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Al mes siguiente nuestra parejita tiene un nuevo encuentro fortuito, a Nara la invitan a una cena benéfica, por supuesto que para tocar el piano, -¿que creían?-, y nuestra amiguita como buena samaritana que es encantada acepto, por su parte Renzo es obligado por su madre a asistir diciéndole que tal vez allí consiga a su futura esposa, a lo que don dulzura rueda los ojos. Pero como el jefe supremo está en la onda juguetona los pone de nuevo en una posición de cercanía a ver que van a hacer estos dos.
- Naraaaaaaaaaa, apúrate mijita que se te hace tarde, ve que conseguí quien te llevara hasta el centro, pero tampoco es que te van a esperar por siempre. -dijo Gregorio.
- Ya estoy lista, ya vámonos. Chao papi, te veo luego, te amo-dijo Nara al señor Leonel.
- Adiós mija, que dios te proteja. Cuídate mucho. Dijo el papá de Nara, con un poco de preocupación en su corazón. Hacía días que tenía un pesar en su alma, sentía que algo no andaba bien pero no atinaba a ver donde estaba lo malo. Solo esperaba que a su niña no le ocurriera nada malo.
Por su parte Renzo estaba esperando a su madre.
- Mamá, ¿ya estas lista?
- Si cielito, ya vámonos.
- Vamos pues, ve que me pienso regresar temprano, sabes bien que odio que me arrastres a esos eventos y te andes de Cupido buscándome pareja.
- Hay mi niño, pero si yo lo único que quiero es que tu encuentres una buena mujer, que te quiera, te acompañe en tu vida y me de muchos nietos. Lo que cualquier madre en el mundo desearía para sus hijos. ¿Acaso eso es tan malo?
- No mamá pero resulta que yo ya estoy bastante crecidito como para que tú me andes buscando esposa, si yo quisiera una ya me habría casado, bastantes mujeres detrás de mí hay como para escoger sin necesidad de que tu ayudes.
- Sí, pero yo sé que es lo que más te conviene. Y solo quiero encaminarte por el camino correcto.
- Renzo no tuvo más opción que suspirar resignado, no pensaba decirle a su madre que andaba detrás de una chiquilla que ni siquiera volteaba a verlo, ya bastante difícil le resultaba el trabajito como para que encima su madre intentara meter sus garras.
En la cena, Nara estaba como siempre perdida entre sus notas, disfrutando de su música y haciendo que los presentes se deleitaran también con ella, cuando llego Renzo con su madre. Enseguida volvió a notar esa atracción por la música que sonaba, su corazón se salto un latido cuando busco el origen de tan hermosa melodía y de nuevo la vio allí, tras el piano. Distraída con su encanto musical flotando a su alrededor. Enseguida sin pensarlo dos veces, se dirigió hacia ella, se olvido de su madre y de las demás personas que lo saludaban al pasar, solo tenía un propósito, hablar con ella.
- Que tal preciosa, como has estado, le dijo Renzo.
- Nara levanto el rostro y se encontró de nuevo con la mirada penetrante de aquel hombre, ya se habían encontrado –casualmente- en otras ocasiones, pero ella siempre trataba de evitarlo. Buenas noches- fue todo lo que salió de sus labios.
- ¡Uy! pero que seca, haber dime, que es lo que debo hacer para que te dignes a hablar conmigo, enserio, yo no tengo malas intenciones contigo, solo quiero conocerte. Te confieso que me has tenido intrigado desde la primera vez que te escuche tocar el piano y me he vuelto tu fan numero uno.
- ¿Y cómo desde cuando ha sido eso? Pregunto una inocente Nara, sin dejar de tocar el piano.
- Desde la presentación a sociedad de la hija de uno de mis socios el año pasado, luego coincidimos en un concierto benéfico y en algunas otras fiestas donde tú has sido DJ, cosa que por cierto me tiene bastante sorprendido.
- ¿Qué cosa le sorprende?
- Pues que toques tan sublimemente el piano, que también interpretes maravillosamente el violín en la orquesta y después te transformes totalmente al ser DJ.
- Ah. Eso. Bueno- es todo lo que ella dice, se encoge de hombros y sigue tocando.
- Por cierto te he dicho que me llamo Renzo, Renzo Castello para servirte y lo que desees…
- Ummm – fue lo único que salió de la boca de Nara.
- Me gustaría invitarte a beber algo aquí en lo que acabes de tocar, ¿quieres?
- No señor, muchas gracias, yo no bebo.
- Qué bien, eso también está bien, pero al menos agua si bebes, ¿no?
- No señor, y le agradezco que me permita seguir tocando en calma.
- Oye, en verdad quiero conocerte, ¿porque me rechazas tan vehementemente?
- Perdóneme pero le pareceré un poco brusca, yo no tengo interés en conocerle, así que si me disculpa… Está entorpeciendo un poco mi desempeño y eso para mí es inaceptable.
- Bueno pero que chica más juiciosa y responsable eres, además de ética. ¿Ves como poco a poco uno se va conociendo?
- Mire señor, no me gustaría tener problemas con nadie de aquí por su causa. ¿Porque no me deja tranquilita aquí? Usted va y se reúne con sus pares y hace como que yo soy aire, ¿le parece?
- Me gusta esa comparación, porque te me haces casi tan indispensable como el aire para vivir.
- Mala comparación entonces, solo haga como que no me vio, no existo, no estoy aquí, véame como una plaga, como basura, como el polvo a sus pies.
- Niña eres una personita muy simpática y talentosa, como iba a compararte con semejantes cosas, además que tu existencia se ha vuelto muy importante para mí, como podría simplemente ignorarte más. Ves, hemos mantenido una conversación por algunos minutos en donde he visto que además tienes muy poca autoestima, no te ves como te ven las demás personas y eso es un poco triste, y yo no deseo que estés triste.
- ¿y qué le puede importar a usted mi autoestima, o mi tristeza o felicidad?
- Claro que me importa, veras, desde que te vi la primera vez me pareciste muy interesante, luego me sentí atraído por tu música, después me di cuenta que me gustabas, siempre sueño contigo y me gustaría conocerte mejor, que estés junto a mí, que seas mi pareja. O todo lo que tú quieras.