Eric, Sarah y Stephen llegaron a la central pasada las diez de la noche. Ninguno se dio cuenta de lo tarde que era hasta que salieron del castillo élfico tras dar la diadema a la reina, consiguiendo que ella aceptase el trato que antes le habían ofrecido los cazadores.
Entraron en el edificio y se fueron hacia la sala principal en busca de la directora. A esas horas de la noche no se esperaban encontrar a nadie excepto a ella, pero cuando entraron vieron a Jake, que estaba hablando con la directora mientras miraban una pantalla.
– Habéis tardado mucho, ¿qué diantres habéis hecho? – Se dirigió la directora hacia ellos.
Stephen no quería hablar, así que miró a Sarah para que lo hiciese. En parte, ella tenía la culpa de todo lo que había sucedido toda la tarde, así que Stephen tenía claro que él no iba a ser quien le diera las noticias.
– Ha sido la reina, quería algo a cambio, y hasta que lo hemos conseguido hemos perdido toda la tarde – dijo Sarah nerviosa.
– Siempre aprovechándose de la gente – refunfuño la directora –. Nunca pone en riesgo a sus hombres por algo que quiera ella… A pesar de eso, ¿habéis conseguido qué acepte el trato, no? – Les miró la directora a los tres.
– Si – asintió Sarah –. Tenemos su ejército a nuestra disposición.
– ¿En dónde habéis estado? Estáis sucios y tenéis pinta de estar cansados – comentó Jake firme y con curiosidad.
– Eso da igual – interrumpió la directora –. Descansad, porque lo más probable es que la guerra empiece ya mismo.
– ¡Tienen que entrenar! – Se quejó Jake.
– Creo que lo que sea que hayan hecho esta tarde ya les ha servido de entrenamiento – agregó la directora volviendo a su despacho.
Jake, enfadado por las palabras de la directora, se fue de nuevo hacia la pantalla para seguir haciendo su trabajo. En cambio, los otros tres, se despidieron y cada uno se fue a su apartamento.
Al día siguiente…
Eric se despertó gracias a que se puso el despertador, de no hacerlo seguiría durmiendo hasta las 12, o eso pensó cuando vio la hora que era. Antes de levantarse recordó las palabras de la directora, “descansad, porque lo más probable es que la guerra empiece ya mismo”, así que decidió que esa mañana no iba a correr, necesitaba guardar sus fuerzas para una posible batalla inminente. Eso no le quitó que le viniese a la cabeza pedir un consejo a Ryan, así que tras desayunar en su propio apartamento, creó un vínculo con él, llevándole al mismo sitio de siempre.
– Eric, ¿porque quieres de mi presencia? – Dijo Ryan mirándole.
– Como ya sabrás, dentro de poco empieza una batalla y quería pedirte algún consejo respecto a eso – explicó Eric de forma interesada.
– Poco te puedo decir Eric, ya sabes todo lo que hay que saber. No te distraigas, concéntrate y sigue tus instintos, ya sabes de lo que eres capaz – pausó –. Recuerda que en una batalla puede morir cualquiera, y no solo hay una baja, si no que suele haber más de una. Así que cuando ocurra con algún ser querido, no te desconcentres, te puede pasar una mala pasada… – Sentenció Ryan.
Eric asintió e intentó memorizar toda palabra que le acababa de decir.
– Eric, te tienes que marchar ya, la guerra está a punto de empezar – dijo Ryan –. Suerte Y recuerda… Todo está en tu interior – se despidió Ryan.
Eric se despertó del vínculo justo cuando entró Katherine en su habitación.
– ¡Eric! – Gritó Katherine ahogada, casi sin poder respirar.
– ¿Qué pasa? – Soltó Eric alborotado por la forma en la que había entrado a su habitación.
– Ya están aquí – comentó ella cogiendo aire.
Eric miró por la ventana y no vio absolutamente nada.
– Aquí no bobo, no sabemos el por qué, pero están apareciendo en el Central Park en vez de aquí. ¡Vamos!
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Editado: 03.04.2024