A Través De Mis Sueños

Capítulo 5

Cuando regresé a casa, Connor se había quedado dormido en el sofá mirando la película, que supuestamente, quería ver conmigo. Tomé una manta y lo tapé para que no sintiera frío. No iba a despertarlo para que viniera a dormir conmigo, creo que esta vez prefería dormir sola. 

Una vez que caí rendida en la cama, volví a soñar. 

Me levanté de la cama, y me dirigí hasta la cocina. La persona que estaba de espaldas, no la reconocía. Parecía estar muy tranquilo haciendo, al parecer, el desayuno.

—¿Connor? —pregunté extrañada. Sin embargo, cuando volteó. No era Connor—. No eres Connor... 

Evan se apoyó contra la mesada, ladeó su cabeza y sonrió—. ¿Quién es Connor?

—¿Evan? Estás aquí —me acerqué a él y lo abracé fuertemente. Lo abracé. Lo abracé como nunca lo había hecho. Por fin estaba entre sus brazos. El sueño que tenía desde los 12 años, se había cumplido—. Pensé que te habías ido —le dije. Estaba llorando—. Lo siento si fallé. Lo siento tanto. No volveré a dejarte. Lo siento.

Evan me devolvió el abrazo—. Nunca estarás sola. Siempre estaré contigo como el día en que lo prometí. 

—No lo hice con intención. Por favor. Quédate conmigo.

—Me quedaré contigo.

Cuando me separé para mirarlo al rostro. El rostro que tenía en frente mío era el de Connor. Lo solté de repente sorprendida. 

—No me iré a ningún lado —me dijo Connor—. ¿Por qué lo haría?

Sin embargo, me fui alejando hasta chocar con el pecho de otra persona. Volteé y ahí estaba él. Nuevamente mirándome.

—¿Por qué lo hiciste? —me dijo Evan enojado—. ¿Fue divertido irte y volver como si nada, Jenna?

Comencé a llorar negando con mi cabeza. 

—No, no, no, lo siento, no es así. Déjame explicarte. 

Pero Evan, volteó y se dirigió hasta la puerta para luego abrirla e irse. Y yo estaba allí, parada, sin poder mover mis pies, a la vez que lloraba sin parar.

Mis ojos se abrieron de golpe debido a la alarma que comenzó a sonar.

Ojalá hubiera sido un sueño cualquiera, sin embargo, Evan, una vez más estuvo allí. Y esta vez estuvo allí reclamándome.

Otra vez tenía esa sensación de que el pecho se me había tapado. No había nada más horrible que desesperarse de esta manera.

Escuchaba a Connor que estaba en la cocina preparando, al parecer, el desayuno. Recordé mi sueño, y me entristecí. Antes de levantarme, agendé el número de Eleanor para llamarla cuando sea mi turno de almorzar.

Jenna: Te llamaré en unas horas, ¿puedes?

Eleanor: Sí, puedo todo el día, descuida.

Desayuné con Connor como si nada hubiese pasado. La verdad nunca era bueno ignorar los problemas. Pero aunque esperara de él la iniciativa, su error era pensar que dejándolo pasar y no hablando del tema, entonces podía tapar con su muestra de cariño algo que él mismo no quería enfrentar. Y mi error fue aceptarlo.

Lamentablemente fingimos y seguimos.

Una vez en el trabajo, terminé de hacer unos documentos que debía entregar a Brianna. Lo coloqué en una carpeta, colocando su nombre y el mío, y firmé. Me levanté para llevárselo, y respiré hondo porque ya conocía sus actitudes. Pero no quería juzgarla, sin embargo, ella no me daba muchas opciones.

Toqué la puerta de su oficina, cuando me indicó que pasara lo hice. Me miró, dejando sus cosas de lado.

—Te traje los documentos de ayer en la mañana —dejé los papeles en su mesa para dar media vuelta e irme pero ella me detuvo.

Y dijo—: Deberías pedir ayudar a Sam la próxima, porque hay documentos que se deben entregar a tiempo. Especialmente este. Y ya estamos justo con la hora, ¿sabes?

Cerré mis ojos y respiré profundamente. Luego volteé a mirarla.

Estaba luchando contra mí misma si debía responderle o no.

Ya estaba enojada de la noche anterior, así que no pude controlarme. Ella pensó que no iba a responderle pero esta vez sí.

—¿Hay algo que haga bien para ti?

Brianna levantó las cejas—. ¿Perdón?

Me acerqué hasta ella y apoyé mis manos sobre la mesa para acercarme a su rostro.

—Te pregunté si hay algo que haga bien para ti.

—¿Por qué, primero, no te alejas?

—Me es cómodo estar así.

—Te estás desubicando.

—Si tienes apuros con los documentos, deberías hacerlo tú —le dije, tomando los documentos que había hecho para llevárselo a su pecho bruscamente sin fuerza. Sabía que iba a arrepentirme pero, está vez, mi enojo fue más fuerte.

Ella tomó los documentos mirándome completamente enojada. La miré por última vez y me marché. Cada documento que hacía estaban en tiempo y forma y, además de eso, había prolijidad. Sinceramente, era imposible quejarse.

Brianna no estaba siendo justa. Nunca era justa.

Salí de allí maravillosamente enojada y empoderada (bueno hasta cierto punto, ya que, iba a tener mis consecuencias).

Cuando comenzó la hora del almuerzo, aproveché para llamar a Eleanor. Miré a mí alrededor para asegurarme que nadie viniera a interrumpirme.

Después de tres pitidos, una voz completamente dulce, me respondió:

—¿Hola?

—Hola, soy Jenna.

—Oh, sí, Jenna. Un placer, te habla Eleanor. Qué bueno que has llamado. 

—Sí, te agradezco todo el tiempo que me estás dando. Y siento ser tan descortés pero esto muy importante. Él es muy importante.

—No sabía qué tenía una relación a distancia.

Yo no había mencionado eso, pero creo que fui muy obvia.

—Sólo cuando éramos más jóvenes pero luego fuimos muy amigos, y después... dejamos de hablarnos por cuatro años. Me afectó muchísimo, sin embargo, no podía sostener la situación. Fueron muchos errores, idas y vueltas, y nuestra amistad se arruinó por completo. Yo estoy cien por ciento segura que me odia.




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