A los ojos de la luna somos inocentes

Capítulo 01

Liam

 

PASADO

 

   ¡Dios! 

   El atardecer había llegado de una forma tan rápida que aún pensaba en qué almorzar a esta hora. Si, puede sonar tan mal pero llevaba horas teniendo un pésimo día y el hambre se había ido. Aunque el estómago me rugía seguía caminando rumbo a mi casa, las personas salían de sus trabajos y chocaban entre sí mientras caminaban. Los ignoraba, mi vista se mantenía fija en el edificio en donde estoy viviendo actualmente.

   Un edificio en el cual la mayoría de sus habitantes eran señores y los pocos jóvenes de mi edad ya me caían mal, y para ser honesto ya nos conocíamos tan bien que me daba pena por veces.

   —¡Mierda! —Exclamo cayendo al suelo con las cosas de alguien más—. ¡Lo siento! Soy muy descuidado y no estaba viendo a los lados, en verdad lo siento.

   Recojo las cosas de la persona con la que choqué y, levantando mi vista me encuentro con un chico que me sonríe de oreja a oreja. Él era tan… ¿varonil?

   —No te preocupes —sonríe—, son cosas que a cualquier persona le puede ocurrir. ¿Todo bien? 

   Asiento.

   —Si —vuelvo a asentir—, solo que llevaba prisa ya que tengo un hambre de los mil demonios y no aguanto más. En verdad lo siento, espero que nada importante se haya ensuciado.

   Sonrío como despedida y mientras me doy la cuenta para retomar mi camino alguien grita a mis espaldas un espera un momento.

   —¿Si?

   Se acerca.

   —¿Gustas entrar conmigo a la cafetería de la vuelta? —Pregunta—. Es algo inusual que alguien extraño venga y te invite a comer y lo sé, pero si tienes hambre y no aguantas lo mejor sería comer algo.

   Río. 

   ¿De dónde salió este chico?

   —Es una muy buena idea —me posiciono a su lado y caminamos—, la verdad es que vivo en un edificio cercano a esta cafetería pero no me quejo en compartir compañía con alguien.

 

  Si Liam, en verdad necesitas un poco de compañía o vas a enloquecer.

 

   No había almorzado junto a alguien desde hace mucho, no desde que mi mejor amigo se mudó de ciudad y jamás volví a saber de él. Mis padres vivían en otro país, en pocas palabras huyeron de mis desgracias pero eso no importa ahora, y mi único hermano me ignoraba siempre. Así que me sentía como una mierda que caminaba todos los días en busca de no sentirse solo y al llegar a mi apartamento dormir ya que es lo mejor.

   ¿Estamos de acuerdo en eso?

   Empujo la puerta de la entrada y una mujer se acerca a nosotros a preguntar en número de personas. ¿En serio? ¿Qué no ve que solo somos dos? 

   Ella nos dirige hasta la mesa, nos deja ambos menús y se retira para darnos tiempo para verlo y pensar en qué se nos antojaba comer. Conocía la cafetería del todo, ya había comido la mayor parte del menú y mi platillo favorito eran los sándwiches con pollo. 

 

   Liam, eso no te va a llenar.

 

   —¿Qué te gusta comer? —El chico mantenía su vista en el menú pero aún así por momentos me veía de reojo—. ¿Habías venido antes a este lugar?

   —He venido múltiples veces a comer con amigos —me encojo de hombros—, pero al pasar del tiempo dejé de venir ya que mis amigos se mudaron y pues no se me antojaba venir solo y me encantan los sándwiches, podría decir que e amo comida favorita de toda la vida.

   Lo escucho reír por lo bajo y la mujer de la entrada se acerca a nosotros con una libreta y un lapicero en mano. Nos pregunta si ya estamos listos para ordenar y el chico del frente es quien ordena primero.

   —Y estoy seguro de que él ordenará un sándwich de pollo con lechuga y sin tomate —arrugo mi frente—. Ah, es que suponía que pedirías el de pollo ya que la carne sería muy pesada cuando quizá no has comido en todo el día.

   ¿Cómo aquello podía ser una coincidencia?

   No, no había comido nada en todo el día más que una fresa que robé en la nevera del trabajo. Espero que el dueño de esas fresas no se percate de que hace falta una y me lo eche en cara al día siguiente.

   —¿Y lo del tomate?

   —Es normal, a casi nadie le gusta el tomate en los sándwiches.

   La mujer se mantenía cruzada de brazos esperando a que confirmara si eso era lo que quería comer y asiento para no hacerla esperar más tiempo. Se va dándonos la espalda y regresa para dejar unos nachos con guacamole en el centro de la mesa.

   —Gracias —digo.

   —Estamos aquí comiendo sin saber el nombre del otro —dice—, mi nombre es Aarón y vivo a las orillas del río Hudson. Un lugar muy triste para serte sincero ya que las rentas cuestan un ojo de la cara y el trafico es un puto dolor de cabeza a estas horas.

    —Mi nombre es Liam —tomo un nacho del centro con guacamole y lo llevo a mi boca—. Y como dije anteriormente vivo en un edificio cerca de acá, y detesto a los que viven al lado y en todo el edificio. Son un dolor de cabeza y ya me los conozco más de lo que debería.




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