A pesar de todo ©

Capítulo 36: Planes

Todo era un desastre...

En eso se resumía mi vida, un absoluto desastre. Todo se había desmoronado, las cosas que alguna vez me hacían feliz ya no estaban o ya no surtían el mismo efecto, pues para mi eran simples y sin gracia, sin ningún atractivo. Y me sentía seca, muerta por dentro. Además, ya no tenía nada bueno que dar, a nadie ni siquiera a mi familia y eso estaba acabando conmigo, me estaba consumiendo, yo misma estaba acabando con lo poco que aun tenía.

Y era injusto…

Tres meses después de la invitación habían pasado ya, seis meses sin saber de Kyan, había pausado mis estudios pues con la perdida de mi bebé y la boda, me había sumido en una depresión y es que era inevitable que no sucediera, la coraza que me protegía había sido debilitada, golpe tras golpe, hasta dejarme expuesta y vulnerable. Y ya no tenía ánimos de exponerme por mi propio pie, pues el destino se había encaprichado conmigo, arrebatándome poco a poco todo, hasta que por fin me había dejado sin nada. Por lo que, odiaba estar rodeada de gente, envidiaba su felicidad y eso me hacia odiarme porque reconocía que nunca lograría tener siquiera un poco de lo que tiempo atrás había gozado.  

Me sentía perdida.

Y eso me molestaba tanto. Sin embargo, las semanas siguieron pasando y durante todo ese tiempo había estado visitando a un terapeuta, en un principio se me hizo muy difícil abrirme pero conforme el tiempo pasada de apoco iba contándole todo lo que me aquejaba y he de admitir que eso aunado al apoyo de mi familia y amigos fue como un aliciente para mi alma agrietada. Entonces, comencé a recuperar las esperanzas. Sabía que me costaría ambientarme de nuevo, que debía encontrar un motivo para obligarme a seguir adelante, porque la vida que tenía no era vida, debía, aunque me costara, entender que yo misma estaba causándome el peor de los daños al sumergirme en ese letargo. Que debía salir adelante por la gente a la que amaba y sobre todo por mí misma, que debía recuperarme y lo intentaría, juré que lo lograría.

Mis amigos me seguía visitando, no tan a menudo pues vivía a muchas horas de Campbell, y mientras su estadía no hablábamos nada que no fuera sobre sus vidas y señalando los cambios tan notorios que la mía estaba teniendo, saber eso me alegraba demasiado pues aunque yo no percibía tan claros esos cambios que la gente lo hiciera me llenaba de esperanza. Nunca en todo ese tiempo hablamos de él, ni ellos mencionaban nada ni mucho menos yo inquiría en saber si seguía en Campbell o si seguía con Larissa, había sido por mucho tiempo demasiado masoquista, aguardando una esperanza absurda y aunque había sido como arrancarme uña por uña, me había resignado a vivir la vida que me tocaba, sin él, pero buscando mi propia felicidad.

El tiempo fue transcurriendo lento pero seguro, sin sobresaltos ni sorpresas y eso fue como bálsamo para mí. La tranquilidad poco a poco iba haciendo su aparición, calmando mis miedos, apartando el frio invierno que deseaba permanecer perenne en mi pecho. Y de apoco iba recuperando mi vida, para febrero —un año después de todo aquello—, había regresado a la universidad, me habían concedido el intercambio para una universidad estatal de San Francisco, pues era la que me quedaba más cerca de Daly City, donde mi padre había logrado que lo trasladaran durante un año, ese era el trato, luego tendríamos que regresar a Campbell, sin embargo, no buscaba atormentarme con ello, ya había trazado mis planes y si todo resultaba como esperaba, cumplido el tiempo yo me iría lejos, siguiendo mis sueños.

Y por fin la luz la sentía irradiando sobre mí, la esperanza estaba permeando todo mi ser, la tranquilidad poco a poco se estaba adentrando, logrando regresar el sentido que había perdido. Sentía palpable la oportunidad de dar fin, olvidar y superar todo lo que había sucedido, todos esos problemas y situaciones que habían tratado de vencerme, que estuvieron a punto de destruir mi existencia. Sin embargo, ya todo eso estaba menguando, la determinación y confianza estaban tomando fuerzas y ayudándome a levantar vuelo y a salir de ese pantano en el cual me había sumergido para no afrontar la realidad. 

Pero aun lo amaba...

Y sabía que nunca sería de otra manera, antes estaba segura de eso y en ese momento aun lo estaba. Pero trataría de vivir con ese sentimiento, de ser feliz. Y aunque aun no sabía cómo lo lograría pues él vivía en cada partícula que componía mi cuerpo, aún ahora, no permitiría dejarme vencer, suficientes derrotas, suficiente autocompasión y de atormentarme con hubieras que nunca existirían. Afrontaría la realidad que tenía frente a mí y enviaría a lo más profundo de mí ser todos esos sentimientos que a la larga solo me trajeron dolor y pena.

En junio se cumplía el año ya en Daly City, lo que significaba que debía regresar a Campbell, y la mera idea me causó una crisis nerviosa, no deseaba hacerlo, me negaba a volver a aquel sitio que había sido testigo de la etapa más dura de mi vida. Así que, solo esperaba que pronto me dieran la noticia que tanto esperaba y que me ayudaría a alargar mi estadía en Daly City o donde fuera. Regresé a casa luego de ir a recoger todas mis calificaciones, mi intercambio había sido para un semestre y todo apuntaba a que debía regresar, sin embargo, la respuesta que tanto había estado esperando había llegado. Mis padres se encontraban en la cocina charlando, ese respiro fuera de Campbell nos había sentado de maravilla, sobre todo a mi pues en esos últimos meses prácticamente ya había regresado a mi vida normal, aunque por dentro seguía en ese invierno permanente.




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