Me sorprende que Elizabeth no me esté llamando constantemente, seguramente piensa que sigo con Ariana dándole todas mis condolencias. Si tan sólo supiera las verdaderas razones de por qué murieron sus padres y su hermana cambiaría de opinión y dejaría de tenerle demasiada lastimada.
Annabella sólo se defendió, y defendió a Dominic, quién resulto ser un vampiro. Con razón su voz era fría sin importar lo afable que fuera.
— ¿Qué hicieron con el auto?—le pregunto a mi hermana, estamos caminando por la autopista rumbo a mi casa. Amablemente se ofreció acompañarme lo cual es bueno, supongo. Si quitamos el hecho de que si alguien nos mira juntas perdería la cordura porque en lo que respecta a los demás yo soy hija única; esto es grato. Porque comparto un tiempo de hermana con mi hermana.
—Lo regresaron a su lugar, bueno, Dominic fue quién lo regreso ya que él lo robo y pues…—las comisuras de sus labios se levantan— no quiere que la policía lo fiche.
—Como si eso fuera posible—bromeo, y ambas nos reímos.
—Lo sé—dice entre risas, luego pasa su brazo por atrás de mi cuello—. Perdón por lo del secuestro. No fue buena idea pero fue mi idea.
—Yo también he tenido ideas malas—admito.
— ¿Enserió? Dime una.
—Cuando iba en primero de secundaria la escuela nos llevó de excursión al bosque, estábamos en parejas así que mi pareja y yo decidimos que sería buena idea ir a explorar por nuestra propia cuenta. Nos perdimos. Estuvimos perdidas como por cinco horas y cuando nos encontraron no dimos cuenta de que no estábamos tan perdidas que digamos. Sólo estábamos a catorce metros de distancia del grupo y todo ese tiempo habíamos estado caminando en círculos.
Las carcajadas de Annabella son fuertes y ruidosas.
—Me hubiera encantado ver tu cara y la de Jazmín ese día.
— ¿Quién?
—Jazmín, tu amiga. La bruja a la que le vas a ser leal.
—Ah—entiendo lo que trata de decir—. No se llama Jazmín, se llama Janeth. Y de todas formas no fue con ella con la que me perdí, ese día Janeth fue la compañera de Altahir.
— ¿A no?—muevo la cabeza en negación— ¿Entonces con quién fue?
—Con alguien llamada Brenda Lawrence—siento lo amargo del dolor que me golpea.
Annabella se detiene en seco, yo también lo hago pero un paso por delante de ella.
— ¿Qué fue lo que te hizo ella?—pregunta.
— ¿Quién? ¿Brenda?
—Si—responde.
—Nada—miento—. ¿Por qué?
—Por nada—dice, y sigue caminando conmigo a un lado de ella.
Quiero sacarlo de mi pecho porque si no explotará. Contar la misma historia que ya he contado no sé cuántas veces porque aunque no me guste ese final he de admitirlo, es la mejor historia que puedo contar.
—Fuimos amigas—empiezo a relatar aunque no lo diré todo a detalle, sólo lo que importa—, le empecé hablar desde quinto grado y se unió a mi dúo con Janeth. Después llegó Altahir y todos nos hicimos amigos de todos… hasta que… llegamos a tercero de secundaria y… empecé a tener una relación secreta con ella.
Annabella no se sorprende, me sigue observando esperando pacientemente a que continué. Y lo hago.
—Su madre es homofobica y cuando se enteró se mudaron de la ciudad.
— ¿Cómo se enteró?
—Tiffany le dijo. Altahir la sigue odiando por eso, y se suponía que Janeth también pero creo que ha cambiado de opinión.
— ¿Y tú?
—Muy en el fondo lo hago pero no sirve de nada.
— ¿Por qué no?—dice, frunciendo el ceño— ¿Por qué eso no hará que regrese ella? Obvio que no lo hará pero es una razón más para odiar a Tiffany.
—Claro que lo es—digo, poniéndome en cabizbajo. Me siento como si la herida siguiera estando fresca.
—No te pongas así—me dice Annabella, poniendo nuevamente su brazo atrás de mi cuello—, tal vez el que te siga doliendo significa que realmente la amas pero no te pongas así. Estar triste no ayuda en nada. No hará que vuelva, que su madre deje de ser homofobica o que te encuentres un brebaje en medio camino para que te quite el dolor emocional por siempre—sonrió—. Ves, eso es lo que quiero ver. No te deprimas por algo que ni siquiera sabe que estas deprimida.
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Editado: 28.02.2018