A veces los sueños pueden quedar en ello solo en sueños, cuando la vida de un momento a otro altera tus planes y no te queda más opción que aceptar lo que toca vivir en ese momento aunque no estés de acuerdo pues no cuentas con los recursos necesarios para poder regresar todo a la normalidad y seguir yendo tras tus sueños, eso le paso a Dani, en un país desconocido, en el cual ella estaba sola, si estaba sola, hace un par de horas atrás al llegar al aeropuerto del país donde su amiga y ella empezarían a trazar el destino que querían para ellas, todo era alegría, no tenían ninguna preocupación. Lulú y ella tras salir del aeropuerto se embarcaron en un taxi, un taxi que las llevó a la estación de trenes de esa ciudad, durante el trayecto en el taxi, su platica giro en torno a sus sueños y temores, si temores, como no tener temores, estaban por el momento juntas, pero en unos minutos cada una de ellas abordaría el respectivo tren que las llevaría a la ciudad de su respectivo destino. Al llegar a la estación de trenes, las jóvenes bajaron del taxi, el chofer les ayudó a bajar su equipaje, y tras un efusivo abrazo ambas jóvenes se desearon lo mejor, luego ello ambas jóvenes partieron al lugar donde estaban estacionados sus trenes para abordar los mismos.
Desde el tren que la llevaría al pueblo donde estudiaría, Dani, vio partir el tren donde iba su amiga, Lulú, ambas habían compartido el mismo grupo desde que empezaron sus estudios superiores, eran amigas, tal vez no tan intimas, pero ella la apreciaba mucho y sabía que el sentimiento era reciproco. Dani a través de la ventana, observo a su amiga, quién con un movimiento de manos se despedía de ella, la joven imito el gesto, mientras seguía con la mirada el tren donde ella iba.
—«¡Buen viaje Lulú! que cumplas todos tus sueños, tus metas» — pensó Dani, mientras veía alejarse el tren donde iba su amiga.
Tras algunos minutos el tren donde estaba ella partió, todo iba normal, todo estaba tranquilo, Dani iba mirando el paisaje del lugar cuando de repente escucho algo que hizo que su cuerpo se helara.
—«¿Qué ha dicho?, abordé el tren equivocado, no puede ser, se supone que tenía que estar en 1 hora en la universidad pues el lugar donde aborde el tren no es muy distante del lugar donde voy» — pensó la joven, mientras me ponía se pie para acercarse al hombre uniformado.
A pesar que su inglés no era tan bueno, pudo comunicarme con el uniformado, quien le dijo que en 30 minutos llegaba a una estación, que allí podría bajar y abordar el tren que la llevaría a su destino. A la joven no le quedo de otra, solo esperar esos 30 minutos con la mayor paciencia posible y así lo hizo.
Luego de algunos minutos de espera escuchó el llamado del chofer, diciendo que se podía bajar en esa estación, ella se puso de pie, tomo su maleta y empezó a caminar presurosa por el pequeño pasillo del tren. Ella iba tan presurosa que ni noto algo que había pasado en solo escasos segundos, algo que minutos después le traería uno de los peores dolores de su vida.
Al bajar del tren, Dani, camino a paso rápido con su pequeña maleta hacia una de las ventanillas de la estación para comprar el boleto del tren que la llevé a su verdadero destino, al tiempo que el tren donde minutos antes estuvo emprendió camino.
Al llegar a la ventanilla, Dani llevo una de sus manos al bolsillo de la chaqueta que llevaba puesta, al tiempo que una mujer uniformada la miraba.
—Good morning, a ticket to which destination? — escuchó la joven.
—Sorry — dijo Dani, al tiempo que se retiró de la fila y camino con su maleta en la mano hacia una de las sillas que había en el lugar. «No comprendo creí que lo había guardado en el bolsillo de mi chaqueta» — pensó la joven, mientras abría su maleta para ver si en ella había guardado su porta documentos y su cartera, donde llevaba el dinero producto de sus ahorros, y lo que le dio su tía por si lo llegara a necesitar, pues si bien la beca que Dani obtuvo le cubría alojamiento y comida, siempre era bueno tener algo de efectivo para alguna necesidad personal.
Tras varios minutos de búsqueda y de no hallar nada la joven se puso de pie, y volvió a revisar los bolsillos de su chaqueta.
—«No están, tampoco está mi celular, pero ¿qué pasó?, ¿acaso se me cayeron o me los robaron?» — pensó la joven, al tiempo que algunas imágenes vinieron a mi mente, en ellas no solo se vio ella, sino un par de hombres a los que no se les podía distinguir bien el rostro debido al gorro que llevaban puestos. «Ellos, ellos me robaron, si tuvieron que ser ellos, cuando yo me pare para bajar en la estación, ellos también lo hicieron y se colocaron tras de mí, debido a la cantidad de gente y a mi apuro por bajar, yo no me di cuenta cuando me robaron, pero ¿ahora qué hago?, no tengo documentos, no tengo dinero» — pensó, mientras su rostro se tornaba pensativo.
Tras algunos minutos Dani decidió acercarse nuevamente a la persona encargada de vender los boletos.
—How can I help you? — escuchó la joven, mientras intentaba tranquilizarse para poder responder a lo que la amable mujer me decía.