Alma Mia

CAPÍTULO XX

Estaba cansada.

Susan tenía el cuerpo pesado a causa del poco descanso, los párpados intentaban cerrarse sin su consentimiento, el corazón le latía frenético por las cantidades ridículas de cafeína que había consumido, y tenía un dolor de cabeza que le hacía sentir como si alguien le hubiera dado con un martillo en ella; sin embargo, lo peor de todo, era la sensación de terror que tenía su estómago contraído, y hacía que le temblaran las manos a pesar de sus grandes esfuerzos por mantenerlas quietas.

Se encontraba sentada en el viejo hospital, en medio de un montón de papeles que estaban esparcidos a su alrededor como una alfombra de información, mientras que sobre su cabeza flotaban esferas como luces puestas para un escenario romántico; el problema es que el resto del panorama no tenía nada de agradable, y para desgracia de su simple mortalidad, parecía tener de pésimo humor a un demonio que hasta el momento estaba notando, había mantenido su poder en total control.

Damon no se había movido del sitio desde que apareció allí para ayudar a Violeta. Mantenía una estrecha vigilancia sobre las almas, e intercambiaba información entre susurros ya fuera con David o con Mika; pero ni siquiera la presencia de ellos lograba atenuar el aura de maldad que se desprendía de su ser como un pulso cruel que se burlaba de sus terminaciones nerviosas, moviéndose a su alrededor como una bestia jugando con su presa.

La detective se sentía como si estuviese viendo una película de terror, con la ansiedad en su punto más elevado, la expectativa manteniéndola alerta; y su instinto de supervivencia sin darle tregua a sus músculos dejándolos en una torturante tensión, porque esta vez el monstruo era totalmente real, y estaba parado a solo unos pasos de distancia.

Pero no podía hacer nada al respecto y tenía que seguir adelante, porque por increíble que pareciera, ella era la única humana a la cual le permitieron el paso al interior del hospital.

Luego de que, según entendiera, Damon y David se dieran cuenta de que las quizás las almas de aquellas quienes se habían suicidado, eran las que estaban encerradas en las esferas que flotaban como por arte de magia en un espacio que parecía imposible dentro del lugar; y en vista de que ellos ya tenían suficientes asuntos que tratar con los otros de su tipo, decidieron que lo mejor sería dejar tal investigación a los hombres. Lo gracioso, es que de todos los que conocían, habían decidido que solo se fiaban de ella... sus palabras.

LeBlanc podría considerar más adelante esta resolución bastante halagadora, pero en ese instante, tras más de 48 horas sin dormir o descanso alguno, y luego de descubrir el secreto que conectaba a Daniel y Eric Morgan; lo cierto es que lejos de sentirse apreciada por sus capacidades, se sentía como el sacrificio humano.

Además, tal y como habían supuesto, las almas que encontraron efectivamente pertenecían en su mayoría a personas que se habían suicidado. No había sido una sorpresa agradable descubrir que de hecho no solo se trataban de mujeres, también había varones cuya vida había terminado por sus propias manos; lo que ahora dejaba más inciertos los motivos que tenía Leo para inducirlos a tales actos.

Cual fuera el caso, encontrar los archivos pertenecientes a cada alma era igual de fácil que buscar una aguja en un pajar.

-Tenemos un problema...

La voz de Luc hizo que Susan levantara la cabeza en un gesto de desaprobación, ya que cada letra había mandado una descarga de dolor a su pobre y en exceso usada cabeza. Estaba parado a un lado suyo ofreciéndole otro gigantesco vaso de café. Después del segundo que se tomará, la detective estaba convencida de que el líquido tenía mucho más que solo eso, pero se negaba a preguntar en aras de su salud mental.

-¿Más?-. Preguntó con sarcasmo venenoso, al tiempo que sus ojos descendieron sobre sus hombros para observar con precaución en dirección a Damon. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal como terror líquido

-Tenía razón en sus sospechas...-. Se dejó caer a su lado, adoptando una postura de indio con los ojos clavados en los papeles a su alrededor. Él también podía sentir el aura del demonio abarcando el espacio con la misma libertad que el aire; pero no podían hacer nada al respecto. -El hechizo de Alicia no se trataba de retener los recuerdos de Daniel, sino cualquier cosa en la que se mencionara o hiciera alusión tanto a ella, a Tobías Dove, y a Ángela-. Al notar que LeBlanc hacía una mueca, extendió su explicación. -Recuerda el sobre donde estaban los archivos del caso...

-¿El que tú liberaste?

-Ese mismo. Resulta que ahora tiene más hojas que antes, y más imágenes en las evidencias, tal como ocurrió con las fotografías que encontramos...-. Apuntó hacia el celular que estaba descansando a un lado de la pierna de la detective. -Eric Morgan está que no cabe de alegría, lo que me hace suponer que todavía no llega al apartado importante

-¿Cuál sería ese?-. Mika se arrodillo a su lado, provocando un pequeño sobresalto en Susan por la sorpresa

Tanto la detective como el semidemonio mantuvieron la boca cerrada y evitaron mirarle a consciencia, meditando cada uno si debían o no hablar. Tras lo que pareció una fracción de segundo, pero que en realidad rozo el par de minutos, fue Damon quien tomó la decisión por ellos.

-Luc....-. Sentenció en un tono neutral sin mayor elevación, pero que a los dos se les antojó bastante similar a la manera en que la misma Violeta daba sus órdenes al pilar

-Daniel es su sobrino-. Respondió al instante. Una curiosidad desmedida se movió por su cuerpo como una serpiente. ¿Había obedecido porque sabía su nombre y los peligros que implicaba desafiarlo; o lo hizo por algo más?

-Sobrino... cómo... sobrino de sangre...-. El pequeño ángel había hecho un mohín al escucharlo responder, pero luego de que procesará la información sus ojos se habían abierto exageradamente. Tantas cosas y todas se unían, era increíble...




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