Sophia
PASADO
La Universidad estaba asfixiándome, cada curso que tomaba era como una patada en el estómago que me decía que por más que lo intentara no iba a lograr salir de ahí con honores. No me importaba lograrlo, aunque lo único que anhelaba era pasar aunque sea con la nota más baja.
Mis amigos estaban celebrando afuera del edificio de la Universidad sus buenas notas, mientras que yo me alejaba de ellos para ir por las mías al salón.
Estoy nerviosa.
Mis pies se sienten pesados con cada paso que doy, el salón esta a menos de cinco metros pero mis ojos lo ven a más de cien. Me detengo un momento para cerrarlos y, cuando intento seguir, me da vueltas todo y unos brazos alivianan mi caída al suelo.
—¡Hey! —Exclaman.
Me desaparezco.
—¿Te encuentras bien? —Preguntan.
Abro los ojos.
El chico pasa su mano por mi cara para corroborar de que las sigo. Sonríe y con cuidado me levanta para sentarme en una banca del edificio.
—¿Comiste algo esta mañana? —El chico sonríe mientras toca mi frente—. No tienes fiebre que es lo bueno.
—Lo siento —digo casi en un susurro.
Trato de sonreír y mi cabeza vibra.
—No hay problema —dice—, puedo traerte algo de la cafetería si gustas, aún te veo un poco mal como para seguir caminando.
Asiento.
El chico se da la vuelta. Enciendo mi teléfono y en el grupo de mis amigos hay un mensaje preguntando acerca de dónde carajos estoy metida.
Los ignoro.
—¡Mierda! —Me quejo.
—Aquí tienes.
Un sándwich de carne y un jugo de manzana. ¡Vaya! Esto parece escuela secundaria después de todo.
Vuelvo a asentir mientras tomo del jugo.
—¿No hablas mucho? —Pregunta, a lo cual asiento y sonrío de lado.
—Me expreso mejor escribiendo que hablando —comento—, pero no significa que no me guste hablar. Te agradezco mucho por el sándwich. ¿Cuánto has gastado?
—No es un problema —me tiende su mano—, lo he pagado yo para que no tuvieras que caminar hasta allá. Puedes compensármelo luego.
Se da la vuelta, levanta su mano en forma de despedida y yo me levanto para ir al salón donde probablemente el profesor esté dándome sermones a los demás del porqué no le ponen atención a su estudio.
Abro la puerta llamando la atención de todos, saludo elevando la mano y llego a la mesa del profesor y digo mi nombre.
—Aquí tienes —me entrega la hoja.
Estás muerta.
Reprobé, me lo esperaba así que no puedo quejarme.
Aunque haya hecho cursos extras para ganar crédito he perdido, levanto mi vista y una lágrima baja por mi mejilla.
—¿Puedo hacer algo para pasar? —Pregunto.
Niega.
—¿Algún trabajo o actividad extra?
—No, lo siento.
—¿Por qué? —Tiro la hoja—. Hice trabajos extras y actividades humillantes para ganar crédito y aún así no he pasado. ¿Por qué?
Todos me observan.
—Sophia —dice—, te he dado muchas oportunidades para que demuestres que eres inteligente y mereces estar en esta Universidad, pero solo he recibido malas notas y quejas de los demás acerca de tu interés.
—A ellos no les importo yo, solo les importa su propia vida.
—Pues enfócate en la tuya y repite el curso en otra Universidad que no sea esta. Por favor retírate ahora mismo.
Sonrío.
—Está bien —susurro—, me doy por vencida.
Salgo del salón, bajo la mirada y sin importarme una mierda todo salgo del edificio sin hacerle caso a las personas que me llaman.
Llego a la esquina, cruzo y escucho un auto estacionarse rápido y gritan insultándome. Levanto la vista y una vez más llamo la atención.
—¡¿En dónde tienes los ojos, mujer estúpida?! —El conductor grita—. ¡¿Qué no ves que pude haberte atropellado?! ¡¿Eres idiota?!
Me quedo estática en mi puesto.
Quítate o te matan de verdad.
—¡Qué te quites! —Grita.
Me muevo.
Llego al otro lado y corro hasta llegar al parque de la facultad. Me siento y coloco mis audífonos y escucho cualquier canción que esté pasando por mi lista, respiro profundo y cubro mis ojos con mis manos.
¡Mierda!
¿Qué haré ahora que no puedo seguir con la carrera?