Desde que tengo memoria, siempre he dedicado grandes horas de mi tiempo a imaginar diversas situaciones con personajes ficticios en escenarios irreales, que me permitían deleitarme en recrear, mentalmente, la vida, obra y sufrir de esos personajes imaginarios, planteando en mis fantasías hechos que estos entes vivirían y sentirían.

De pequeña, creía esto era raro y anormal y me forzaba a no imaginarlo, tratando de centrarme en mi realidad, hecho que gracias a Dios jamás logré hacer.

Hoy me doy cuenta que estos escenarios que me invadían y me invaden todavía, arrastrándome a entretenidas fantasías de aventura, romance y dolor, no son más que la semilla de una historia, historia que hoy disfruto imaginar y escribir y que anhelo, con el más puro deseo, que ustedes también puedan disfrutar de ellas.
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