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¿Para que hablar de mi? eso sería extenso y molesto. Como una mala novela de esas que pasan por la televisión. Soy una humana como cualquier otra hasta cierto grado, al fin y al cabo; no hay otra persona como yo en todos los aspectos, en este planeta, en este preciso momento de la historia humana. Nací en Venezuela; el 6 de enero de 1987. Según el zodiaco chino soy un conejo y el zodiaco no chino soy capricornio, a nadie le importa eso pero yo lo quiero escribir. Está entrada es sobre mí y sobre cosas de mí y sobre cosas que converso con mi gato y tal vez, también sobre cosas que pienso, eso lo decidiré después. No fui bendecida con memoria fotográfica, ni con voz hermosa, ni con un C.I. de 200, ni nada parecido; yo creo que estoy dentro de la media, aunque en una forma extraña.
Lo admito no hago nada para encajar, lo mío no es encajar, creo que de hecho soy la pieza de un rompecabezas que se perdió en el empaquetado y acabo en la caja que no era; pero no importa, porque es un pedazo azul del cielo, de una enorme imagen de un paisaje; La imagen de un campo de flores color morado, creo que son lavandas, pero no estoy segura. Yo soy una pieza del cielo, que encaja en cualquier cielo donde la pongan, incluso si no quiere estar allí, ¿Qué es esto?, no lo sé, ¿Valeria esto es una autobiografía?, que ella se los diga.
Hay más de una yo en mí y todas se llaman Victoria; cada una de ellas, forman esa yo que conocen los demás; sería difícil para las personas darse cuenta de que son diferentes, es difícil incluso para mí. No estoy segura de cuantas son, pero he contado unas seis. Hay una yo simpática, cariñosa, amigable y extremadamente social, que esta relegada detrás de sus hermanas mayores, quienes suelen aparecer en escena primero que ella en la mayoría de las ocasiones. La principal que tiende a aparecer es una yo que sonríe, pero que no te dará la mano a menos que sea necesario; una yo que te estudia y que decide si eres ó no una amenaza para ella. Si pasas la prueba se retira, justo entonces aparece otra un poco más confiada, pero no necesariamente desarmada, esa suele escuchar atentamente, pero no es muy conversadora, ella suele quedarse mucho más que el resto. Detrás de ella esta una yo más liberal, la que ama la soledad, para sentirse desatada y libre del juicio del mundo, ella se esconde cuando las personas aparecen, es difícil de querer, porque no se deja ver.
También hay una yo estúpida y crédula que las demás quisiéramos asesinar, pero que es tan descomunalmente grande en comparación, que eliminarla podría destruir al resto, así que solo la dejamos allí. También hay una yo que es todo lo opuesto a ella, es mucho más pequeña, suele estar en silencio; quizás leyendo algo, pero escuchando todo, absolutamente todo, su voz poco se escucha, pero cuando lo hace, solo habla para sembrar duda y discordia; ella no cree en nadie y aunque es poderosa, prefiere mantenerse al margen.
Entre ellas también hay un él, no estoy segura de su nombre, yo le digo Belén, él es callado, todas lo queremos mucho. Lo encontré cuando comencé a escribir, él es quien me cuenta las historias que escribo; suelo verlo sentado en una mesa redonda y pequeña, de color blanco, que está debajo de un sauce. Tiene ojos café como nosotras, cabello corto, bien peinado, liso, de piel clara, mucho más que la nuestra; tiene una mirada cariñosa, pero se ve que es físicamente fuerte, solo habla conmigo cuando escribo, el resto del tiempo está en silencio. No sé cuánto tiempo ha existido, ni cuanto estará conmigo, pero me agrada su compañía. Habrá quien piense que es mi prospecto de hombre ideal, pero no es así, es demasiado lindo a mi parecer; demasiado frágil para mi gusto, pero no lo cambiaria, está allí por alguna razón y quiero que siga así.
Lo admito no hago nada para encajar, lo mío no es encajar, creo que de hecho soy la pieza de un rompecabezas que se perdió en el empaquetado y acabo en la caja que no era; pero no importa, porque es un pedazo azul del cielo, de una enorme imagen de un paisaje; La imagen de un campo de flores color morado, creo que son lavandas, pero no estoy segura. Yo soy una pieza del cielo, que encaja en cualquier cielo donde la pongan, incluso si no quiere estar allí, ¿Qué es esto?, no lo sé, ¿Valeria esto es una autobiografía?, que ella se los diga.
Hay más de una yo en mí y todas se llaman Victoria; cada una de ellas, forman esa yo que conocen los demás; sería difícil para las personas darse cuenta de que son diferentes, es difícil incluso para mí. No estoy segura de cuantas son, pero he contado unas seis. Hay una yo simpática, cariñosa, amigable y extremadamente social, que esta relegada detrás de sus hermanas mayores, quienes suelen aparecer en escena primero que ella en la mayoría de las ocasiones. La principal que tiende a aparecer es una yo que sonríe, pero que no te dará la mano a menos que sea necesario; una yo que te estudia y que decide si eres ó no una amenaza para ella. Si pasas la prueba se retira, justo entonces aparece otra un poco más confiada, pero no necesariamente desarmada, esa suele escuchar atentamente, pero no es muy conversadora, ella suele quedarse mucho más que el resto. Detrás de ella esta una yo más liberal, la que ama la soledad, para sentirse desatada y libre del juicio del mundo, ella se esconde cuando las personas aparecen, es difícil de querer, porque no se deja ver.
También hay una yo estúpida y crédula que las demás quisiéramos asesinar, pero que es tan descomunalmente grande en comparación, que eliminarla podría destruir al resto, así que solo la dejamos allí. También hay una yo que es todo lo opuesto a ella, es mucho más pequeña, suele estar en silencio; quizás leyendo algo, pero escuchando todo, absolutamente todo, su voz poco se escucha, pero cuando lo hace, solo habla para sembrar duda y discordia; ella no cree en nadie y aunque es poderosa, prefiere mantenerse al margen.
Entre ellas también hay un él, no estoy segura de su nombre, yo le digo Belén, él es callado, todas lo queremos mucho. Lo encontré cuando comencé a escribir, él es quien me cuenta las historias que escribo; suelo verlo sentado en una mesa redonda y pequeña, de color blanco, que está debajo de un sauce. Tiene ojos café como nosotras, cabello corto, bien peinado, liso, de piel clara, mucho más que la nuestra; tiene una mirada cariñosa, pero se ve que es físicamente fuerte, solo habla conmigo cuando escribo, el resto del tiempo está en silencio. No sé cuánto tiempo ha existido, ni cuanto estará conmigo, pero me agrada su compañía. Habrá quien piense que es mi prospecto de hombre ideal, pero no es así, es demasiado lindo a mi parecer; demasiado frágil para mi gusto, pero no lo cambiaria, está allí por alguna razón y quiero que siga así.