Your Type ®©

CAPÍTULO EXTRA

ZOE

Ocho años antes

 

"Quiero irme ya". Fue lo primero que pensé cuando vi el reloj que estaba colgado en la pared del salón en donde tomaba clase de francés. Había terminado de hacer el trabajo que la maestra nos había dejado hace ya hora y media y lo único que anhelaba era que el reloj sonara para irme a casa y tomar unas merecidas vacaciones.

    –¿Qué el maldito reloj no piensa sonar? –le dije a Kaya, mi vecina y amiga de mesa.

    –Cálmate Zoe, ya no tarda –replicó mi amiga mirando su teléfono, enviando mensajes a no sé quién.

    –¿Con quién estás hablando? –pregunté acercándome a ella.

    –Con un amigo. Estudia en el piso de arriba –respondió aún sin mirarme–. Dijo que lo esperáramos abajo.

    –¿Nosotras? –volví a preguntar.

    –Sí –levantó la vista–. Nosotras –su mirada recorrió el salón–. ¿Ya ves? –volvió a mirarme–. Tanto te preocupaba que sonara el reloj y ni siquiera lo escuchaste –imité su recorrido del salón con la mirada y tenía razón, ya no había nadie, excepto nosotros dos. Me levanté de la mesa con Kaya detrás. Salimos del salón en silencio bajando las escaleras a esperar a su amigo. ¿Quién podría ser? La verdad es que no conocía a sus otros amigos, sí me había hablado acerca de ellos, pero nunca me los había presentado, ni siquiera me pasó por la mente que esto fuera a suceder.

    –¿Desde cuándo conoces a tu amigo? –le pregunté a Kaya.

    –¿A cuál de ellos? –respondió con otra pregunta. Aún no soltaba el teléfono. Rodé los ojos.

    –¿Pues cuántos tienes? –volví a preguntar.

    –Cuatro. Uno de ellos se fue a estudiar a Latinoamérica, dos de ellos estudian arriba. Y el otro está en el edificio de enfrente –res-pondió calmada–. Y sí te dijera cómo los conocí... –hizo una pausa y guardó el teléfono. ¡Por fin!–, eso lo sabrás a su tiempo. Y hablando del susodicho –cambió de tema–, ahí viene. Señaló en dirección a la escalera, volteé la vista hacia donde apuntaba y entonces lo vi.

    Metro ochenta y algo, alto, elegante, como si fuera recién salido de una gala de modelaje. No podía apartar la mirada de él. Jamás había cruzado con él palabra alguna, pero de acuerdo con las descripciones que Kaya me daba ocasionalmente, sabía quién era. Era Thomas. Lo había visto varias veces subir el edificio, incluso nos habíamos visto varias veces, pero nunca le hablé. ¿Cómo iba yo a saber que él era el amigo de Kaya? Antes de que me diera cuenta Thomas se acercó a nosotros.

    –Hola Kay –su voz. Ya amaba su voz. Lo que daría por escucharla siempre–. Dylan dice que no tarda en bajar –se encogió de hombros y el gesto lo hizo lucir demasiado tierno–. Ya sabes, tiene que arreglar sus asuntos para no irse a extra –lo último me sobresaltó. ¿Qué clase de persona era ese tal Dylan?

    –Bueno, como sea –dijo Kaya restándole importancia a lo que había oído acerca de Dylan, dando a entender que ya estaba acostumbrada a oír ese tipo de cosas–. Aprovechemos el tiempo –cambió de tema–, te presento a mi amiga –Thomas volteó hacia mí y un sonrojo en mis mejillas no tardó en aparecer–. Ella es Zoe, va conmigo a clase de francés.

    –Hola Zoe –saludo Thomas y se acercó a besar mi mejilla. El gesto hizo que no pasara por desapercibido el escalofrío que me recorrió el cuerpo–. Soy Thomas. Kaya nos ha hablado mucho de ti.

¿Qué?

    –Gusto en conocerte –contesté ignorando los crecientes nervios que estaba sintiendo.

    –Es curioso –dijo Thomas–, ya te había visto antes, pero nunca me imaginé que fueras amiga de Kaya. El mundo es muy pequeño –tampoco pasé desapercibida la gran sonrisa que dedicó para mí. Ay por el Dios del cielo, era muy tierno.

    –Lo mismo digo –acordé–. Ni yo pensé que fuera a conocerte algún día –solté sin pensar. Por Dios, ¿tan obvia era? Trágame tierra. Thomas me miró de manera divertida y el sonrojo en mis mejillas apareció de nuevo.




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