Si alguien me hubiera dicho de antemano en qué catástrofe se convertiría mi traslado a la empresa principal, me habría reído en su cara. Ahora ya no es una broma. Mi nuevo jefe es un verdadero demonio encarnado. Y yo, sin mirar, firmé voluntariamente un contrato de esclavitud con él. Ahora mi...
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pasado, jefe y empleada, segundaoportunidad
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