Yo Elijo

Capítulo 6

Al día siguiente, la joven despertó con un leve dolor de cabeza. Se levantó triste y desganada. Una vez aseada, se dirigió a la cocina donde encontró a sus papás desayunando.

— Buenos días. — Les dijo acercándose a besarlos en la mejilla para luego tomar asiento.

— Buenos días mi niña. ¿Cómo amaneciste? — Preguntó su mamá.

— Bien. — Dijo ella soltando un suspiro.

 Toro la miró con el ceño fruncido.

— No te ves bien.

— Me duele un poco la cabeza, me voy a tomar una aspirina después de comer algo.

El hombre asintió.

— Sé que te parezco injusto y que la decisión que tomé fue extrema. Pero quiero que entiendas una cosa mi becerrita. — Dijo tomando la mano de la joven. — Eres una jovencita que vale mucho, muchísimo. Y sé que volarás alto. Pero pensar en un futuro con Peter es exponerte a más desprecios y humillaciones de la gente que lo rodea. No de su familia, sé que todos ellos nos quieren bien. Me refiero a sus amigos, compañeros de escuela y, en el futuro, a sus compañeros de trabajo. ¿Lo entiendes?

La joven asintió sin decir nada.

— Desgraciadamente, el mundo sigue lleno de prejuicios estúpidos. — Continuó Toro negando con la cabeza. — Y la vida no es como en las novelas, donde el amor triunfa por encima de todo y “vivieron felices para siempre”. No es así, nada más fíjate en la señora Marta. De cuna humilde y, aun así, fue capaz de traicionar a su amiga de toda la vida y humillármelas a ustedes por ser sirvientas. ¿Te imaginas al hijo de algún millonario al que Peter te presente como su novia?

— No somos novios. — Dijo la joven. — Nunca lo fuimos.

Toro sólo alzó una ceja.

— ¡En serio papá! No somos novios.

— Lo sé. — Dijo él con una sonrisa. — Pero él tenía intenciones de cambiar eso. ¿Crees que no me di cuenta?

Luego se metió un bocado a la boca y siguió comiendo en silencio dejando a Mariana totalmente sorprendida.

Cuando terminaron de desayunar, Marianita ayudó a su mamá a limpiar la cocina y luego regresó a su recámara.

Se fijó en su celular y vio que tenía varios mensajes de Peter:

 

— Bece ¿Cómo estás? Desapareciste y no me diste oportunidad de hablar contigo

— Bece, contéstame ¿Estás bien?

— Bece, por favor, estoy preocupado.

— Bece, acaba de llegar tu papá todo furioso. Le dijo a mi tío Carlos que ni tú ni tu mamá van a regresar ¡Dime por favor que no es cierto!

— Marianita. Por favor, dime algo. Contéstame, me estoy volviendo loco.

— Bece. Jamás te he visto como “la hija de una sirvienta”. Te lo juro. Quiero y respeto mucho a tu mamá. Nunca la humillaría de esa manera, mucho menos a ti.

— BECE!!!! CONTESTAAAA!!!

— Entiendo que ya no vayan a trabajar en la casa de mi Tía Graciela, pero ¿En serio tampoco me vas a hablar? ¿Estás enojada conmigo? ¡Por favor dime qué hice!

Mariana leyó los mensajes con algo de preocupación, no se había dado cuenta que Peter le había estado escribiendo.

Deprimida, se puso a responderle.

— Hola, lo siento, anoche no me di cuenta que me habías escrito.

Un instante después, llegó la respuesta.

— ¿Estás bien? ¡Me tenías muy preocupado!

— Si, estoy bien. Triste, pero bien.

— Lo siento. Odio lo que hizo esa mujer y su hija. Odio cómo te trataron, Odio como las ofendieron a tu mamá y a ti ¡Y a mi tía! Tenía ganas de abofetearlas.

— Yo, en realidad, les tengo lástima. Me da la impresión que no son felices y por eso viven con tanta envidia.

— ¡Pero eso no les daba ningún derecho de insultarte!

— Olvídalo. Ya pasó.

— ¿Puedo irte a ver al rato? Quiero platicar contigo.

Marianita miró el último mensaje sorprendida. Luego, tratando de contener las lágrimas, respondió.

— No, no puedes. Mi papá me prohibió tener contacto contigo. No quiere que nos veamos, nos llamemos o nos enviemos mensajes.

— ¿QUÉ? ¿POR QUÉ?

— No quiere que regrese a la casa de los Lavalle, y no quiere que tenga ningún contacto contigo.

— ¿Qué hice mal? ¿Por qué nos está prohibiendo vernos? ¡Bece no me hagan esto!

— Lo siento. Ya no deberíamos estar escribiendo. Me voy a meter en problemas.

Silencio por unos minutos.

— Bece, te quiero. Siempre te he querido. Por favor no me hagas a un lado. Déjame ir a hablar con tu papá. Déjame explicarle. Yo te quiero mucho. No quiero separarme de ti. Quiero que seas mi novia. Quiero que las cosas sean serias entre nosotros. Por eso te había empezado a invitar a salir. Porque quería decirte que me enamoré.




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