Your Type ®©

XXV

Resulta que la sorpresa de Dylan y Britt era hacer una fiesta de compromiso, antes del gran esperado día, la idea me encantó y empezamos a organizar todo. Thomas llamó a sus amigos para avisarles acerca de la noticia, pero ninguno podía venir, excepto Will. Incluso le dije a Harry, pero nunca me aseguró sí venía o no.

    Todavía seguía sin creer que me casaría con Thomas. No sabía que se podía amar tanto a alguien a tal grado de dar el siguiente paso, cosa de la que estaba más decidida que nunca a hacerlo. El tiempo pasó muy rápido y el día de la fiesta él llamó. Me levanté de la cama y me dirigí a la cocina, a sacar a los gatos y contestar.

    –¿Hola?

    –Hola Zoe.

    –¿Eddie? –pregunté.

    –Ese mismo –susurró.

    –¿Estás bien? –pregunté de nuevo.

    –Sí. Supongo. La verdad no sé –se escuchaba raro.

    –¡Harry que tienes! –exigí.

    –No lo hagas –suplicó–. Por favor.

    –Es una fiesta de compromiso. Aun no lo hago –rodé los ojos–. Y no vas a lograr que cambie de opinión.

¿Por qué había cambiado de actitud?

    –Es lo mismo –replicó.

    –Escucha –dije con voz autoritaria–. Sí me llamaste para eso, mejor déjame.

    –De acuerdo. Ya no te molestaré jamás. Me iré para que no vuelvas a verme... –no terminó.

    –¿Edward estás borracho? –pregunté con incredulidad.

    –Te amo Zoe –susurró.

    –Tienes a Sunshine –espeté–. No puedes amar a dos personas...

    –Algún día dejaré de quererla a ella –replicó–. A ti te amaré siempre.

    –¡Estás loco de remate! –grité–. Me voy. No seguiré perdiendo el tiempo contigo.

    –No cuelgues. Por favor... –se escuchaban ruidos del otro lado de la línea–. ¡Dámelo! –gritó Harry.

¿Qué mierda?

    –¿Hola? –era Sunshine–. ¿Zoe eres tú? –desde que la conocí nunca había cruzado con ella más de cinco palabras ¿qué se suponía que tenía que decirle?

    –Hola –contesté. Me sentí idiota por haberlo hecho.

    –Perdona –dijo ella–. Últimamente está muy sensible.

    –No hay problema –entre más rápido terminara mejor–. ¿Puedo pedirte algo? –pregunté.

    –Sí, claro –respondió de inmediato.

    –Cuídalo mucho –pedí. Era lo mínimo que podía hacer, ya que Harry había venido hasta acá para pedírselo a Tho-mas–. Sé qué lo harás bien y que puedo confiar en ti, aunque no nos conozcamos mucho –me mordí el labio.

    –Lo haré –dijo después de un rato de silencio–. Me alegro de que seas feliz –lo último me tomó por sorpresa. Y por la confianza con la que me lo decía, como si fuéramos las mejores amigas, sonaba sincera.

    –Gracias –me sonrojé. Volví a escuchar ruidos y ahora era Harry.

    –¿Me dirás para qué llamaste? –pregunté.

    –No –susurró.

    –¿Entonces qué quieres? –no contestó. Me empezó a preocupar y caí en la cuenta de que tal vez me estaba manipulando–. ¿Sigues ahí? –pregunté.

    –Sí –tardó en contestar.

    –¿Vendrás?

    –Tal vez –colgó. Me dirigí al cuarto donde había un Thomas acostado con gatos encima de él. Saqué mi teléfono y les tomé una foto.




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