A la memoria del Doctor Ezkiel; agrio alquimista, quien me enseñó a distinguir entre lo bueno y lo mejor... Quien me enseñó también, entre otras cosas, que la literatura, es como un caballo desbocado que si no sabemos controlarlo puede llevarnos hasta abismos insondables donde aplauso y dinero no son valores prometidos al pensamiento tangible. Es ésta literatura, quien se yergue amarga sobre el papel.
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