A los ojos de la luna somos inocentes

Capítulo 04

Aarón 

 

PASADO

 

   Frío.

   El viento estaba helado, mis huesos dolían y el aire que respiraba me estaba congelando de pies a cabeza. Entro al auto, enciendo la calefacción y tiemblo mientras trato de calentarme un poco. Suspiro, respiro y enciendo el auto para calentarlo también.

   No debería de hacer frío en esta época, se supone que estamos entrando en verano y el calor debería de estar presente. Pero el clima es un loco que hace lo que quiere a todas horas.

   Arranco para salir del estacionamiento de mi trabajo, paso por una cafetería y al entrar al autoservicio pido un chocolate caliente. 

   El ambiente era tranquilo, sin contar con las personas que son un tanto locas para conducir en la carretera, más sin embargo era tranquilo el estado. Al cruzar el puente por el río Hudson el ambiente cambiaba por completo, personas tomando por las calles, tráfico por montones, calles peligrosas y solitarias, y disparos o rojos en cada esquina.

   No me lograba convencer la idea de estar viviendo en aquel lugar, pero algo me mantenía ahí pegado, como si tuviera un imán en mi cuerpo y alguien me estuviera teniendo pegado ahí.

   Mi trabajo no era el mejor de todos, pero la paga era muy buena y era lo que necesitaba para sobrevivir o caería al suelo. Viajaba todos los días de un estado a otro, no podía negar que aquello a veces resultaba ser agobiante pero a mí me gustaba hacerlo. Me distraigo diariamente viendo el puente al cruzar, el río cuando comienza a amanecer, llegar a mi trabajo y ver a los demás llegar. 

   No era una persona que le gustara hablar tanto y cuando lo hacía era porque la otra persona me mostraba tranquilidad y confianza para que yo hablara sin problema.

   Me tienden el chocolate caliente y con una sonrisa de lado subo el vidrio y conduzco hacia mi casa después de una larga jornada de trabajo. No quedaba lejos de casa, me localizaba en un pueblo cercano al puente por lo que era rápido llegar, o al menos eso pensaba siempre antes de llegar a la entrada de dicho lugar. Aquello estaba lleno de autos por todos lados, la gente presionaba el claxon y otros tenían la ventana baja para gritar por la congestión.

   —¡Mierda! —Digo—. Debí salir temprano.

   Enciendo mi teléfono y observo un mensaje de texto en la pantalla bloqueada. Deslizo mi dedo por ella y al desploquearlo era un mensaje de mi novio, sonrío al leerlo y observando por ambos retrovisores doy la vuelta con cuidado y me largo del lugar.

 

   Espero que tengas dinero para pagar una multa por haber hecho eso, Aarón.

 

   Era ilegal, aún así prefiria salirme del tráfico e ir con mi novio a la librería en donde me citó esta noche. Él vivía en esta parte, nos dividía el puente y para ser claro eso me encantaba ya que me daba alas para algún día mudarme y no tener que volver a cruzar el puente. La librería estaba cerca del puente, tan solo tenía que conducir unos cuantos minutos y ya estaría en el lugar.

   Coloco algo de música con ayuda de mi teléfono, respiro profundo y doy un sorbo a mi chocolate para seguirme calentando. El clima si que estaba loco.

   Estaciono mi auto al llegar, bajo de el y al observarlo a lo lejos sonrío de lado y abro mis brazos para recibirlo entre mi pecho. Lo escucho respirar y dejo un beso en su frente cuando levanta la cabeza para verme.

   —¿Cómo has estado? —Pregunto.

   —Estoy bien —susurra—, gracias por venir.

   Tomo su mano, entramos al lugar y un hombre sonriente nos da la bienvenida al lugar y nos pregunta que si tenemos alguna pregunta nos acerquemos a él.

   Asiento y ambos entramos a la sección de romance que es nuestra favorita. 

   —Adivino —dice a mi lado—, andas buscando un romance gay con personajes atractivos y con un final feliz para no llorar mientras lo lees —me observa—. ¿Verdad o mentira?

   Río.

   —Me asusta que me conozcas tan bien.

   —Es normal —habla y me entrega un libro—, llevamos tres años juntos así que te conozco más que a mí mismo. Dada la casualidad de que a mí también me gusta el romance gay —levanta su ceja—, solo que con finales tristes, me gusta leer cuando los personajes rompen su relación y entran en depresión porque no saben que hacer.

   Lo observo de reojo y me encojo de hombros sin saber a qué se refiere con que le guste eso.

 

   Me da mala espina, prepárate.

 

   —Los finales tristes son para personas rotas que aún no sanan su dolor —dice una chica a nuestras espaldas—, y los finales felices son para aquellos que ya lo han sanado. Perdón por meterme pero mi madre siempre me decía eso cuando me leía un libro.

   —¿Qué tipo de final es mejor? —Pregunto y la chica mira los libros.

   —Te recomiendo este —toma uno con la cubierta de color negro—, tiene un final triste que de seguro te dejará llorando por unos buenos días.




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