A pesar de acostarse tarde y dormirse aún más tarde, en la mañana se sentía más descansada. Mariana le había preparado un conjunto especial para su primer día de trabajo y agradeció no tener que romperse la cabeza con eso también. Aprovechó para mandarle un mensaje a su amiga, aunque sabía que probablemente estaría dormida —la noche anterior había cantado en "Dama rosa".
Salió de la habitación y se dio de bruces con su jefe.
—Buenos días. —Saludó y él le regaló una sonrisa encantadora. Al parecer había amanecido de mejor humor.
—¿Lista para tu primer día? —preguntó a la vez que se echaba a andar a su lado. En la sala común aún no había nadie, aunque se podía escuchar movimiento en las demás habitaciones.
—Sí. Estoy muy emocionada. —Confesó.
—Tranquila. —Puso la mano sobre su brazo e inclinó un poco la cabeza para mirarla a los ojos—. Vas a hacerlo genial.
El sonido de una puerta al abrirse la sacó de su letargo y se movió un poco para cortar el contacto.
—Buen día, jefe. —exclamó Aria y, si no hubiera estado con ella la noche anterior, juraría que no había bebido no una gota de alcohol.
Shannon la siguió y pronto la habitación se llenó de gente que iba de un lado para otro, buscando comida, preparando cafés, haciendo llamadas telefónicas.
Como ella no podía comer tan temprano en la mañana y el café era un gran "no" en su vida, se quedó a un lado para no molestar a nadie.
—Entonces, —Se alzó la voz de Jack y todos giraron en dirección donde se encontraba, con una taza de café en una mano y una tablet en la otra—, Aria, Shannon y George, —nombró a los tres integrantes del jurado—, tienen una prueba de vestuario a las diez y a partir de la una los esperan en el plató para una prueba general. —Se interrumpió un segundo para tomar un sorbo del café—. Chris y yo nos vamos a hacer cargo de nuestros amigos de la prensa y el jefe y Leanna van al salón de gala para el encuentro con los concursantes. —Terminó y volvió a concentrarse en su café.
Leanna sabía que un encuentro previo a las audiciones era previsto en todas las ciudades, aunque no estaba segura de cómo funcionaba la cosa. Tampoco preguntó, no quería ser pesada.
—Ah, casi me olvidó. —Volvió a exclamar Jack, llamando la atención de todos—. A las seis van a venir las chicas de la boutique con los vestidos y lo demás aquí. Así que —señaló a las tres mujeres—, no tarden.
—Pero yo... —La protesta de Leanna se vio interrumpida con un gruñido poco satisfecho del asistente.
—Debes ser la primera mujer que pone objeciones a un vestido lindo y un poco de mimos, niña. —La reprendió—. El vestuario va con el trabajo, cariño. —explicó, con una mirada cómplice.
Aún sin sentirse cómoda vistiendo algo que seguramente no podría pagar en su vida, asintió para no parecer una niña malcriada.
Tal vez, en algún momento podría decirle a Sean que podía costearse su propio vestuario con el sueldo que le pagaba, pero aún no sentía esas confianzas con su jefe.
—Entonces, en marcha, señores, que esto recién comienza. —A pesar de la energía impresa en su voz, él mismo no se movió del lugar donde estaba parado.
Poco a poco, la sala se fue vaciando y volvió a quedarse a solas con Sean.
—Vamos a desayunar algo antes y después nos ponemos en camino. —Ofreció, pero Leanna tuvo que negar con la cabeza.
—No me gusta comer tan temprano. —porque me caía como mil piedras al estómago y me quiero morir del dolor, quiso agregar, pero se refrenó—. Pero, tú ve, yo aquí te espero.
—¿No comes? —Su mirada se oscureció un poco, pero rápidamente se recompuso.
—No. —Zanjó, incómoda con el tema—. Buscaré algo más tarde. —Agregó, solo para no parecer una lunática a sus ojos.
Sean asintió a regañadientes, tomó el saco que había dejado en el respaldo del sofá y caminó hasta la puerta.
—Vamos. —Instó, al ver que ella no se movía—. Comeremos algo juntos más tarde. —Insistió.
—Vale. —Cedió ella.
Aprovechó el viaje en el coche para mirar su diario de comidas y buscar algo que le cayera ligero ese día, no quería arriesgarse. Sean no habló, él también estaba sumido en su computadora.
Al terminar sus anotaciones, se arrimó un poco a la ventana para ver el paisaje matutino de la ciudad, mientras pasaban a toda velocidad hacia el salón que habían elegido para la fiesta de esa noche.
🎶🎶🎶
Leanna se quedó boquiabierta al ver el lugar donde celebrarían los encuentros y la fiesta. Se trataba de un bistro a la orilla misma del mar, había solo una pared en el lado que daba a la calle, mientras los tres restantes que daban al mar los conformaban ventanales enormes que reflejaban la luz mañanera de la ciudad.
Se imaginó lo increíble que sería ese lugar en la época de verano, con los ventanales abiertos y la brisa de mar acariciándole el cabello.
Pero, en toda su hermosura, le sorprendió no encontrarse en un salón reconocido, o en otro hotel de cinco estrellas. Se había imaginado que la mayoría de los eventos se celebraría en lugares elegantes y conocidos, así que encontrarse en un bistro tranquilo fue algo inesperadamente aliviador.
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Editado: 04.04.2022