Zafiro: La Implosión De Una Vida Vieja

DIECIOCHO

Abro los ojos cuando el sonido de una llamada entrante me despierta a las cinco y media de la mañana. Miro la pantalla del celular y veo que es Tiffany. ¿Qué hace llamándome a estas horas?

—Hola—digo, soñolienta.

—Alice, ¿podríamos vernos ahora?—pregunta, sin previamente saludar o disculparse por marcarme tan temprano.

—Seguro—digo—. ¿Dónde?

—En tu patio trasero dentro de quince minutos.

—De acuerdo—digo y cuelgo.

A regañadientes me levanto de la cama y refunfuño mientras me cambio. ¿Qué es tan importante que no puede esperar hasta en la noche?

 

▬▪▬

 

Cuando salgo no veo nada más que un crepúsculo débil. Miro alrededor pero no veo a Tiffany. ¿Dónde estará? Ladeo mi vista al sendero más cercano y ahí está, trae puesta una chaqueta marrón, unos vaqueros y unas botas del mismo color que su chaqueta. Me hace señales para que la siga y yo lo hago.

Nos introducimos al espeso bosque esquivando las ramas de los árboles y pisando cuidadosamente ya que hay demasiado fango debido a que llovió durante la noche. No sé a dónde me quiere llevar o para qué, pero estoy preocupada.

— ¿A dónde vamos?—me animo a preguntarle luego de un rato, miro por encima de mi hombro y puedo ver como mi casa se va achicando a cada pisada.

Tiffany se detiene bruscamente, yo también lo hago con tres pasos por detrás de ella.

— ¿Por qué me trajiste aquí?—digo, y ella empieza hablar en un idioma que no entiendo.

—Tiffany…

Pero antes de terminar mi frase algo invisible, como si fuera el aire, me empuja con bastante fuerza y salgo disparada por los aires hasta estrellarme contra un árbol grueso. Mi espalda hace un ruido de crash cuando impacto y cuando caigo contra el suelo nuevamente lo hace.

El dolor se presenta en menos de un instante y antes de saberlo estoy maldiciendo en susurros. Trato de levantarme pero me duele la espalda, espero a que la sensación desaparezca y cuando se va, hago un leve movimiento para pararme pero nuevamente vuelvo a ser empujada por los vientos.

Me mantengo inerte en el suelo. Sin poder moverme, como si estuviera bajo una parálisis.

Veo a Tiffany que está a pocos pasos de mí, tiene su brazo extendido en mi dirección con la mano abierta y sé que es ella quién está haciendo esto. Luego de unos minutos baja su brazo y quedo libre al igual que mis movimientos.

Lo primero que hago es levantarme y lo segundo que quiero hacer es correr así que lo hago. Estoy de pie en un tris y cuando doy el tercer paso en mi corrida una raíz sale del suelo y apresa mi tobillo derecho provocando que me caiga de nuevo. Trato de liberarme pero no puedo, es inútil ante mis esfuerzos.

—Te pregunté si ibas a ser un buen Siervo y tú dijiste que si—gruñe, dándome una patada en la cara.

— ¡¿Qué te pasa?!—le grito, sintiendo una sensación en mi paladar que sólo la sangre puede dejar.

—Leí tus pensamientos está mañana—dice, dándome otra patada pero esta vez en el tórax.

Me altero. ¿Leyó mis pensamientos?

— ¡Si, los leí y los volveré a leer si tengo ganas!—grita, con el ceño fruncido.

—Lo que hayas visto seguramente sólo fue un sueño—digo, tratando de excusarme.

—Claro que no—dice, chasquea sus dedos y nuevas raíces salen de diferentes lados para apresar mi tobillo libre y mis muñecas.

—Tienes que liberarme—digo, con el pánico sonando en mis palabras—. Recuerda que tengo un vínculo con Janeth.

¡Ayuda! ¡Auxilio! ¡Por favor, Janeth! ¡Sálvame! Grito en mi cabeza pero no sucede nada.

—No te esfuerces por pedirle ayuda—dice Tiffany, poniendo una rodilla en el suelo—. Está bajo un hechizo, es imposible que escuche tus suplicas de auxilio.

— ¿Qué le hiciste?—pregunto, preocupada más por Janeth que por mí.

—La dormí, está profundamente dormida—los dientes de Tiffany rechinan y al siguiente instante su puño golpea mí cara—. ¿Cómo es que puedes hacer esto?




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