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VI

Desde el día en el que Thomas me presentó a su novia, ya habían pasado tres meses, y la oportunidad de decirle la verdad, pasó; y no una, muchas veces.

    Lo intenté, pero siempre había algo o alguien que interrumpía. O era cuando llegaba ella, Dylan o cualquiera de los chicos llamaba para saliéramos, o simplemente era yo la que no se lo decía. Lo sé, ya me había decidido, pero Thomas llegaba tan entusiasmado y feliz que no fui capaz de arruinarle el "gran momento" que estaba viviendo. Thomas seguía con ella. Venía varias veces a la semana. Llegaba desde temprano y se iba hasta muy noche.

    No negaré que Bella era buena persona y me llevaba bien con ella por ser linda y tierna; entonces entendí porque Thomas se había enamorado de ella y no de mí. Aunque me doliera aceptarlo se veían lindos. Thomas seguía durmiendo conmigo. Pero cuando su novia llegaba a quedarse, se dormía con ella.

    No dejábamos de hacer cosas los dos juntos, pero ahora esas cosas las tenía que compartir con ella. Thomas insistía en que saliera con ellos, siempre me negué, aún no estaba dispuesta a salir con ellos. Cuando me quedaba en casa veía como se iban. Al menos, él era feliz y yo me amargaba más la vida. Me iba al cuarto a llorar horas y horas a tal grado de qué llamaba a alguno de mis amigos para que viniera a consolarme y por fin quedarme dormida.

    Ver a Thomas con su novia me dolía más que mi propia existencia. Ya no aguantaba más. Tenía que sacar lo que sentía o terminaría haciendo una tontería.

    Estaba soñando que mi situación era al revés. Thomas era él que estaba enamorado de mí y yo era la persona feliz. Tenía un novio y pronto me casaría. Fui cruelmente devuelta a la realidad porque Thomas me despertó. Tardé un rato en asimilarlo y sin decir nada más eché a llorar. Seguía llorando sin parar cuando oí el susurro de Thomas.

    –¿Sweetie? –no respondí–. ¿Zoe estás bien?

    –Sí –se me cortó la voz. Thomas se apartó de mí.

    –¡Zoelia deja de mentirme! –me estaba gritando y no iba a permitir eso.

    –¡Deja de gritarme! ¡Ya te dije que estoy bien!

    –¡No estás bien! ¡Desde hace tiempo que no estás bien! Estoy harto de que me digas que estás bien. Yo sé que no es cierto. Te conozco demasiado ¿Crees que no me di cuenta? ¿Crees que no sé qué los chicos han estado viniendo? Y bastante seguido –agre-gó para si–. Siempre te niegas a salir conmigo y con Bella. Te has alejado de mí, y mucho. Sólo quiero saber que tienes. Me duele el hecho de que ya no confías en mí.

Entonces no es tan tonto como pensábamos, me recordó mi subconsciente. Le di la razón.

    Lo que sí me hería, era el tema de la confianza. Thomas sabía herir más con palabras que con acciones. Me quedé mirándolo sin saber que decir. No era el momento correcto para confesarme. Sólo me limité a responder.

    –Ya te dije que no tengo nada. Ahora déjame en paz –me levanté de la cama directo hacia el baño. Thomas intentó atraparme, pero logré escapar. Entré dando un portazo y las lágrimas cayeron inmediatamente. Era el momento. Tenía que decirle e irme con los chicos, o a otro lugar; muy lejos. Dónde no pudiera encontrarme. Lejos de él y de todo. Los golpes de la puerta me sacaron de mi burbuja.

    –Zoe abre la puerta.

    –¡¡Vete y no me molestes!!

    –Zoe por favor...

    –¡Lárgate!

    –¿Te calmarás?

    –¡No me digas que me calme!

    –Entonces puedes salir cuando quieras. Te esperaré.

    Tardé media hora para bañarme y vestirme, al salir Thomas no estaba en el cuarto. Aproveché el tiempo para sacar una maleta que estaba debajo de la cama y guardé toda mi ropa dentro. Era un plan loco que se me ocurrió mientras me bañaba. Irme a Ámsterdam. A donde siempre había querido ir. Buscar un departamento y buscar 7 gatos, ese era mi sueño; mi gran oportunidad. Tenía que huir de él y del sentimiento que me comía por dentro sino le decía la verdad. Cuando terminé me dirigí a la sala y tampoco estaba. No sé de dónde salió que cuando volteé, estaba parado detrás de mí con los brazos cruzados y con una cara que nunca le había conocido.




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