Aarón
PASADO
Mi familia ya no mencionaba al chico que era mi novio, pero en el fondo sabía que aún se preguntaban acerca del qué había pasado entre nosotros dos. Era normal estar hablando en casa con mis padres de lo que sea, bromeábamos de vez en cuando o solo nos sentábamos en la yarda a tomar el sol y a beber un poco, nuestra relación era así antes de que Jayden falleciera.
El ambiente en casa estaba muy callado, aquello parecía como si no hubiesen personas en casa con las cuales hablar, vivía en mi apartamento, pero después del entierro decidí estar en casa de mis padres hasta que se mejoraran del todo. Seis meses habían pasado en los cuales aún no lo asimilan y lloran cuando recuerdan algo acerca de mi hermano y verlos a ellos me destroza a mí al doble.
Ayer había salido a respirar aire fresco al parque central en la ciudad, les había dicho a mis padres que me acompañaran ya que eso les ayudaría un poco ya que el encierro no haría que superaran una muerte, pero se negaron a salir conmigo. Caminé durante media hora dándole la vuelta entera al lugar y luego salir de ahí para ir a comer algo, mi estómago rugía ya que no había comido algo desde hacía seis horas y sentía que en cualquier momento caería al suelo debido a un desmayo.
Llevaba unos papeles en mano no tan importantes que después de caminar se los llevaría a mi amiga en el lugar donde me citó. Además, el sol estaba ocultándose y sentía la noche en los hombros y el miedo llegaba a invadirme poco a poco. Este lugar no era tan seguro a esta hora y eso generaba un temor enorme en mí.
Siento un cuerpo golpear contra el mío y mis cosas caen al suelo desordenándose, el chico pide disculpas y solamente me percato de que también menciona algo acerca de comer.
Invítalo, tú también tienes hambre.
No sabía de dónde había salido aquel tipo o qué era lo que estaba haciendo para ir despistado, aunque yo también lo estaba. Entramos al restaurante juntos para comer algo ya que nuestros estómagos exigían algo de comida o provocarían un desmayo repentino. Me sentía extraño en ese momento, sentía que conocía al chico de algún lado, pero al mismo tiempo le ponía atención a sus facciones que eran familiares ante mis recuerdos, eran sus ojos los que me recordaban a alguien, como si yo lo conociera de toda la vida.
El sonido de su voz era como de alguien que conocí hace mucho tiempo, que había formado parte de mi vida, aquello me intrigaba demasiado y, mientras charlábamos, sentía como aquel sentimiento que morió con mi anterior pareja revivía.
Debe de ser hambre, ese sándwich no te llena del todo.
El muchacho no era del todo inocente, tampoco era el menos indicado para hablar de inocencia ya que solo había teñido encuentros sexuales con mi ex y alguien más del pasado de cual no quiero hablar. Sin embargo, el chico del frente tenía un pasado muy oscuro, podría decirse que quizá vendía si cuerpo y ahora se arrepiente de lo que hizo, pero igual no juzgaré los gustos de las demás personas.
¿Desde cuándo te importa eso? Siempre te ha importado poco hablar mal de la gente.
Le conté acerca de mi trabajo. Confesar que trabajar con adolescentes no es nada fácil no es una mentira, pero al mismo tiempo creo que es lo que más me gusta hacer ya que con ellos uno se puede expresar mejor sin miedo a nada.
Liam, así se llamaba el chico, me había contado que trabajaba en una editorial. El trabajo que muchos chicos aficionados a la lectura y escritura querían para su futuro, pero que muy pocos podían lograrlo por lo difícil y estricto que era aquello. Se requerían muchas horas, y más si eran el encargado de leer manuscritos, eso generaba estrés a tal grado de querer arrancarte el cabello de tirones.
Me sentía tranquilo, estaba sintiendo algo de lo cual me arrepentiría luego y me dolía. Dolía ya que hace poco terminé algo y…
¡Ay Aarón, no seas mentiroso! Fue hace medio año, no seas así.
Y tenía la sensación de que era malo empezar algo de nuevo, o al menos hacer el intento podría ser doloroso para ambos. Para él por ser inocente ante mi pasado, y para mí que vivía preso de mis recuerdos y del daño que ocasioné.
—Yo te invité así que yo pago —digo a lo cual Liam negó.
Pagamos la mitad cada uno y antes de irse estrechamos nuestras manos como un hasta pronto para luego salir del restaurante.
Manhattan es peligroso de noche.
Corro detrás de Liam convenciéndolo de acompáñarlo hasta su casa, pero en verdad ya lo estaba haciendo sin su autorización. No dejaba de hablarle, creía que no le molestaría hasta que lo escuché decir que hablaba mucho. No me quejo, es algo que no puedo evitar cuando cojo confianza.
Habíamos llegado a su departamento, no me quejo, seguía con la idea de que era una casa pero el lugar se veía espacioso y agradable. Se veía mejor que el mío en todos los aspectos.