se alegraron y la felicitaron. Sara había instalado un taller de tejido donde capacitaba a mujeres de escasos recursos y madres solteras y había tenido mucho éxito, la tienda en la que se vendían sus creaciones estaba en la misma plaza comercial donde trabajaba su hermano. Mariana y Margarita y doña Mari también trabajaban en el taller unos días a la semana.




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